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Tuesday, April 08, 2014

Un hospital en Santiago

Un hospital en Santiago
LOURDES GÓMEZ | Santiago de Cuba | 8 Abr 2014 - 9:29 am.

Lo que uno encuentra cuando ingresa un familiar en el más importante
hospital santiaguero: hacinamiento, falta de higiene y del más sencillo
instrumental médico, salas de todo un piso clausuradas.

A propósito de la merecida subida de sueldo a los trabajadores de la
salud en Cuba, se han creado muchas expectativas. De ellas, el
mejoramiento de la infraestructura hospitalaria es la fundamental, pues
nadie puede entender que un sector que aporta tantas divisas al país
tenga sus instalaciones y equipamientos en total deterioro.

Es lo que ocurre en el Hospital General Docente Clínico Quirúrgico
Saturnino Lora, de Santiago de Cuba, llamado popularmente Hospital
Provincial. Fundado en 1960, aunque su diseño y construcción fueron
hechos antes del triunfo revolucionario, se ha mantenido como el centro
médico insignia de la ciudad. Su ubicación, dimensiones e historia le
han dado esta responsabilidad, pero su magnificencia arquitectónica es
solo fachada. La realidad es que la instalación es un reflejo de la
crisis del país.

De ello da fe la historia de René, cuentapropista de 42 años, que pasó
dos meses de acompañante de su madre, ingresada de urgencia por
problemas diabéticos y circulatorios en la Sala de Angiología, y que
finalmente tuvo que ser amputada.

Pasar un mes de acompañante fue una experiencia tortuosa. Comenzó a su
llegada al hospital cuando en el cuerpo de guardia no había asientos
para las personas en espera de ser atendidas. Al recibir la orden de
ingreso, no se disponían de camillas o sillas de ruedas, por lo que tuvo
que subir a su madre haciendo una silla de brazos entrelazados junto con
su padre. Y gracias que el elevador funcionaba, porque la sala está en
el cuarto piso.

"Los grandes problemas del hospital están en el hacinamiento, la falta
de higiene, de instrumental médico, de enfermeras y personal auxiliar de
limpieza", resume René. "En el cubículo de mi madre había ocho camas en
un espacio para seis. Había que sumarle a esto acompañantes, mecedoras,
más la cantidad de cosas que hay que llevar de casa: ventilador, cubo,
calentador, pomos con agua, almohada, sabanas, toallas, ropas, los
cacharros con comida. Ni moverse podía uno en aquella sala".

Y es que aunque el hospital dispone de sábanas, toallas, pijamas y
demás, están tan en mal estado, con roturas por desgaste y
envejecimiento, tan descoloridas y manchadas que los pacientes, si
pueden, prefieren traer esos artículos de sus casas, por miedo a un
contagio.

"En cuanto a la higiene, los graves problemas están en los baños",
continua René. "En el cuarto piso hay dos, uno está clausurado por
tupición, y en el otro, de las cuatro tazas sanitarias solo descarga
una. Las instalaciones están dañadas debido a que por allí se tiran los
restos de comida traídos por los familiares de los pacientes. Por esta
situación, ese baño es usado por más de 60 pacientes y, al disponer de
una sola empleada de limpieza, permanece sucio, pues solo se limpia dos
veces: en la mañana y en la tarde".

"Por otro lado están las cucarachas que, cuando se apaga la luz, son una
epidemia. Muchos se ponen algodones en los oídos para que no le entren".

Esto último no es sorprendente: las cucarachas alemanas son una plaga
común reportada en varios hospitales de la ciudad y, al parecer, las
autoridades sanitarias no tienen forma de acabar.

René cuenta que el equipamiento médico es escaso. "Solo había una cuña
para un cubículo de 8 pacientes, por lo que hay que rotarla, en una sala
donde la mayoría de los pacientes no pueden deambular".

Asimismo, no hay sillas de ruedas para mover a estos pacientes, por lo
que tuvieron que hacer una reunión con el personal médico para
solicitarle que implementaran un servicio de muletas para mejorar la
situación.

La escasez de instrumental elemental como termómetros, esfigmos o
jeringuillas es tan escandalosa que Leticia, ama de casa de 49 años, se
asombró cuando acudió al cuerpo de guardia por unos abscesos en las
axilas y, al ser enviada al cirujano de guardia, no había bisturí para
hacerle un drenaje. "El mismo doctor no se lo podía creer", recuenta.
"Tuve que buscar yo misma el bisturí. Al final lo resolví con una
paciente que llegó para atenderse y llevaba de todo, hasta los guantes.
Gracias a ella, que me dio un bisturí que le sobraba".

El inmueble, que exteriormente parece en buen estado, tuvo una
reparación capital en 2007. Pero como siempre estas reconstrucciones
padecen del apuro de las fechas de entrega y robo de materiales, no es
raro que salas del quinto piso estén cerradas por filtraciones. Lo cual
obliga a hacinamiento en otros pisos, y lo más lamentable es ver cómo se
destruyen las camas inteligentes donadas por Estados Unidos, pues los
enchufes para su funcionamiento fueron ubicados allí.

El insuficiente personal de enfermería y auxiliar, ya sea por misiones,
reducciones de plantilla o deserción por bajos salarios, influye en la
limpieza y eficiencia de la atención medica. Los servicios del primer
hospital docente de las provincias orientales dejan hoy mucho que desear.

Poseer un personal médico calificado no resulta suficiente para ofrecer
una asistencia de calidad. La tan cacareada potencia médica que los
medios oficiales no se cansan de alabar se resquebraja a simple vista, y
está terminantemente prohibido realizar fotos en las instalaciones.

Mientras seguimos alardeando de nuestras misiones médicas "caritativas"
por el mundo, en casa tenemos cuchillo de palo. El culpable, según el
Gobierno, es el imperialismo yanqui.

Source: Un hospital en Santiago | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1396909883_8029.html

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