Pages

Thursday, April 04, 2013

La polémica contra Zurbano y sus colegas como "muro de contención"

La polémica contra Zurbano y sus colegas como "muro de contención"

La falta de compromiso político ciudadano con las soluciones es un mal
endémico en el campo intelectual en general, pero en Cuba funciona
además con la "mordaza" de la autocensura y la irresponsabilidad ciudadana
Marlene Azor Hernández, México DF | 04/04/2013 10:56 am

La reciente polémica desatada contra Roberto Zurbano, director del Fondo
Editorial de la Casa de las Américas, por su artículo aparecido en The
New York Times, nos revela la intransigencia del campo intelectual
cubano partícipe de la Revolución, frente a un criterio que no utilice
los "itinerarios discursivos" permitidos por el poder, ni "los canales
adecuados para su difusión".

Estos se han constituido a la largo de cincuenta años en que las
coyunturas permiten algo más o algo menos, pero siempre hay que tener un
"orden discursivo" y un "lugar pertinente", so pena de ser
"escandaloso", "anatematizado", "expulsado" del campo intelectual, con
las consecuentes represalias: el ostracismo, la cárcel y/o el exilio.

El orden discursivo exige comenzar por aclarar todo lo que ha hecho la
Revolución sobre el tema y siempre desde el punto de vista positivo,
luego dejar en claro qué se hace en la actualidad sobre el asunto, para
al final señalar, que efectivamente quedan cosas pendientes por hacer.
Siempre sin precisar cuales serían las políticas públicas que definirían
un cambio en el orden de cosas, porque los intelectuales cubanos con una
deferencia ideológica inexplicable, le dejan a las autoridades políticas
o a los "expertos- técnicos" las propuestas concretas y las soluciones.

La falta de compromiso político ciudadano con las soluciones es un mal
endémico en el campo intelectual en general, pero en Cuba funciona
además con la "mordaza" de la autocensura y de la irresponsabilidad
ciudadana, salvo excelentes excepciones en la izquierda, centro y
derecha del espectro político nacional.

Si al inicio de la Revolución y desde el orden legal se prohibió la
discriminación racial, el punto de partida de los afrocubanos estuvo en
desventaja. Eso lo saben todos los especialistas en el tema dentro y
fuera de Cuba y esta constatación habla de la necesidad de una política
expresa de "discriminación positiva" que no se hizo al inicio y a la que
no se refieren los intelectuales en la polémica contra Zurbano.

El problema de la discriminación racial no es sólo un problema cultural
heredado, aspecto en lo cual se centran todos los especialistas que
critican a Roberto, sino también sociológico. El análisis de Zurbano va
dirigido esencialmente al componente económico, social (autonomía e
integración social) y político —quienes representan los intereses de
esta parte importante de la población— y en ese sentido todo lo que
logró la revolución se detuvo en la década de los ochentas
—congelamiento de la movilidad social— y empezó a decrecer de manera
galopante en la década de los 90.

Hoy existen más figuras afrocubanas y mujeres en las estructuras
partidarias y estatales, pero eso no significa que representen los
intereses de sus "minorías" y en el caso que nos ocupa, los afrocubanos,
después de los ochentas, están en los escalones más bajos de la
sociedad. Si eso lo comparten con otros grupos, no significa que no se
deba hacer una agenda particular. Esta misma autocensura existió en
parte del marxismo occidental que pospuso y subordinó la liberación de
la mujer a la lucha de clases, y demostró ser un error demasiado grave
por ausencia y demasiado costoso desde el punto de vista político. De
esta manera, no fueron los marxistas los que hicieron avanzar la
solución del problema sino que el movimiento feminista de los países
desarrollados y de la periferia, han sido los propulsores de los avances
alcanzados.

Los colegas de Zurbano como "muro de contención" frente al problema

Lo primero que resalta en la polémica es la acusación a Zurbano, de no
haber dicho las posibilidades de ascenso social que facilitó la
prohibición legal y oficial de la discriminación racial en Cuba. Esta
crítica que pudiera ser inocua en otro contexto implica en el caso
cubano demasiadas consecuencias en el ámbito político y físico para el
colega Zurbano, y hacerlo de la manera que lo han hecho sus colegas
intelectuales, es condenarlo al ostracismo, perder su empleo y ser
expulsado del medio intelectual adscrito a las instituciones. Esto es
algo en que deberían pensar sus colegas antes de enfilar un coro de
críticas públicas y desde las instituciones, a Zurbano.

Desconocer los dispositivos de seguridad del poder, según la definición
de Michel Foucault, no puede ser un acto de inocencia con tantos
intelectuales condenados al ostracismo en las últimas décadas en Cuba:
es ser partícipe de esos mecanismos de seguridad y colaborar junto a
esos dispositivos como un muro de contención sobre el problema, con el
catálogo de represalias correspondientes para los enjuiciados, en este
caso Roberto Zurbano.

Varios de los colegas que publicaron en La Jiribilla, continúan con el
viejo enfoque de que no es posible pensar en demandas para los
afrocubanos por separado, porque esto le hace el juego "al enemigo".
Esta visión de "unanimidad" con relación a cualquier temática ha sido
una aspiración y normalización de la élite política del país, pero es
verdaderamente extraño que los intelectuales cubanos, defensores de la
pluralidad, se conviertan en custodios de "la unanimidad" en los
enfoques y propuestas sobre el tema de la discriminación racial.

Le critican a Zurbano haber publicado su artículo en The New York Time
erigiéndose en censores de dónde un intelectual cubano pude pronunciarse
o no, con la misma mentalidad de guerra fría que ha durado demasiado
tiempo en el campo intelectual cubano adscrito a las instituciones y que
reproduce la mentalidad de la élite política del país.

Que Zurbano publique en ese periódico, en Kaos en la Red, en Havana
Times, en Cubaencuentro, en Diario de Cuba, en El País, o en La
Jiribilla siempre que su autor no sea censurado a tener un punto de
vista impuesto por el medio en cuestión, debe dejar de ser una cuestión
que delimite a los "amigos" y los "enemigos".

Esta "urticaria" con relación a medios de difusión que no sean los
estatales nacionales, reproduce la criminalización de la información si
no es dictada desde las instituciones estatales y estoy segura que no le
hubieran publicado a Roberto Zurbano su artículo en La Jiribilla, si no
se hubiera producido la contra respuesta de cuatro o cinco artículos en
su contra. He aquí otro dispositivo de seguridad para publicar en Cuba.
Sus criterios se conocen de rebote, si bien la va, porque no cumple los
itinerarios discursivos aprobados. Los criterios de Zurbano se conocen
en el campo intelectual cubano a partir de leerle en clave negativa. No
puede acceder directamente a las publicaciones permitidas porque
entonces, no sería publicado.

Otra crítica latente es que los problemas "se ventilan en casa"
adicionando una mordaza más al debate del asunto. Que un aspecto tan
importante como la discriminación racial se confine al ámbito "privado"
como se pretende —léase entre los de adentro y sin publicidad negativa—,
es una manera de disminuir su prioridad y posponer su solución —muro de
contención—, con la misma visión machista, patriarcal, y hasta mafiosa
con que los golpeadores de mujeres y abusadores de toda índole defienden
con toda fuerza la delimitación de lo público y lo privado, dejando en
este último espacio la posibilidad de la mayor impunidad.

Ojalá los colegas de Zurbano se centraran más en las propuestas de
política públicas concretas para disminuir el amplio y variado
desbalance de los afrocubanos con relación a otros grupos poblacionales,
y se apresuraran menos a saltar en grupo contra un colega que tiene todo
el derecho a pensar diferente y a no respetar un "orden de discurso"
impuesto y unos "canales pertinentes" que no funcionan.

http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/la-polemica-contra-zurbano-y-sus-colegas-como-muro-de-contencion-283723

No comments: