Pages

Thursday, September 04, 2014

Selecciones del primer y otros mundos

Selecciones del primer y otros mundos
septiembre 2, 2014
Por Martin Guevara*

HAVANA TIMES — A lo largo de los años y por diferentes causas me tocó
vivir en países del antiguamente llamado Primer, Segundo y Tercer Mundo,
a saber: la primera denominación continúa dándosele a los países
capitalistas desarrollados, la segunda ya extinguida, era para referirse
a los países desarrollados socialistas o en avanzado proceso de
desarrollo, y la tercera continúa definiendo a los países
subdesarrollados o en vías de desarrollo precarias.

Aunque estas tres categorías resulten demasiado vagas si se entiende que
Brasil y Bangladesh o Luxemburgo y EEUU quedaban en el mismo saco, sí
que había trazos que los emparentaban, tenues, sí, pero concretos.

De la observación de las diferencias, de las contradicciones y las
paradojas que se daban en unos y otros, muchas me resultaban flagrantes,
divertidas, llamativas. Pero había una paradoja que por sus aristas
evidentes, cromáticas, imposibles de ocultar, me resultaba muy curiosa,
y que hoy habiendo caído al menos todo el entusiasmo revolucionario de
aquellos años aunque perduren los estertores de algunos dinosaurios, me
sigue pareciendo sumamente visual.

Los países en cuyos seleccionados nacionales generalmente no hay ningún
atleta de procedencia extranjera, ni siquiera de los países vecinos, es
en aquellos países que pasaron por el experimento de las dictaduras
dirigidas desde la URSS, incluyendo a las repúblicas que conformaban
aquella sórdida unión.

En los únicos equipos de fútbol de las selecciones nacionales europeas
que no hay jugadores procedentes de la inmigración, es los de los países
que pretendidamente fueron los adalides de la solidaridad universal
entre los proletarios del mundo.

Inglaterra, Francia, Portugal, Austria, Bélgica, Holanda, Alemania,
hasta Italia que se resistía a la inclusión ya tiene sus hijos de
extranjeros inmigrantes, sin embargo los rusos sólo tienen rusos, los
polacos sólo polacos, los serbios ni siquiera tienen croatas, los
húngaros sólo magiares, y así con los búlgaros, letones, estonios, ni
hablar de las ex repúblicas soviéticas.

En los equipos de béisbol cubanos no hay ni un sólo jugador extranjero,
mucho menos norteamericano. En los equipos dominicanos tampoco hay
demasiada interacción con el vecindario. En cambio en los equipos
norteamericanos están los mejores jugadores de Cuba y también de
República Dominicana.

A juzgar por la pinta, sin indagar demasiado se podría aventurar que los
jugadores de béisbol tienen derecho a proceder de cualquier clase
social, pero preferentemente los inversores se inclinan a apostar por
genéticas que puedan garantizar un buen manojo de jonrones en
condiciones. Ello otorga clara ventaja a las clases trabajadoras, de
igual modo que los manager de los ajedrecistas deben procurar jugadores
más proclives a dar jaques mates que nocauts o jonrones.

De la abrumadora diferencia entre los emigrantes de una sociedad a otra,
se podría inferir que al proletariado le podrían interesar otras cosas
que las que nos inculcaron en las lobotomizadoras academias de
adoctrinamiento ideológico. Quizás cosas más relacionadas con el placer,
con el confort, la vanidad, la holgazanería, el descanso, el relax. La
vergüenza de la virtud.

El comunismo real, la revolución socialista, la dictadura del
proletariado no sólo parece haber constituido un fallido despropósito,
una experiencia de opresión continuada sin parangón al haber tenido
lugar a partir de una premisa viciada, ficticia, imposible, sino que fue
también como Roma en su momento cuando pasó de ser verdugo del viejo
Jesús a ser su más ferviente valedor, la mayor estafa y tomadura de pelo
a que se ha sometido la confianza de los necesitados.

Como mínimo resulta curioso el hecho de que no haya ni un representante
del proletariado de los países capitalistas, emigrado por causas
políticas a los países ex comunistas o los pocos socialistas que a duras
penas se mantienen en pie, que hubiese aguantado un minuto más en dicha
sociedad, que lo que tardó en expirar la prohibición de entrada a su
país, ni que se hayan quedado la descendencia de estos, llama la
atención que no nunca hubo oleadas de norteamericanos pidiendo asilo en
la URSS Corea o Cuba, no me refiero a ricos, sino a multitudes de
homeless, de trabajadores explotados, y por supuesto no hay un sólo
indignado inglés, francés o español que quiera pasar ni siquiera un sólo
día como ciudadano cubano, ex soviético, polaco o vietnamita.

Ni siquiera las pobres personas en condiciones extremadamente precarias
de África centraron jamás sus esfuerzos para cruzar fronteras hacia las
patrias del obrero y el campesinado, de la ex Yugoslavia, de Bulgaria de
Rumania, o de las más cercanas Argelia, Angola, Mozambique, Etiopía
cuando tenían revoluciones socialistas, ni los Guatemaltecos,
costarricenses, salvadoreños o mejicanos se desvivieron por entrar
clandestinos al paraíso del hombre humilde que pregonaba Nicaragua, ni
los pakistaníes e indios a las repúblicas soviéticas.

Contrasta por la cantidad ingente de personas agraviadas por el
colonialismo en los orígenes de sus nacionalidades o etnias, que no
obstante ello, no sólo no reniegan ni un ápice de la Metrópolis, sino
que la han procurado como la mosca al residuo intestinal.

Podría dar que pensar una de dos cosas.

O bien que cada una de esas sociedades son bien diferentes a lo que nos
enseñaron, o que el ser humano, con el proletario incluido y en
destacadísimo primer lugar, no es demasiado diferente de una perecedera
y medianamente útil pieza mecánica de plástico, lo más alejada posible
de cualquier precepto moral.

En todo caso parece que el ser humano, incluso la clase trabajadora, con
tiempo y posibilidad de elección, más que la muerte de la burguesía, la
distribución equitativa de todos los bienes, el estímulo moral y la
solidaridad de clases, termina haciéndose simpatizante de muy buena
gana, de las opciones que contemplen al individuo, la libertad de
opinión y movimiento y ¿por qué no? también amante incondicional de unos
buenos morlacos en el bolsillo, como sucedáneos del amor eterno y la paz
universal, en tanto ésta se toma su tiempo y recaudos para darnos ese
tan esperado alcance.
—–

(*) Visita el blog de Martín Guevara

Source: Selecciones del primer y otros mundos - Havana Times en español
- http://www.havanatimes.org/sp/?p=98861

No comments: