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Sunday, April 07, 2013

Miserable Twitter

Publicado el domingo, 04.07.13

Miserable Twitter
Ricardo Trotti

Hay sobradas razones para pensar que Twitter, las redes sociales y el
internet son extraordinarias armas para construir diálogo democrático,
organizar solidaridad y empoderar a los más débiles y vulnerables.

Yoani Sánchez, la bloguera cubana, en su largo peregrinaje fuera de
Cuba, no se cansa de afirmar que Twitter y el internet han sido la
verdadera causa de su liberación y de miles de cubanos a los que el
régimen castrista oprime por opinar diferente.

Pero también hay excesivas evidencias sobre que estas nuevas
herramientas de comunicación sirven para aumentar el oportunismo,
amplificar mentiras e insultar a destajo. Las redes sociales y también
los comentarios en el internet que se dejan debajo de las notas
periodísticas, muestran que son usadas, tanto por políticos,
celebridades como ciudadanos en general, para insultar, humillar y
desacreditar a quien piense distinto, como si fueran extensión de
charlas de café o megáfono de aquellos insultos reservados para los
estadios de fútbol.

Los ejemplos más patéticos quedaron al desnudo tras la catastrófica
inundación de esta semana en Argentina, cuando un grupo de políticos se
abalanzó con mentiras y exageraciones en Twitter, para "estar" presente
en el lugar y tiempo adecuados. Muchos se sintieron presionados o
necesitados de responder de inmediato, sabiendo que las redes sociales
son ahora las rigurosas fiscalizadoras de la función pública, oficio que
antes solocorrespondía a la prensa.

Esos temores y el oportunismo desmedido, indujeron a Pablo Bruera, jefe
de gobierno de la ciudad de La Plata, donde hubo más de 50 víctimas, a
decir mentiras. "Desde ayer a la noche recorriendo los centros de
evacuados", tuitió con una foto la que se le veía con bidones de agua
asistiendo a los damnificados, cuando en realidad todavía estaba de
vacaciones en Río de Janeiro.

No fue el único que se incineró por Twitter. Luis D'Elía, un dirigente
del gobierno nacional, acusó a los medios de magnificar la inundación en
La Plata para desviar la atención sobre la responsabilidad del
intendente de Buenos Aires, Mauricio Macri, donde también hubo una
decena de muertos. Pocas horas después, ante el desastre evidente, debió
pedir disculpas.

Twitter se ha convertido en vicio de los políticos. Como en el caso de
Cristina de Kirchner, encontraron la forma de suplantar las conferencias
de prensa con un mensaje propagandístico y dirigido, con el que evitan
el diálogo y la interpelación. Creen que su omnipresencia en Twitter es
el equivalente a gobernar.

Hasta Barack Obama, que siempre hizo uso informativo y mesurado de
Twitter a diferencia del fallecido Hugo Chávez, ha utilizado los
mensajes en este segundo mandato para culpar al Congreso, a la Corte
Suprema y para desacreditar a la oposición republicana que para hablar
sobre logros y desafíos de su gobierno.

Los políticos no son los únicos responsables. Durante las tareas de
rescate en Argentina, los mensajes despectivos y las ráfagas de
culpabilidad inundaron las redes sociales y los comentarios en internet.
Incluso en los medios de referencia, muchas notas periodísticas
perdieron la objetividad, inundándose de adjetivos y acusaciones propias
de columnas de opinión.

Pero más allá de las culpas que todos debemos asumir por el mal uso de
la comunicación, los políticos, por razones de su función pública, son
quienes deben asumir mayores responsabilidades debido a las
consecuencias que pueden atraer sus palabras.

Valga el ejemplo del presidente uruguayo, José Mujica, que creó un
escándalo diplomático con Argentina, al escuchársele, por un micrófono
accidentalmente abierto, decir que "esta vieja es peor que el tuerto",
en alusión a la presidenta argentina y su ex esposo. O el ejemplo del
presidente encargado de Venezuela, Nicolás Maduro, quien manipuló a sus
seguidores relatando que Chávez se le apareció como un pajarito y que su
trino traía un mensaje de esperanza para el inicio de su campaña
proselitista.

Trinos reales o virtuales, lo cierto que las palabras tienen mucho poder
y acarrean consecuencias. De ahí que ni Twitter ni el internet son
miserables, sino la intención y el uso que hacemos de estos medios.
Tenemos la opción de usarlos para el bien o para el mal; nadie está
exento de responsabilidades.

trottiart@gmail.com

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