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Sunday, September 21, 2014

Donde antes estuvo el Telón de Acero

Donde antes estuvo el Telón de Acero
FRANCIS SÁNCHEZ | Ciego de Ávila | 21 Sep 2014 - 8:26 am.

Una visita a uno de los pasos fronterizos donde la gente escapaba del
comunismo hacia la libertad.

Visitar Eslovaquia, para un cubano que nació y creció, como se dice,
"dentro de la Revolución", ha podido significar la extraña oportunidad
de salir del hueco de una trinchera, la grieta real del comunismo, y
hacer un viaje en el tiempo cruzando una frontera hacia la posibilidad
más lejana pero posible de una sociedad democrática.

El pequeño país que antes integraba la República Socialista de
Checoslovaquia, surgió y alcanzó su independencia por la pacífica
Revolución de Terciopelo en 1989. Desde entonces, Eslovaquia vive una
inevitable etapa de transición, compleja y dilatada quizás por la suerte
que tuvo de que el cambio fuese no violento. Quienes controlaban el
poder dentro del abolido sistema totalitario, se beneficiarían de su
acumulación de influencias para prosperar gracias a las nuevas
oportunidades.

¿Quién sabe hasta cuándo, hasta cuántas generaciones más allá de las que
empiezan a ver el cambio, puede durar ese período de transición? Muy
estructurales y profundas, muy antropológicas pueden llegar a ser las
distorsiones provocadas por la falta de libertad y la simulación
generalizada.

Por eso, para este cubano, llegar a Bratislava significó entrar en una
zona fronteriza no solo desde el punto de vista geográfico, sino también
histórico, que le atañe y afecta directamente.

Devín y el monumento

Y así iba yo uno de estos días, con mi cámara fotográfica, por las
orillas del Danubio, tomando muestras de la belleza de los paisajes y la
atractiva calidad de la vida cotidiana, cuando llegué a Devín, un
pequeño poblado a unos 13 kilómetros de Bratislava, donde las aguas del
Danubio y el Morava se unen. Quería visitar las ruinas del gran castillo
construido en 1237 sobre una elevación y que constituye un hito en la
historia y la cultura. Napoleón quiso abolirlo a cañonazos.

Bueno, creía yo que las ruinas de la fortaleza de Devín era lo que más
me iba a impresionar. Pero no. Me esperaba un singular monumento, más
sentimental que sólido, frente al que me hallé de pronto, abajo, entre
el peñasco del castillo y el río.

El Monumento a las Víctimas del Telón de Acero es como el marco de una
puerta hecha donde antes estuvo un muro y representa, a mi entender, esa
entrada que quizás tenían en sus mentes todos los que intentaban escapar
—según la propaganda roja— desde el paraíso hacia el infierno. Por eso,
aquí huellas de metrallas son los signos más elocuentes sobre la tosca
piedra. A quienes trataban de salir, los cazaban a tiros o, de ser
capturados, los fusilaban.

Se lee esta inscripción: "Durante el período comunista en la antigua
República Checoslovaca cerca del Telón de Acero 400 hombres y mujeres
fueron asesinados. La Confederación de Exprisioneros Políticos ha
levantado este monumento para que su sacrificio en la búsqueda de la
libertad inspire a las futuras generaciones".

¿Y por qué buscaban ser libres preferiblemente por este sitio?,
pregunté. Constituía el punto más cercano a Occidente adonde se podía
llegar. Ya sobre la orilla opuesta del río era —y es— Austria.

Difícil resulta ahora imaginar, sobre este amplio y hermoso paisaje de
primavera, las cercas y alambradas que existieron, las garitas, los
perros, y los soldados prestos a apretar el gatillo. Nada queda de
aquellos obstáculos, salvo el río que se usó como un muro natural.

Reflejos en el agua

El aspecto disuasivo y a la misma vez tentador de la masa de agua me
hizo pensar en el paralelismo con Cuba, el mar, los balseros y un verso
emblemático de Virgilio Piñera: "La maldita circunstancia del agua por
todas partes".

Y pensar que en esto tampoco tuvimos suerte. No es lo mismo intentar
cruzar un mar infestado de tiburones.

Los nombres de las víctimas aparecen aquí grabados sobre el lado
interior del dintel. Viéndolos, aún sin entender la grafía, entiendo
más: si un día se hiciera monumento similar sobre la costa cubana,
seguramente los nombres de familiares, amigos o conocidos de cada uno de
nosotros estarán allí o, de no ser por pequeños cambios de
circunstancias, hubieran podido estar.

Entonces, en ese otro monumento por hacer, ¿el recordatorio de los
nombres de balseros tragados por el agua no superaría ampliamente a este
listado, como mismo la superficie del océano a la de un riachuelo?

Quizás en invierno tenían más posibilidades de éxito, si la superficie
se congelaba, porque ahora veo que al llegar la primavera corre muy
rápido el río, imposible de cruzar a nado.

Pero también lo intentaban, increíblemente, volando.

Y oír estas historias, de personas que se subían al castillo y, armadas
de alas, se lanzaban con la ilusión de llegar planeando hasta el otro
lado de la frontera, me causa asombro y no me saca de la imaginación
extraordinaria de los mismos hechos si tuvieran lugar en Cuba. Sin
embargo, los elementos naturales no constituían el principal valladar
para los que querían llegar a la libertad, sino la vileza humana.
Alcanzados por las balas a mitad del vuelo, podían caer al agua y ser
arrastrados por la corriente.

Hoy Devín es una zona de paseo y campismo. Aficionados a la pesca se
juntan en la orilla lanzando sus anzuelos tan lejos como pueden. Austria
y Eslovaquia pertenecen a la Comunidad Económica Europea, así que
cualquiera toma un ómnibus en Bratislava y llega a Viena casi en una
hora, sin más trámites que pagar los 7 euros del pasaje.

Por el camino, nos enamora el extenso panorama del hombre en armonía con
la naturaleza. Campos de trigo y girasoles, grandes turbinas de parques
eólicos generando energía limpia, y las típicas y coloridas comunidades
campestres.

De las casas, destacan los jardines bien cuidados. Y casi sin querer,
uno se pregunta: ¿siendo otra nuestra naturaleza, esta no es la misma
armonía que uno desea encontrar en el suelo de la patria?

Source: Donde antes estuvo el Telón de Acero | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1411248287_10493.html

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