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Thursday, April 18, 2013

Laberinto Laical

Laberinto Laical
José Prats Sariol | Arizona | 18 Abr 2013 - 9:47 am.

¿Estará pensando 'Espacio Laical' que es 'Granma', donde Raúl Castro y
su hermano son inatacables, inobjetables, incorruptibles, inodoros? ¿Es
que Jaime Ortega es distinto al Papa Francisco, a cualquier cardenal del
mundo que recibe críticas, justas o injustas?

La revista católica Espacio Laical se halla en un laberinto. Patético,
triste tras sus innegables méritos aperturistas. Y para colmo en dos
sentidos. La más reciente evidencia confirma el laberinto: que se hunda
o redima…

Crezca como aquella Vitral que dirigiera Dagoberto Valdés, cuando el
obispo de Pinar del Río era José Siro Bacallao; o se enfangue entre
boñigas concesionarias, impropias de una fuerte tradición crítica, donde
aún brilla la revista La Quincena contra la dictadura de Batista y la
actitud arriesgada y valiente de la ACU (Acción Católica Universitaria),
de la que formó parte José Antonio Echevarría, líder estudiantil que
cayó el 13 de marzo de 1957.

Espacio Laical parece no encontrar su hilo. La Ariadna que la conduzca,
como a Teseo, hacia la libertad. Toma por donde no es. Se extravía
porque para escapar del laberinto —groseramente elemental— se exigen
pocos titubeos, mayor resolución, no bañarse y guardar la ropa.

Por ahí anda el primer sentido, que por cierto no es el más peligroso.
Acaba de ocurrir y da mucha pena. Es una "reclamación" de Espacio Laical
al Boletín Oficial del Ministerio de Cultura, donde se duele de que haga
eco al bloguero Alejandro de la Cruz, que "difama" a la valiosa
publicación en su blog Cubanos en Primer Plano.

La "difamación" (¿?) consiste en vincularla a DIARIO DE CUBA y algunos
intelectuales de la diáspora. Los editores de Espacio Laical afirman:
"rechazamos toda parcialidad". La demagogia alcanza alturas andinas:
¿Acaso ha dejado de ser católica, de tener su parcialidad? ¿No lo saben
los "imparciales" en su laberinto?

Lo peor viene ahora. Comienza cuando dice: "Resulta preocupante que una
entidad oficial cubana facilite sus espacios para deslegitimar y
ultrajar a cubanos que laboran por la estabilidad y el desarrollo del
país". El lenguaje parece salido de una reunión de núcleo del Partido
Comunista, con su "preocupante" preocupación —redundancia irónica— y su
entusiasta declaración de principios. Pero la inferencia sí que es
desoladora: ¿Por qué preocuparse de que un boletincillo de un ministerio
venido a menos reproduzca el punto de vista de un sujeto, tal vez
inexistente?

Ah, sin querer, abren las cortinas. Tienen miedo. ¿Por qué? Nada
explican, hasta allí no llega la Arquidiócesis de La Habana, de la que
Espacio Laical es su vocero y el cardenal Jaime Ortega su jefe.

No salen del laberinto, qué pena… ¿Por qué no revelan la verdad? ¿Por
qué no denuncian que en Cuba el simple hecho de que una publicación
oficial arremeta contra algo o alguien, no debe ser un error sino una
orden bajada del techo del Poder?

El insignificante Boletín reproduce la supuesta diatriba. Y Espacio
Laical no refuta tan fuertemente el ángulo de apreciación como el hecho
de que sea en un órgano oficial. Algo absurdo de pensar en cualquier
otro país de América Latina, hasta en la Venezuela chavista.

Quizás los editores de la útil revista deban leer la polémica que
sostuvieron Gastón Baquero y Juan Marinello en 1944, al alcance gracias
al rescate realizado por Amauri F. Gutiérrez Coto —Polémica Literaria
entre Gastón Baquero y Juan Marinello (Espuela de Plata, Sevilla, 2005).
Ninguno de los dos —desde el diario Información y desde Gaceta del
Caribe— tuvieron la menor preocupación sobre las reacciones del Gobierno
al enfrentamiento, donde por cierto Baquero destroza elegantemente los
argumentos del suave comisario político, de lenta prosa e ideología
leninista.

Espacio Laical sí está muy preocupada por el qué dirán gubernamental,
algo impensable en la Cuba de los 40, donde los comunistas no solo
estaban legalizados sino que eran senadores, representantes, ministros…

Cuando José Lezama Lima en un editorial de Orígenes rechaza la ayuda
económica que le ofrece la Dirección de Cultura del Ministerio de
Educación, a cambio de aparecer en el machón de la revista, poco le
importa lo que en los boletines puedan decir los funcionarios públicos.
Ni siquiera le preocupa perder el humilde puesto de trabajo que allí
mismo tenía.

Pero Espacio Laical parece habitar —en este aspecto— algún espacio
cósmico, rehuir cualquier juicio porque el "pluralismo" —magia con
trucos— elimina las parcializaciones, es decir, aplasta el diálogo
porque deja de existir la diferencia. Más fácil —y baratico— es
considerar como difamación cualquier coincidencia de la revista con las
ideas de Rafael Rojas o Yoani Sánchez.

Lo más grave viene ahora. Es el segundo laberinto, difícil por sutil.
Aunque también sea hijo de una sociedad donde el totalitarismo está tan
arraigado que se acepta como a los mosquitos.

El último párrafo de la carta dice: "Esta difamación en un boletín del
Ministerio de Cultura contra un órgano de la Arquidiócesis de La Habana,
que preside el cardenal Jaime Ortega, nos recuerdan momentos difíciles
de las relaciones Iglesia-Estado, gracias a Dios superados por dinámicas
positivas que tanto bien han traído a la patria cubana. Desde hace
muchos años ninguna publicación oficial había sostenido una acusación de
este tipo en sus páginas. Recordamos que la difamación es penalizada por
nuestras leyes".

¿Estará pensando Espacio Laical que es Granma, donde Raúl Castro y su
hermano son inatacables, inobjetables, incorruptibles, inodoros? ¿Es que
Jaime Ortega es distinto al Papa Francisco, a cualquier cardenal del
mundo que recibe críticas, justas o injustas? ¿Cuáles son esas
"dinámicas positivas"? ¿Acaso el silencio ante las descalificaciones de
disidentes? ¿Y por qué las pueriles amenazas con que cierra la petición?

Por supuesto que sus gestores y ejecutores viven en Cuba. Precisamente
por ello es que retrato el laberinto: O salen a la libertad —siempre
relativa— como Teseo tras vencer al Minotauro, o se quedan dando vueltas
tibias, perdidos entre concesiones tácticas y deseos pospuestos.

Entrar a las esferas públicas democráticas tiene un camino que Espacio
Laical a veces pierde. Quizás Yoani Sánchez sea una buena Ariadna.
Quizás aquella Vitral desenfadada y valiente podría quitar pasadizos,
recovecos, charcos de bilis o de estiércol… Entonces nadie podrá
rebautizarla como Laberinto Laical.

http://www.diariodecuba.com/cuba/1366236690_2823.html

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