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Monday, April 07, 2014

Cuba - prisioneros de la guerra

Cuba: prisioneros de la guerra
En noviembre de 1975 comenzó el operativo militar denominado Carlota,
clasificado como secreto de Estado y dirigido por Fidel Castro.
Iván García Quintero
abril 06, 2014

Fermín, 51 años, todavía se considera un rehén de la guerra en Angola.
Su facha desaliñada, abultado abdomen y un incipiente Alzheimer, dista
de ser un retrato de esos héroes de campañas bélicas que nos cuentan los
libros de historia.

Perdió su pierna izquierda por la onda expansiva de una mina en la
jungla angolana. Tras su regreso en 1988, ha recibido varios
tratamientos siquiátricos. En esta primavera de 2014 sobrevive vendiendo
bisutería barata en una céntrica avenida habanera.

"Cuando regresé de Angola, mentalmente desecho y sin una pierna, mi
deseo era suicidarme. He tenido muchos problemas de adaptación. Busqué
refugio en la bebida y comer impulsivamente. Me zampaba una libra y
media de pan diaria y hasta 20 bolas de helados. Aunque supuestamente
somos héroes de guerra, el Estado, con el tiempo, nos ha ido olvidando.
He podido vencer la locura y la soledad leyendo libros y viendo
películas que no sean bélicas", cuenta Fermín.

En noviembre de 1975 comenzó el operativo militar denominado Carlota,
clasificado como secreto de Estado y dirigido por Fidel Castro. Ese
otoño, viejos aviones Bristol Britannia transportaron rumbo a Luanda el
primer contingente de soldados élites.

La presencia militar de Cuba en Angola se extendió por 16 años. Algo más
de 300 mil soldados y oficiales participaron en la guerra civil o
combates frente a tropas de la Sudáfrica racista.

En esa época, Fidel Castro intentaba exportar la revolución mediantes
métodos subversivos a Nicaragua o El Salvador, además de preparar en
campamentos clandestinos a insurgentes de medio mundo. Algunos, como el
venezolano Ilich Ramírez Sánchez, apodado El Chacal, años después se
transformaron en auténticos terroristas.

Con la llegada de Castro al poder en enero de 1959, de manera inédita,
tropas cubanas participan en guerras fuera de su territorio. Solo en
Angola, según datos del régimen, 2,655 oficiales y soldados perdieron la
vida.

Los mutilados de guerra superaron los 5 mil. Y las estadísticas sobre
traumas post bélicos que han convertido a muchos en guiñapos humanos, se
manejan con absoluta reserva por parte de los medios oficiales.

Cientos de aquellos soldados que dormían parapetados detrás de una
trinchera en una selva angolana, hoy están aglutinados en una asociación
estatal de combatientes que la autocracia castrista utiliza como fuerza
paramilitar.

En cada municipio de la isla existe una. Ortelio, 59, años dos veces al
mes se reúne con ex combatientes 'internacionalistas' en una casona del
Vedado que sirve de sede a la asociación.

"Participamos en diferentes actividades. A veces jugamos dominó o
tomamos ron. Debemos informar sobre los contrarrevolucionarios que viven
en nuestros barrios. Y nos convocan para tomar parte en actos de repudio
o chequear a los disidentes. A los combatientes de más confianza le han
asignado teléfonos móviles que paga el Estado", señala Ortelio.

Algunos de aquellos soldados que arriesgaron su vida en nombre de una
ideología les va mejor. Eliécer, 55 años, estuvo en Angola a fines de
los 70. Ahora trabaja de portero en un centro nocturno.

"Yo me desligué de la asociación. Es un instrumento para hostigar y
delatar a los que piensan diferente. Además, el trato después de mi
regreso de Angola no fue el mejor. Aquí me gano unos 'chavitos' que me
sirven para dar de comer a mi familia", apunta Eliécer.

Otros no han tenido tanta suerte. Dagoberto, un ex oficial que estuvo
tres años en Angola, regresó con una marcada demencia. El alcohol y la
marihuana lo alejaron de su familia. Luego de emborracharse, dormía en
los portales de la Calzada 10 de Octubre. Para ganarse unos pesos,
cantaba y bailaba por la calle.

Al caer la tarde, tomaba a pulso ron casero filtrado con miel de purga o
carbón industrial. El trago habitual de los olvidados. Solía relatar
episodios bélicos. Una noche, contaba, ejecutó de manera sumaria a tres
angolanos que supuestamente colaboraban con las tropas de Jonas Savimbi.

Siempre se sintió culpable. Intentaba alejar los fantasmas de la guerra
cantando y bailando música salsa y bebiendo ron. No lo logró. Una
madrugada se ahorcó con su propio cinturón de la viga del techo de un
edificio deshabitado.

Source: Cuba: prisioneros de la guerra -
http://www.martinoticias.com/content/cuba-prisioneros-de-la-guerra-/33773.html

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