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Tuesday, April 08, 2014

Nobleza obliga

Publicado el martes, 04.08.14

Nobleza obliga
NICOLAS PEREZ

Un error de un columnista que escribe para muchos que no nos conocen es
hablar en primera persona, pero en esta ocasión estoy obligado porque
nobleza obliga. Se trata de darle vueltas a un tema para caer finalmente
donde deseamos.

He sido una persona activa desde niño, no paro, incluso soy hiperactivo.
Esto puede parecer molesto, pero creo que las pocas cosas que he logrado
en mi vida han sido a causa de ser un reguilete. En esta selva que es la
vida actual, para sobrevivir, no parar de pensar ni aun cuando duermes
puede ser una carta de triunfo.

Cuando abandoné Cuba llegué a Miami y obsesivamente trabajé día y noche,
a veces sin el dulce paréntesis de los domingos. A los 65 años me retiré
dignamente y le vendí el laboratorio de vitaminas que fundé a mis hijos.
Los primeros seis meses fueron una maravilla, fue como una liberación,
como librarme de un gran peso de encima, pero semanas después me sentí
un inútil, como un tonto. 

Sin embargo, fue una decisión sabia. La acepté en el momento que
entendí, que después de mucho tiempo de formarlos, mis hijos estaban más
capacitados para enfrentar la vida que yo, y dirigir un negocio, que
inicié hace casi 30 años en una oficinita de 500 pies cuadrados. 

Envejecer puede resultar feo, todo te cae arriba de un golpe, cuando no
te duelen los pies te duele el hígado, y cuando no la próstata, pero el
dolor más fuerte es el del alma. No hay nada más patético que escuchar
una conversación telefónica entre dos viejos, compitiendo por ver quién
tiene un número mayor de enfermedades. Las enfermedades en la vejez a
veces no son un castigo del tiempo, sino un triunfo por el hecho del
milagro  de que aún sigamos vivos.

Tampoco he renunciado a ver crecer mis logros y sueños. Contrariamente a
muchos compañeros de prisión pienso que la clandestinidad no fue un
triunfo,  tampoco la cárcel, solo circunstancias inevitables.  Aún
menos el negocio creado en Miami.

Mi gran logro son mis hijos. 

El gran sueño de mi vida fue ser abogado, estudiaba Leyes en la
Universidad de La Habana, me lo impidió el castrismo. Hoy hablo casi
diariamente con Ernestico, mi hijo menor, abogado en la Fiscalía de
Broward, que me cuenta diariamente sus juicios, triunfos y derrotas, me
transporto con cada una de sus palabras. Y a veces, ensimismado en los
delirios típicos de mi edad pienso que él soy yo.

Y visito el laboratorio una vez a la semana, y disfruto,  supongo, lo
que disfrutó Napoleón en su regreso de su confinamiento en la isla de
Elba a París, abrazo a los empleados, les doy un beso a todas las
muchachitas y me siento como un dios vencido, pero de cualquier manera,
un dios.

Al retirarme de los negocios me sentí como un náufrago. Mi tabla de
salvación para sentirme persona de nuevo fue escribir todos los
miércoles en la sección Perspectiva de el Nuevo Herald. Me costó más
trabajo que a un elefante copular con una hormiga. Estuve años enviando
artículos a Perspectiva, que por entonces se llamaba Opiniones, que me
publicaban una semana, y pasaba otro mes quedándome con la carabina al
hombro. Pero mi persistencia y la ayuda de Araceli Perdomo tuvieron
fruto, tratando de decir algo semanalmente creo que aprendí finalmente a
escribir, hasta que un director del periódico, Humbertico Castelló, me
pidió que escribiera semanalmente, y claro clarito, que acepté.

Hoy estoy de nuevo replanteándome qué hacer con mi vida. No me siento
bien de salud y a veces el Alzheimer en la vejez es un compañero de
viaje insufrible. Estoy cometiendo errores en mis últimos artículos.
 En uno de los últimos llamado Los Milagros, entre los cotidianos
confundí la estupenda revista católica de Miami Ideal, dirigida por el
excepcional Lorenzo de Toro, con la revista católica de Cuba La
Quincena, y segundo error, Ideal no tiene 23 años sino más de 42 de
fundada, el milagro es mayor.

Por lo anterior, estoy planteándome con seriedad, al igual que le pasé
el laboratorio a mis hijos porque estaban más preparados que yo para
asumir los riesgos de los negocios, si no debo renunciar a el Nuevo
Herald todos los miércoles, para que ocupen mi lugar  cachorros de
periodistas para que asuman el riesgo del periodismo, y que seguramente
lo van a hacer mejor que yo.

Solo, ¿qué hago ahora sin escribir los miércoles en el Nuevo Herald,
empinar chiringas o volverme loco?  Creo que con todas mis
limitaciones, si me lo permiten, seguiré escribiendo hasta el día de mi
muerte. Y ojalá que mi actual depresión pase rápido. No son problemas
psicológicos, es la vejez.

Nicop32000@yahoo.com

Source: NICOLAS PEREZ: Nobleza obliga - Opinión - ElNuevoHerald.com -
http://www.elnuevoherald.com/2014/04/08/1720724/nicolas-perez-nobleza-obliga.html

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