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Monday, October 13, 2014

Se sabrá algún día toda la verdad?

¿Se sabrá algún día toda la verdad?
10/12/2014 5:00 PM 10/12/2014 9:00 PM

Oswaldo Payá y Harold Cepero nunca podrán contar lo que verdaderamente
les sucedió un aciago día de julio cuando murieron en extrañas
circunstancias en una desvencijada carretera en el Oriente de Cuba. Sin
embargo, por extrañas carambolas del destino, Ángel Carromero, dirigente
español de Nuevas Generaciones, se ha convertido en el hilo conductor
que desmadeja lo que pudo haber ocurrido cuando él conducía un auto
junto a los dos desaparecidos disidentes cubanos y otro acompañante, el
sueco Aron Modig, que desde el supuesto accidente de tráfico ha
enmudecido ante los medios de prensa.

Carromero, quien acabó en la cárcel en Cuba acusado de homicidio
imprudente antes de ser trasladado a España para continuar su condena,
está de visita en Estados Unidos con la intención de seguir exigiendo
que se sepa la verdad de lo que aconteció cuando viajaba por la isla con
los dos conocidos opositores. A pesar de que fue obligado a
autoinculparse en un vídeo que difundió el gobierno cubano, una vez que
salió del país, el joven militante del centrista Partido Popular siempre
ha sostenido que la causa del siniestro fue la persecución de un auto de
la policía política que los embistió. Hasta el día de hoy, asegura que
vio con vida a Payá y a Cepero antes de que fuera trasladado a un
hospital donde se le notificó que los dos dirigentes del Movimiento
Cristiano de Liberación habían muerto.

A pesar de la escasa solidaridad que encontró a su llegada a España,
donde todavía es más fuerte la simpatía por la dictadura castrista que
el compromiso con la libertad de Cuba, Carromero escribió un libro,
Muerte bajo sospecha (Anaya) que es la crónica de una muerte anunciada,
la de Payá, a quien la Seguridad del Estado había acosado y amenazado
durante años. Carromero, que estaba de visita para fomentar contactos
con la disidencia y conocer de cerca la situación del país, fue la
víctima propicia que cargaría con las muertes de los dos incómodos
disidentes.

Muchos de los compatriotas de Carromero han elegido ignorar su
testimonio, quizás por no gozar de los favores de una izquierda que
prefiere menoscabar a un adversario político antes que poner en tela de
juicio la versión de un régimen despótico que durante más de medio siglo
se ha dedicado a aniquilar cualquier resquicio de libertad. Si no, cómo
se explica que el diario El País dedicara un editorial en el que dudaba
más del alegato de Carromero que de un montaje, el castrista, en el que
nunca se permitió una investigación independiente y los propios
familiares de los fallecidos no tuvieron acceso al juicio en el que se
condenó al político español. Sería equivalente a llegar a la arbitraria
conclusión de que las víctimas de los crímenes del franquismo tienen
pocos fundamentos a la hora de reclamar justicia.

La vida de Ángel Carromero cambió para siempre cuando se embarcó en un
viaje que lo llevó a una isla que en verdad es una inmensa cárcel cuyos
habitantes son vigilados a todas horas. Me temo que ningún viajero, ni
tan siquiera aquellos que no se dejan engañar por el espejismo azul de
Varadero, está preparado para comprender el verdadero alcance de un
sistema totalitario. Desafortunadamente, Carromero lo comprobó con la
desaparición de sus amigos cubanos y su propio calvario.

Después de tan traumática experiencia Carromero pudo haberse apartado
para siempre del estigma cubano, que es el de ser asediado por el
régimen castrista y sus compañeros de viaje. No obstante, por el
compromiso contraído con las familias de Payá y Cepero, y sus propias
convicciones en contra de una dinastía familiar que opera como una
mafia, dedica parte de su tiempo a denunciar la manipulación de un
accidente que, insiste, no fue tal, sino una mortal encerrona de la
Seguridad del Estado. Por eso se reunirá con personalidades de la
diáspora cubana y con políticos. La esperanza de Carromero es que el
oscuro episodio en el que se vio implicado no caiga en el olvido y algún
día se esclarezcan los hechos.

Oswaldo y Harold murieron un domingo de verano. Las primeras noticias
llegaron de noche a Madrid y supimos que algo terrible había ocurrido.
Por fortuna Ángel Carromero está vivo para contarlo.

Twitter: @ginamontaner

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Source: ¿Se sabrá algún día toda la verdad? | El Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/gina-montaner/article2670237.html

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