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Friday, April 11, 2014

El pusilánime Mr. Gross

Publicado el miércoles, 04.09.14

VICENTE ECHERRI: El pusilánime Mr. Gross

Cuenta Polibio en su Historia General que, luego de la batalla de Cannas
(216 A.C.), acción en la cual 70,000 romanos quedaron muertos en el
campo, Aníbal –el general cartaginense que acababa de obtener una
memorable victoria– le propuso al Senado romano que rescatara, a un
precio casi simbólico, los 10,000 soldados que habían sobrevivido a la
matanza y que ahora eran sus prisioneros. Parecería lógico y humano que
un gobierno quisiera rescatar el remanente de una tropa que, por otra
parte, había combatido con bravura. Sin embargo, y pese a que Roma se
encontraba en el momento más difícil de su historia, el Senado rehusó
rescatar a esos soldados y los abandonó a merced de sus captores, lo
cual sólo podía significar para ellos la ejecución o el mercado de
esclavos. La razón para ese abandono era de índole estratégica y moral:
el Estado no estaba dispuesto a aceptar el chantaje de sus enemigos y,
al mismo tiempo, quería advertirles a sus hombres que, en esa guerra que
libraban, no había más que dos opciones: la victoria o la muerte.

Me he acordado de esta anécdota de Polibio por el chantaje que el
régimen cubano quiere hacerle a Estados Unidos, una vez más, valiéndose
del pusilánime de Alan Gross, quien –desde Cuba, donde cumple prisión
por unos cargos arbitrarios y fabricados– no cesa de pedirle al gobierno
de Obama, con una vehemencia que da pena, que haga cualquier cosa por
obtener su libertad. Ahora resulta que se ha declarado en huelga de
hambre, tal vez aconsejado por sus propios carceleros, y los portavoces
del castrismo se valen de la situación para ofrecerles a las autoridades
estadounidenses un canje de presos: Gross a cambio de sus tres agentes
que cumplen altísimas sanciones en este país por espionaje.

Sería muy lamentable que el gobierno de Estados Unidos cayera en esta
trampa en la que Gross siempre ha sido el cebo o que, motivado por un
elemental sentimiento de piedad, sucumbiera a los ruegos del preso o a
los lamentos y denuncias de su familia, que ha montado desde hace tiempo
una campaña de amenazas y lloriqueos. Sería bueno que las autoridades de
este país repitieran lo que ya antes han dicho: que el caso de los
espías cubanos –debidamente investigados, procesados y sentenciados– no
es equiparable con el secuestro de un hombre que fue a llevar equipos
electrónicos a la comunidad judía en Cuba, y que fue juzgado por el
obediente y parcial tribunal de un régimen ilegítimo, con el fin último,
además, de este chantaje que ahora proponen.

Es penoso que el Sr. Gross esté preso sin motivo en Cuba y lamentable
que su salud se deteriore o que, incluso, llegue a morir en su prisión;
pero más tristes, ciertamente, son sus quejas y los reclamos que le hace
a su gobierno, en los que antepone, en todo momento, su comodidad y
seguridad personales a la dignidad de su patria, a la que no le
avergüenza pedirle que ceda ante las injustificadas demandas de los
castristas, así como no parece ofenderle que lo igualen –en este posible
canje– con unos delincuentes convictos.

Si el Sr. Gross tuviera un poco de valor –el mínimo que hace falta para
vivir con dignidad– en lugar de prestarse a esta movida del régimen
cubano, diría clara y firmemente que no querría salir de la cárcel al
precio de ser canjeado por estos tres miserables espías, enemigos de su
país; que es preferible la prisión a la deshonra. Y esa postura, de
paso, forzaría al gobierno de Washington a explorar con más ahínco otras
avenidas para su excarcelación.

Por su parte, el presidente Obama, investido con la primera magistratura
de esta nación, debería ver más lejos a la hora de responder a esta
oferta que, de aceptarla, vendría a agregar otro fiasco a su ya torpe
trayectoria. La vida de Alan Gross no está por encima de la dignidad de
su país ni de sus leyes. Es loable que el gobierno de Estados Unidos
gestione su libertad, pero no a toda costa. Si la maldad del régimen que
lo mantiene preso no cede a los argumentos de la justicia y la razón,
tal vez le toque morir en cautiverio, del mismo modo que murieron en su
día, casi seguramente, aquellos soldados que el Senado romano se negó a
rescatar.

© Echerri 2014

Source: VICENTE ECHERRI: El pusilánime Mr. Gross - Opinión -
ElNuevoHerald.com -
http://www.elnuevoherald.com/2014/04/09/1722221/vicente-echerri-el-pusilanime.html

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