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Tuesday, October 07, 2014

Créeme, si te conviene

Créeme, si te conviene
Yosvani Anzardo
7 de octubre de 2014

San Germán, Cuba – www.PayoLibre.com – En un pueblo de mujeres hermosas
y hombres feos, si es que eso no es redundar, se ganaba el pan un
paisano escribiendo historias que luego leía a los que lo visitaban,
pues la gente tiene tiempo para extraviar, pero no para leer. Así las
cosas las personas del pueblo le daban algunos centavos para que en
lugar de perder el tiempo como ellos, se dedicara a escribir historias
con las que todos luego podían soñar.

En realidad el que pagaba lo hacía a escondidas, aunque todo el mundo lo
sabía. La gente le pedía al paisano que escribiera una historia sobre él
o ella, y luego la mostraba a todos en todas partes. La gente quería que
el paisano escribiera cosas gloriosas y extraordinarias, tales como, que
iba a viajar al extranjero, que tenía una herencia en alguna parte, que
una vez había comido legalmente un bistec de res, o que tenía una puerca
de 22 tetas. Cosas por el estilo.

Una noche llegó el viejo Lay; quería que le escribieran una historia
urgente, y que más que historia era una convocatoria. El viejo
necesitaba un cubo de sudor para bañarse.
Había escuchado el paisano cosas extrañas, como la vez que la vieja
Hermenegilda hizo escribir que ella preparaba un ungüento a base de
alumbre que devolvía la virginidad; lo más seguro es que no sea cierto,
aunque todo puede ser, pero desde entonces todas las mujeres del pueblo
se casan vírgenes, y no hay quien diga lo contrario. O cuando Evaristo
aseguró que había domado al fantasma de María Mulatois, una hermosa y
antigua francesa que fue la más famosa mujer de la vida del pueblo. Buen
dinero ha ganado con ese cuento, pues las mujeres fingen creer que sus
maridos no las engañan con putas vivas.

Según el viejo Lay, alguien le echó un bilongo y desde entonces siempre
está caliente. La verdad, nunca escuché que se pueda refrescar con sudor
ajeno, pero en el pueblo todo es posible, lo único imposible es que pase
un solo día sin que ocurra algo raro.

La historia se difundió como todas las otras, de mano en mano y leída en
el parque donde la gente va a jugar lotería clandestina. También en la
cola del huevo cascado, en la del pollo por pescado y en el salón de
limpia botas.

Los primeros días nadie quiso donar sudor, tal vez por rechazo no
manifesto al trabajo voluntario. Entonces hubo que insistir en que era
un problema de salud. Así los frascos con sudor comenzaron a aparecer
porque era para un remedio. Lo mismo llegaba sudor corta´o de estibador,
que ahumado de cocinera de albergue cañero. Buen aporte hicieron los
vagos de la esquina del "Rapidito" que por primera vez vieron la
oportunidad de hacer algo útil.

El viejo Lay recibió sudor hasta decir !Esta bueno!, y se tuvo que poner
fuerte porque los vagos asumieron la obra como tarea de choque y querían
chequeo de emulación y todo.

Al parecer el viejo se curó, y desde entonces le gusta cocinar, pero
sólo hace chícharo con arroz; siempre trae un saco al hombro, dejó de
trabajar y es un poco chismoso, y lo menos molesto es que cuando ve un
buen caballo, relincha. A mi que no me jodan, pero pagaría tres
historias al paisano por saber, quien le dio el sudor de yegua en celo
al viejo, porque desde entonces los maricones tapiñaos del pueblo están
saliendo del closet.

Es como dice mi abuela, "nunca falta un parche pa´ un descoci´o".

Desde hace tiempo mucho sudor se pide con resultados evidentes, algunos
hasta por televisión, esos son los más necesitados de sudor ajeno
pa´refrescarse: Créeme, pero sólo si te conviene.

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