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Tuesday, August 12, 2014

Maleconazo y disidencia vitiérica

Maleconazo y disidencia vitiérica
No se trata de que para oponerse a la dictadura haya que tocar a
degüello. Se trata de que ninguno de los tantos cuadernos disidentes da
resultado alguno porque la gente no responde
Arnaldo M. Fernández, Broward | 11/08/2014 3:05 pm

Llegó el XX Aniversario del "único tumulto que se ha creado" (Fidel
Castro, Biografía a dos voces, Debate, 2006, página 303) y no se
rememora un pasaje que parece dar algo así como una lección de la
historia: el grito de ataja que profirió Cynthio Vitier en el Centro de
Estudios Martianos, al largar su conferencia Martí en la hora actual el
mismo día, viernes 9 de septiembre de 1994, en que Ricardo Alarcón y el
subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos, Michael Skol,
firmaban en Nueva York el comunicado conjunto Cuba-USA sobre migración
para resolver la crisis de los balseros.
Vitier gritó que si los cubanos leyeran bien a Martí no habría ni más
crisis ni más balseros. Y a tal efecto propuso compilar "verdades
esenciales que —según el propio Martí— caben en el ala de un colibrí" y
—según el propio Vitier— podían darse a los cubanos en unos cuadernos
para evitarles el trabajo de buscarlas por entre las obras completas de
Martí regadas por toda la Isla.
Desde luego que los cuadernos martianos —preparados por Vitier y su fina
esposa— no sirvieron para nada. Los cubanos siguieron yéndose a EEUU
como podían y Vitier falleció sin haber completado su propia
alfabetización martiana con aquello de que la persona redentora es "una
idea de otro mundo y edades" (Patria [Nueva York], 1 de abril de 1893).
Vitierismo opositor
Sin embargo, el ademán de Vitier de resolver problemas con cuadernos
parece haber arraigado en la bandería contraria. Los líderes de la
oposición (pacífica o cívica), disidencia, resistencia o como se llame,
que no capitalizaron "el único tumulto" ni mucho menos al electorado
antigubernamental[1], se creen o fingen que se puede hacer política
eficaz al margen de la gente y, en vez de provocar los problemas de
legitimación en las urnas, proceden con cuadernos.
No importa que sean panfletos sujetos a firma o discusión, memorias
flash o CDs, twitters o blogs, documentales o videos, periódicos
impresos o digitales, programas de radio o lo que sea. La clave es la
misma de Vitier con sus cuadernos martianos: impartir una lección
ilustradora que animaría a la acción ciudadana. Y sobre tal o cual
lección ilustradora de la oposición se arman campañas y más campañas,
que siempre terminan sin atraer jamás a tantos ciudadanos como para
hacer política.
No se trata de que para oponerse a la dictadura haya que tocar a
degüello. Se trata de que ninguno de los tantos cuadernos disidentes da
resultado alguno porque la gente no responde, ergo: las plataformas de
oposición no dan por ningún lado con el apoyo popular. Como advirtió en
2009 el jefe de la SINA Jonathan Farrar sobre los líderes opositores:
"Pese a sus afirmaciones de que representan a 'miles de cubanos', vemos
muy pocas pruebas de tal respaldo." Y entonces no puede menos que
abrigarse la sospecha psico-sociológica o socio-psicológica de que
realmente no hacen política, sino bullshit.
La redención vitiérica
Quizás otra lección histórica estriba en que el castrismo traspasa sus
problemas a EEUU. Así como el tanganazo en la embajada del Perú vino a
parar en la segunda invasión demográfica desatada por Castro contra
Estados Unidos [la primera fue por mar y aire: Camarioca - Vuelos de la
Libertad], el Maleconazo propició la tercera invasión demográfica por
jugada política de manigua: el 8 de agosto de 1994, Castro autorizó a
emigrar con "medios propios".
Tras desbancar a la CIA con agentes, Castro recurrió a la gente como su
clave política contra EEUU. De casi dos millones de cubanos avecindados
al norte, la mayoría abrumadora entra en sinergia con la industria
procastrista de viajes y llamadas, paquetes y remesas, para sobrepujar a
quienes todavía componen sueños políticos con flujos de información sin
atenerse a flujos de personas.
Desde luego que siempre queda el consuelo de hacer lo que se puede.
Cualquier bullshit pasa entonces por oposición política, sobre todo en
la creencia de que el paso del tiempo milita también en la oposición.
Solo que el justo tiempo humano para hacer política opositora en Cuba se
estira ya a la extensión cuasi-religiosa y la transición valdría tanto
como aquel vitierazo de que Martí es "la imagen capaz de engendrar
hechos redentores de la historia". Sustitúyase a Martí por democracia y
libertad para propagar bullshit de la práctica a la teoría política.

[1] En las elecciones de 1993, La Habana tenía 1.639.621 electores
registrados, de los cuales solo 1,7 % se abstuvo de votar, pero 10,1 %
anuló su boleta y 4,3 % optó por dejarla en blanco (Tribuna de La
Habana, 28 de febrero de 2003). Los líderes de esta oposición fueron la
escasez y los apagones.

Source: Maleconazo y disidencia vitiérica - Artículos - Opinión - Cuba
Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/maleconazo-y-disidencia-vitierica-319714

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