Pages

Friday, April 12, 2013

Raúl Castro y las elecciones presidenciales en Venezuela

Venezuela, Maduro, Capriles

Raúl Castro y las elecciones presidenciales en Venezuela

Pensar que se reconocería una victoria de Capriles es no conocer al
castrismo

Eugenio Yáñez, Miami | 11/04/2013 10:01 am

El castrismo aprende de errores anteriores, sobre todo cuando se trata
de cuestiones que tienen que ver con conservar el poder por sobre todas
las cosas.

Salvador Allende no pudo llevar a cabo su proyecto socialista en Chile,
entre otras razones, por la tenaz resistencia de la mayoría del
Congreso. Fidel Castro consideró que fue un error no haber disuelto el
Congreso chileno desde el primer momento, cuando la Unidad Popular
contaba con más simpatías, y después fue demasiado tarde. No por
casualidad una de las primeras medidas de Hugo Chávez al ocupar la
presidencia en 1999 fue —asesorado por el Comandante— disolver el
Congreso venezolano y convocar una Asamblea Constituyente.

Los sandinistas en Nicaragua aceptaron unas elecciones que no pudieron
manipular a su antojo. Ofrecían en la radio premios a quien pronosticara
correctamente con qué porcentaje arrasarían en esas elecciones. Los
resultados se conocen: Violeta Barrios de Chamorro ganó y restableció la
democracia, y a la pandilla solamente le quedó repartirse
escandalosamente la piñata antes del traspaso de poderes. Fidel Castro
consideró que había sido un error realizar unas elecciones donde no
estuviera garantizada la victoria, y a partir de entonces las
"elecciones socialistas del siglo XXI" se deciden antes de que los
votantes vayan a las urnas.

No tiene sentido alegar razones donde imperan presiones. Ni leer
encuestas, algunas de ellas amañadas. Ante la inminencia de las
elecciones presidenciales del 14 de abril en Venezuela, diferentes
personas analizan y hacen pronósticos como si fueran en Estados Unidos,
Suiza o Inglaterra, donde se respetan los resultados de las urnas. Los
representantes del castrismo que pululan en los foros de comentaristas
dirán que George W Bush se robó las elecciones del año 2000 en La
Florida. Lo siento por ellos —o no, verdaderamente no lo siento— porque
las evaluaciones morales que hagan los hermanos Castro y repitan sus
esbirros no tienen la más mínima importancia.

Es absurdo pensar que el Gobierno cubano esperaría pasivamente el
resultado de las elecciones para recoger las maletas y largarse de
Venezuela si triunfara la oposición. Porque lo que está en juego para el
régimen no son solamente el suministro petrolero y los subsidios
multimillonarios, de extraordinaria importancia para el neocastrismo,
sino incluso el modelo de dominación a través de un poder dictatorial
que controla los resortes fundamentales de la sociedad pero sabe
aparecer como democracia, modelo que no es ajeno a las pretensiones de
La Habana para la etapa del postcastrismo que se pretende establecer
durante la transición al gobierno sucesor de "los históricos" a partir
de 2018.

Se dice en Miami —¡ay, cuantas cosas se dicen en Miami!— que desde La
Habana están desesperados enviando a Venezuela y cedulando a cientos de
cubanos para que puedan votar, porque necesitan hasta el último voto.
Aunque todo voto es importante en cualquier elección, en una operación
donde se van a manipular y controlar —ya se hace— tal vez hasta más de
catorce millones de votos, no parece realista que el Gran Elector pierda
tiempo y esfuerzos en unos cuantos cientos de votos de cubanos llegados
a última hora para intentar rescatar a un chavismo que estaría
sucumbiendo, según partes de combate desde El Arepazo, versión
venezolano-miamense del Versailles y La Carreta.

No hay política sin memoria. El 7 de octubre de 2012 Henrique Capriles
reconoció casi inmediatamente su derrota, legitimando la victoria de
Hugo Chávez sin cuestionar los procedimientos electorales.
Posteriormente, se desentendió de su papel como líder nacional opositor
para volver a aspirar a gobernador del estado de Miranda, perdiendo de
vista que la salud de Chávez podía modificar los escenarios venezolanos
en cualquier momento, y solamente reapareció en el candelabro
presidencial a última hora, después de anunciada la muerte del caudillo,
cuando ya los chavistas llevaban semanas aceitando su maquinaria y
haciendo campaña. Ahora anticipa que los mecanismos del Gobierno le
pueden derrotar fraudulentamente, mientras el chavismo se compromete a
respetar los resultados electorales y acusa a los opositores de preparar
violencia post-electoral. Con sus desavenencias internas,
improvisaciones, y falta de estrategias y coordinación, la oposición
venezolana deja bastante que desear.

Es cierto que Nicolás Maduro carece de carisma, y ha tenido
comportamientos ridículos en su desespero por imponer su liderazgo,
desde su contacto con "el pajarito" hasta burdas groserías o mentiras en
sus declaraciones. Pero nada de eso lo inhabilita desde el punto de
vista castrista, donde sobran experiencias de "elegir" patéticos
personajes como José Ramón Machado Ventura, Salvador Valdés Mesa o
Hassán Pérez para cargos de dirección. Y aunque es cierto que la
economía venezolana pasa por un mal momento y las perspectivas son
sombrías, la oposición no ha dado muestras de tener soluciones reales
para esos males, más allá de declaraciones altisonantes. Y los
venezolanos de a pie no hablan de Producto Interno Bruto o
descapitalización de PDVESA, sino de los tres aumentos salariales
prometidos por Maduro para este año.

Estudiantes venezolanos han intentado salir al paso a la estulticia con
acciones de protesta pacífica para llamar la atención sobre evidentes
irregularidades del proceso electoral, pero pueden lograr muy poco. En
Venezuela —un país donde reina la violencia— más fácil que comer
hallacas en navidades es lanzar una banda de malandros para disolver a
golpes, o a tiros si hace falta, a un grupo de estudiantes protestando
contra el gobierno.

Quienes cuentan con que la Fuerza Armada venezolana no permitiría una
estafa electoral, teniendo en cuenta su profesionalismo y respeto a la
constitución, viven una historia que ya no es. Los militares venezolanos
reunían esos honrosos requisitos, pero tras catorce años de chavismo
bolivariano, donde los mandos que no respondían a los intereses
"revolucionarios" fueron desplazados, los altos oficiales de hoy nunca
han disfrutado de tantas prebendas, privilegios, comisiones,
malversaciones y riqueza, gracias a la corrupción fomentada por y desde
el Gobierno. Esperar que esa camarilla militar sea capaz de dar un paso
al frente en defensa de la legalidad, la constitución y la democracia,
es creer que los problemas los resolverán los Reyes Magos o Supermán.

Fidel Castro necesitó siempre unanimidad o mayorías aplastantes para
ocultar sus temores e inseguridad, porque nunca en su vida ganó
elecciones verdaderamente competitivas, pero su hermano se conforma con
una mayoría simple: sabe que vale igual que una aplastante para mantener
el poder. Y que para las próximas elecciones, dentro de seis años, los
que vengan detrás tendrán tiempo de preparar las cosas.

De manera que, si en octubre Chávez derrotó a Capriles más o menos 55 %
por 44 %, los resultados que se anuncien de las elecciones de este 14 de
abril deberían traer una victoria de Maduro con ese mismo margen o
quizás un poco superiores, como forma de reafirmar la victoria del
pensamiento de Hugo Chávez, ahora a través de sus testaferros.

¡Cuánto quisiera estar completamente equivocado!

http://www.cubaencuentro.com/internacional/articulos/raul-castro-y-las-elecciones-presidenciales-en-venezuela-283789

No comments: