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Monday, October 06, 2014

La soledad de los balseros

La soledad de los balseros
De los que intentan alcanzar La Florida cruzando el mar, solo el 10 por
ciento llega. La prensa calla
lunes, octubre 6, 2014 | Miriam Celaya

LA HABANA, Cuba -Los medios oficiales cubanos frecuentemente reproducen
noticias y opiniones acerca de los migrantes africanos que huyen de la
miseria y los conflictos de sus países y buscan un destino más
promisorio en Europa, travesía en la que muchos perecen por naufragios
o, una vez en suelo europeo, permanecen largo tiempo acogidos en
refugios, sumidos en un limbo jurídico en virtud del cual ni son
deportados a sus lugares de origen ni son legalmente reconocidos como
residentes allí donde arribaron.

Tales migraciones cobran centenares de vidas cada año, y la tendencia es
a más. Según las estadísticas de la Organización Internacional para las
Migraciones (OIM), en lo que va de este año han muerto casi 3 mil
migrantes procedentes de África, el triple del total de los fallecidos
en todo el 2013, lo que ha despertado las alarmas en varias ONG europeas
dedicadas a la protección de refugiados africanos, escandalizadas por la
indiferencia del Viejo Continente que para algunos críticos, está
ignorando sus obligaciones internacionales.

Sin dudas, la migración ilegal se ha convertido en un flagelo que afecta
no solo a los que buscan escapar de los conflictos armados, de los
enfrentamientos étnicos, políticos o religiosos, y de la miseria, sino
que compromete también a las economías y sociedades de los países
receptores, que en el caso de Europa ya llevan sobre los hombros el peso
que supone tratar de remontar sus propias crisis internas. En
consecuencia, el análisis de este controvertido fenómeno conduce
inevitablemente a un compromiso moral que pone de un lado el colosal
desamparo del migrante y del otro las consecuencias económicas (y de
otras índoles) sobre los países receptores, dada su presunta
"responsabilidad" en el caso. Porque seleccionar apenas a una parte de
los actores y del guion, no solo es una visión parcial y subjetiva, sino
también demagógica.

Así, más allá de la orfandad de los emigrantes que se arrojan al mar en
pos de la esperanza de una vida mejor, el drama tiene otros rostros. Por
ejemplo, si solo de sumas y restas se tratara, está claro que el número
de desempleados europeos afectados por la crisis económica de ese rico
continente, así como de otros sectores sociales cuyo nivel de vida de ha
contraído significativamente en el último decenio, supera en millones el
de los migrantes africanos. No es desdeñable, pues, el efecto que
tendría sobre sus propias vidas y finanzas el ingreso constante y
desordenado de miles de inmigrantes extranjeros, que constituyen un peso
adicional sobre las ya comprometidas prestaciones sociales en varios
países de Europa. Ni siquiera las economías más holgadas podrían
soportar el "trasvase" humano masivo procedente del llamado Tercer
Mundo, no ya solo de África.

Esto, para no mencionar los problemas de naturaleza social que ya se
vienen manifestando en varios países europeos debido a ciertas
diferencias culturales introducidas por los inmigrantes, incompatibles
con las tradiciones de las sociedades occidentales. Porque –con
independencia de los injustificados y absurdos odios raciales y
xenófobos, que tristemente abundan– algunos inmigrantes olvidan un
principio básico que debería observar todo aquel que busca insertarse
adecuadamente en un nuevo escenario, ya construido y organizado por
otros: allí donde fueres, haz lo que vieres.

El otro "Mediterráneo"

Pero el habitual pecado de la prensa oficial cubana es de omisión.
Ningún medio publica comentarios ni estadística alguna sobre la
emigración ilegal cubana hacia Estados Unidos u otros países de este
Hemisferio, pese a que, tomando como referencia las cifras que reportan
las autoridades de inmigración de éstos, el número de cubanos que cada
año se lanzan a las peligrosas aguas del Estrecho de la Florida tratando
de alcanzar las costas estadounidenses, o que se aventuran en el cruce
de fronteras desde Ecuador, Colombia, Venezuela, Centroamérica y México,
muestra una tendencia creciente. Según fuentes autorizadas, solo en el
verano de 2014, hasta el 31 de agosto, el Servicio de Guardacostas
interceptó en alta mar un total de 1835 cubanos. Se afirma que de los
que intentan alcanzar La Florida cruzando el mar, solo alrededor del 10%
llega a su destino. Se ignora la cifra exacta de los que han perecido en
el intento a lo largo de más de medio siglo.

Paradójicamente, las imágenes de los noticieros de televisión de la Isla
mostrando las frágiles pateras y otras embarcaciones repletas de
migrantes africanos, víctimas de sus realidades nacionales y de los
traficantes humanos, suelen ser prolíficas. Probablemente las
autoridades consideren esto un recurso útil para mantener fuera de las
miras de la opinión nacional la constante y creciente marea de
emigración ilegal desde casi cualquier punto de nuestras costas, que
parece indetenible y sigue cobrando centenares de vidas humanas que
terminan en el fondo del mar o devoradas por los tiburones.

Una tragedia que, de tarde en tarde y como una simple inversión en
materia ideológica, utilizan los medios castristas para culpar al
sempiterno enemigo, ese imperialismo yanqui con su criminal Ley de
Ajuste, como si la mera existencia de una legislación de un país
extranjero determinara una contagiosa epidemia migratoria entre nosotros.

Ley que, más allá de sus posibles pecas y pecados, ofrece al emigrado de
la Isla la protección y prestaciones que no fue capaz de ofrecerles "la
revolución", lo que hace doblemente absurdo el discurso oficial al
convertir al gobierno de la Isla en el único del mundo que se lamente
por los beneficios que reciben los cubanos acogidos en ese suelo
extranjero. Máxime cuando, a la larga, dichos beneficios redundan a
favor de las arcas de la elite verde olivo, metamorfoseados en remesas,
viajes familiares y otras bondades.

Mientras, el éxodo cubano por aire, mar y tierra no se detiene. Casi a
diario la única riqueza nacional que nos queda tiende a mermar,
escurriéndose por los agujeros del naufragio de una utopía que comenzó
como revolución para terminar siendo la mayor estafa en la historia de
Cuba. Desde esta orilla los balseros siguen soltando amarras, así que es
tiempo de cortar tanto regodeo mediático a costa de los migrantes
africanos: ya los cubanos tenemos el drama de nuestro propio Mediterráneo.

Source: La soledad de los balseros | Cubanet -
http://www.cubanet.org/destacados/la-soledad-de-los-balseros/

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