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Sunday, November 23, 2014

Béisbol, identidad y política

Béisbol, identidad y política
JOSÉ GABRIEL BARRENECHEA, Santa Clara | Noviembre 23, 2014

Entiendo a quienes desean que Cuba no quede en el primer lugar del
medallero de los Juegos Centroamericanos de Veracruz. El régimen
castrista ha hecho tanto porque en nuestras mentalidades se le
identifique con la Nación, o más bien para suplantarla, que no es
extraño que tantos cubanos hastiados de él, lleguen al extremo de desear
que su Patria no venza en esta cita deportiva. Yo mismo confieso que a
ratos siento un deseo parecido de solo imaginar cómo los mandantes,
esbirros y guatacas de la dictadura privatizarán un triunfo no suyo,
sino de todos.

Mas si a veces tengo semejante devaneo con los Juegos en general, con la
Pelota, caballero, sí que no transijo. Ahí, sí tengo que brincar con el
mismísimo Fidel Castro para animar a los míos, pues lo hago sin
complejos. Que ya sabré volver a mi escepticismo habitual cuando después
de que ganemos quiera soltar el consabido discurso en que sutilmente se
anota el juego.

¿Quién en Cuba no sabe nada de Pelota, quién no es capaz de entenderla?
Nadie, ni aun esos esnobs que ahora abundan por ahí, y que son capaces
de aguantar las ganas de aceptar la invitación a meterle el diente a un
suculento plato de quimbombó con carne de puerco, o de arrastrar en una
conga, por tal de parecer cualquier cosa menos cubanos. Pero por sobre
todo esos mismos otros come… mandarinas, que por tal de aparentar lo que
no son dicen preferir el Fútbol y hasta llegan a dispararse partidos
enteros de ese deporte insípido.

En mi infancia solía visitarnos un pariente, de la capital por más
señas, al que le había puesto "Ñico Rutina". Conocedor de que yo lo
llamaba como el popular personaje de San Nicolás del Peladero, cada vez
que aparecía por la casa se anunciaba con el consabido: ¡Aleluya, chan,
chan! Su filosofía se constreñía a dos principios básicos contrapuestos:
pero no el yin y el yang, o el ser y la nada, ni ninguna otra monserga
semejante.

Toda la filosofía de Ñico giraba alrededor de la contraposición del vivo
y del bobo. No profundizaré en aquel sistema bastante complejo, dígase
lo que se diga, solo traeré a cuento algo que le soltó al pasar a mi
hermano, que seguía un partido de fútbol del Mundial del 82 en España:
"Asere, ese deporte nunca va a pegar aquí, ¿tú no ves que los cubanos
somos muy bichos pa' meternos hora y media corriendo una cuadra pa' alla
y una cuadra pa' acá, a punto de mediodía? ¡Eso es cosa de comemierda!
Lo del cubano es la Pelota. Que la habrán inventado los americanos, pero
a quienes les queda que ni pintada es a nosotros".

Dudo que haya algún cubano sin complejos que no concuerde con Ñico. Este
juego, hecho como a propósito para nuestro temperamento y nuestro clima,
es más que un Patrimonio Intangible de la Nación. La Pelota es nuestro
gran suministrador de motivos para la discusión, es nuestra ágora y
nuestro foro, es esa especie de fiesta, de juerga, de carnaval que es un
estadio repleto en que no solo "juegan" los peloteros, es el supremo
lugar de socialización, en que hasta se puede ir a flirtear, a salir por
la televisión, está imbuida hasta el tuétano de nuestro ritmo y nuestra
naturaleza, interactúa con nuestra sensibilidad, con nuestro hablar, con
nuestras cadencias y palabras... La Pelota es lo que en un final nadie
podrá quitarnos: Lo que somos.

Por eso podremos perder en toda esa pila de deportes que en un final no
practican más que los cuatro gatos a los que el régimen mantiene por
cuestiones de propaganda; pero en la Pelota, !de eso nada, mi hermano!

Source: Béisbol, identidad y política -
<http://www.14ymedio.com/opinion/Beisbol-identidad-politica_0_1675632423.html>

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