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Wednesday, April 24, 2013

Mendicidad en La Habana

Mendicidad en La Habana (I)
[23-04-2013]
Jaime Leygonier

(www.miscelaneasdecuba.net).- La Habana.- Mi trabajo "Utilizan a bebés
en red de estafas y mendicidad a extranjeros" trata sobre un caso
particular dentro de un mal general económico y psicológico, que
convendría explicar, pero cuyo análisis sería demasiado extenso.

Explicar las causas de la mendicidad y parasitismo actual en Cuba sería
historiar la revolución socialista de Fidel Castro, el proceso de su
fracaso económico e ideológico, la enajenación del cubano despojado de
principios elementales para la convivencia humana y de su dignidad personal.

Procuraré resumir, aunque imperfectamente: La beneficencia y la
mendicidad, son mecanismos sociales de auxilio a los más necesitados;
mecanismos imperfectos, censurados porque se prestan a injusticia y
vanidad de "los de arriba" y a estafa de falsos pobres. Pero, que, al
cabo, redistribuyen algo la riqueza para aliviar necesidades.

En Cuba, hubo hospitales, consultorios, orfanatos y ancianatos,
sostenidos por particulares o sus asociaciones, iglesias, fraternidades,
o por el Estado, ejercían la beneficencia brindando diversos servicios
a los necesitados.

Como los alimentos eran baratos y abundaba una solvente clase media
trabajadora y comerciante que -además de apoyar obras benéficas-
cocinaba de más, según tradición de convidar a la visita inesperada, los
necesitados podían tocar a las puertas para pedir alimentos cocinados.

Era dantesco el espectáculo de miles de mujeres y niños que al
anochecer, con latas en las manos, salían del barrio de las yaguas -
inmensa villa miseria habanera- para recibir alimentos de los vecinos de
barrios cercanos.

Fidel Castro tomó el poder en 1959 con inmenso apoyo popular y declaró
innecesaria "la hipócrita beneficencia burguesa", "la Revolución"
acabaría con la pobreza, "nunca más volverán el hambre, la
prostitución, la mendicidad, el desamparo de los niños y ancianos, la
criminalidad, lacras del pasado capitalista".

En pocos años dedicó grandes recursos a construcción de viviendas donde
ubicar a los pobres y mendigos, las villas miserias fueron demolidas
teatralmente; construyó escuelas; aumentó los salarios, rebajó al 50%
los alquileres, acabó con los prostíbulos y "reeducó" y empleó a las
prostitutas.

Acabó con el desempleo creando artificialmente empleos "para todos",
inflando las plantillas, fomentó escuelas internas (becas) beneficiando
a los niños de familias pobres, empleó como militares a más de medio
millón de cubanos y, como maestros, a centenares de miles.

El estado paternal (Castro) absorbió la beneficencia, en sus necesidades
todos acudían (y acuden) al Estado. La mendicidad desapareció casi
totalmente. Todo el mundo tenía empleo y salario… pero desvinculados de
la producción.

La solución de los problemas personales y familiares ya no era deber
personal y no tenía nada que ver con el trabajo de uno.

El "estado proletario" no fomentó la clase obrera -imposible sin
construir más industrias- sino una inmensa clase parásita de obreros y
campesinos que no producen por falta de estimulo económico y por frenos
estatales, inmensa burocracia, discursiadores revolucionarios
profesionales, ingente ejército.

Luego, acabó la luna de miel revolucionaria y vinieron las
consecuencias: La inflación y la escasez por reducción de la
productividad y por la rotura de los lazos económicos seculares con los
EE.UU, de cuya economía era complementaria la de Cuba.

Empeoró todo con los gigantescos planes económicos de Castro "para salir
del subdesarrollo" -especie de apuestas a la ruleta de "todo por el
todo"- que concluyeron por arruinar la economía.

Y dejarla mendiga de la economía de la URSS y sobrecargada por los
insostenibles planes paternales de asistencia social a los pobres, y
haciendo Castro con Cuba una política internacional de gran potencia.

Luego se hundió la URSS demostrando la ineficiencia propia del sistema y
empezó la dependencia mendiga de Hugo Chávez. Y la explotación de los
cubanos emigrados, quienes con sus remesas familiares sostienen a sus
familias en Cuba y al Estado que las tiene como rehenes.

Las remesas familiares devinieron en mecanismo de supervivencia para
muchos, de diferenciación social para todos y de enajenación de la vida
nacional: Es mendicidad de lujo y cívicamente castradora. Diferencia
social según el consumo divorciada del trabajo o el mérito.

Los beneficiados sobrellevan la crisis, se acostumbraron a vivir mejor
sin trabajar, para ellos trabaja el pariente, y no sienten necesidad del
cambio político, abominan del Gobierno, pero votan revolucionariamente
en las farsas gubernamentales "para no buscarnos problemas".

Hasta los hay comunistas y chivatos comiendo de los dólares del enemigo
y alabando un socialismo, que realmente no viven.

Unos reciben lo mínimo para comer, otros gastan moto y bebidas con
prostitutas adolescentes y desprecian a sus compatriotas sin dólares,
todo a costa de un familiar que suda la camisa en una "factory".

Todo el proceso dejó en el subconsciente colectivo, sobre todo en "el
hombre nuevo" las siguientes profundas convicciones: El trabajo personal
es inútil para solucionarme problemas. Por tanto, no es vergonzoso no
solucionar mis problemas y no trabajar.

El estado paternal tiene el deber de solucionarme los problemas.

Lo único que puedo hacer es escribir peticiones al Estado y cruzarme de
brazos.

Tengo derecho a recibir sin aportar nada, está bien que otro me dé cosas
y me solucione los problemas.

El índice que marca la categoría social es el consumo.- Y según ese
criterio (muy generalizado entre los más jóvenes) la prostituta, el
corrupto, el parásito de la familia, son superiores a los hambreados
trabajadores, médicos, profesores.

(Continuará)."

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=39185


Mendicidad en La Habana (II)
[23-04-2013]
Jaime Leygonier

(www.miscelaneasdecuba.net).- La Habana, Cuba. Prosigo con ejemplos de
cómo en vez de "el espíritu proletario" fue la mentalidad parasita y
mendiga la que prosperó en Cuba entre el pueblo y en el propio Estado.

Con la escasez, se convirtió en normal, basado en cierto fondo de
hidalguía propio del cubano, prestarse o regalarse productos unos a
otros los vecinos. En Cuba no es ridículo pedir prestado un huevo o dos
puñados de arroz, o regalarlo.

No todos son generosos, también empezaron las peleas por "¿Quién se
comió mi pan? (Por la cartilla de racionamiento recibimos un panecito
diario).

Y la molestia -o imposibilidad- de atender en sus necesidades a los
hijos de anterior matrimonio, o a la madre anciana, que además ocupa una
habitación o un camastro que despiertan la codicia de sus parientes.

Los particulares y asociaciones que antes ejercían la beneficencia
carecen hoy de solvencia económica para ello.

Las iglesias, particularmente la Católica, tienen proyectos de ayuda a
los necesitados y ello es fuente de explotación y chantaje por el
Estado: Intermediario, juez y parte en las donaciones, que coge "la
parte del león".

El manejo y reparto de estos recursos por las iglesias genera
dependencia del estado, corrupción interna, lucha por puestos, falsos
conversos que se acercan únicamente para recibir una blusa o una botella
de aceite -otros se dedican al arribismo para ascender hasta manejar
fondos o viajar al extranjero.

Quien recibe ayuda de una iglesia no razona que recibe una limosna,
amaestrado a "coger lo que me den", "coger lo que me toca", los hay que
sin necesidad de esa ayuda, y hasta con desprecio por la Religión, se
fingen necesitados para que le regalen alguna ropa usada, donada desde
el extranjero.

La mendicidad con los extranjeros en La Habana Vieja empezó desde que
aparecieron turistas con moneda extranjera para tiendas en que no era
válido comprar con la moneda nacional. Los niños los asediaban
pidiéndoles chicles o centavos para golosinas.

Pronto, padres inescrupulosos enviaron a sus niños a mendigar para
ellos. El incremento de la miseria acrecentó la mendicidad y, no ya las
cajeras de tiendas, !hasta el Estado explotó y explota la mendicidad!:
El Historiador de La Habana, Dr. Eusebio Leal, colocó como atracción
turística a mujeres disfrazadas de echadoras de cartas (a $1 U.S. dólar
la buenaventura) o con trajes estrafalarios -falsos personajes típicos-
que cobran a los turistas $1 dólar por fotografiarse con ellas.

Tras esta disimulada explotación estatal de la mendicidad hay otra
desembozada: Eusebio Leal -mendigo internacional de donaciones para la
restauración de La Habana Vieja- pretendió recuperar la tradición
supersticiosa de dar vueltas al árbol de ceiba del Templete el día de la
fundación de la Ciudad…

Pero la alteró impostándole algo ajeno a la tradición: El que la gente
eche a los pies de la ceiba dinero … que luego recogen empleados suyos.

Los bares restaurantes de La Habana Vieja cuentan con tríos, conjuntos y
orquestas excelentes, músicos de escuela que si tuvieran oportunidad
triunfarían en TV, radio y en el extranjero; pero en esos
establecimientos estatales no les pagan un centavo por su trabajo.

Los administradores les permiten tocar allí de gratis y como pago les
conceden solamente el importe de los tragos con que como propina los
convidan los turistas.

Por todos los barrios de La Habana, los cubanos encontramos a niños que
nos piden un peso para pan, los más tienen hambre, otros mendigan
enviados por padres alcohólicos. Ancianos sin amparo filial se acercan a
cafeterías particulares donde les regalan alimento.

Donde quiera hay ancianos que piden: "Deme algo", pero la inmensa
mayoría se encierra en sus viviendas con su hambre; muchos reciben
socorros de vecinas, pero éstas no siempre tienen.

Y no faltan niños bien vestidos a quienes, si no les alcanza el dinero,
les parece natural, en vez de acudir a sus padres, solicitar un peso a
los transeúntes para completar la suma que necesitan para comprarse una
pizza o golosinas.

Como la imposibilidad de vivir del salario aumenta con los precios, y
los alimentos racionados no alcanzan para comer durante todo el mes, la
mendicidad de niños y ancianos crece, particularmente la de madres en la
angustia de no tener leche para sus niños.

Son los desfavorecidos, por carencia de las vías de altos ingresos
vigentes, a saber: Corrupción. Ayuda económica de familiares en el
extranjero. Negocios ilegales - por los que circula parte del dinero de
las remesas hasta las manos de quienes no reciben esa ayuda. Crimen.

En otra sociedad esas jóvenes que mendigan o estafan o se prostituyen
satisfarían sus necesidades con su trabajo, el de su marido o su padre;
aquí su penuria, o su deseo de acceder a migajas del Apartheid para
extranjeros, únicamente puede satisfacerse con la mendicidad.

Son "el hombre nuevo" en la recta final de la receta de "hagamos una
sociedad justa" que proclamaron Lenin, Mao, Stalin, Castro, etc.

Receta que aplican hoy en América Latina imitadores de Castro, y sirve
para ganar al pueblo, beneficiado al principio, esperanzar a los más
pobres, pero que dura poco y al despertar del "sueño de justicia" les
cuesta pagar la cuenta de los platos rotos por el caudillo, con sumisión
perfecta a él."

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=39184

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