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Tuesday, April 16, 2013

La dictadura de la chusma

La dictadura de la chusma
[16-04-2013]
Alfredo M Cepero

(www.miscelaneasdecuba.net).- Durante los últimos catorce años Hugo
Chávez y la chusma comprada con sus prebendas y enardecida por su
retórica han estado ejerciendo el poder absoluto en Venezuela. Esto lo
han logrado a través de procesos electorales que, aunque fueron
decididos al principio por votos reales, fueron más adelante ganados por
medio de la demagogia, el uso abusivo de los poderes del estado, la
compra del voto, la distribución de privilegios a sus compañeros de
fechorías y la manipulación de las cifras de votación.

Nunca fueron más evidentes estas tácticas corrosivas de cualquier
democracia que en las elecciones del último domingo 14 de abril. Ese día
dejó de existir la moderna democracia venezolana surgida el 23 de enero
de 1958 con el derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez.

Este último 14 de abril, Nicolás Maduro y Diosdado Cabello (el primero
más bien podrido y el segundo definitivamente diablodado) dieron un
golpe de estado donde no sólo tergiversaron la voluntad popular de sus
compatriotas sino traicionaron a su patria prolongando su condición de
satélite de la satrapía Castro-estalinista.

A no ser que estemos dispuestos a creerles a unos farsantes que
mintieron por meses sobre la salud de Chávez y que violaron el artículo
233 de su propia constitución en el curso de estas últimas elecciones,
resulta obvio que no podemos creer en las cifras oficiales dadas por el
controlado Consejo Nacional Electoral. Capriles no perdió por 230,000
votos. Ganó por un millón de votos que desaparecieron en el pozo ciego
de los fraudulentos sistemas de tabulación de votos diseñados y
manipulados por castristas y chavistas.

El triunfo de la oposición se palpaba en el aire y se sentía en la
respuesta entusiasta y vehemente conque las multitudes respondían a la
intensidad de un Capriles revitalizado y combativo que daba la batalla
por la salvación del alma nacional venezolana.

Yo no podía dar crédito a mis ojos ante aquel espectáculo maravilloso de
militancia democrática porque sólo unos días antes había expresado mi
escepticismo sobre la posibilidad de un triunfo de la oposición. En
aquel momento escribí: "Creo, sin embargo, que la oposición debe
demandar la sustitución del fraudulento sistema electoral de las últimas
elecciones por un sistema diseñado por una empresa inmune a la
influencia chavista. De lo contrario, estarían jugando con unas cartas
marcadas que darían la victoria a Maduro, convalidarían su golpe de
estado y darían credibilidad a la farsa electoral del chavismo".

Consideraba en aquel momento que, con recursos muy inferiores a los del
gobierno y con tan poco tiempo para organizar una campaña de tal
envergadura, haría falta un milagro. Capriles, sin dudas con la
asistencia divina de la Virgen de Coromoto, produjo el milagro que, a
pesar de este descalabro, dará un día los frutos que merece un pueblo
digno y valiente como el venezolano.

Ésta es sin dudas una experiencia traumática para una sociedad que ha
demostrado estar dividida por el mismo medio. Pero es solamente una
batalla en la gran cruzada por rescatar a la patria de Bolívar de las
manos de quienes ultrajan su memoria y destruyen su obra.

Fue, por otra parte, una noche triste no sólo para los venezolanos sino
para todos aquellos americanos--desde Canadá hasta la Argentina--que
vemos en la democracia la fórmula ideal para la convivencia civilizada y
pacífica. Con certeza lo señaló en una entrevista María Corina Machado,
una mujer cuyo valor personal es superado sólo por su inteligencia y su
belleza, cuando dijo que, en Venezuela, se jugaba el destino de la
democracia y de la libertad en América. Me temo que el tiempo demostrará
que María Corina tenía toda la razón.

Pero esta debacle tiene un significado especial para nosotros los
cubanos. El cambio en Venezuela pudo haber traído consigo un cambio
futuro en Cuba. En lo adelante, para bien o para mal, los cubanos y los
venezolanos que amamos la libertad estamos ahora más que nunca
condenados a romper por nosotros mismos las cadenas de nuestra esclavitud.

Los hechos han demostrado, en Cuba desde hace 54 años y en Venezuela
durante los últimos 14, que no podemos esperar ayuda de un mundo que
optado hasta ahora por lucrar con nuestras tragedias antes que profesar
solidaridad con nuestros pueblos.

Quiero, eso sí, señalar que no me sorprendió en lo más mínimo la
conducta delincuencial del morador espurio de Miraflores y de sus jefes
y mentores en La Habana. Los Castro saben que, sin la subvención
venezolana, su régimen correría peligro de desaparecer. A base de
observarlos durante muchos años, se que los tiranos cubanos están
dispuestos a llegar a cualquier extremo con tal de perpetuarse en el poder.

Hace unos meses, bajo el título de "Los monstruos matarán hasta el
final", escribí: "Mientras el gobierno controle las calles la tiranía se
mantendrá en el poder. Ellos lo saben y por eso decapitaron a las Damas
de Blanco matando a Laura Pollán y asestaron este golpe demoledor contra
el Movimiento Cristiano de Liberación matando a Oswaldo Payá. Y podemos
estar seguro de que la lista no terminará en ellos". En Venezuela,
Henrique Capriles y sus aliados en la Mesa de la Unidad Democrática
harían bien en mirarse en el espejo de Laura y de Oswaldo y andar con
extrema cautela.

Maduro no puede, por otra parte, sentirse seguro en su robada silla
presidencial ni mantener el mismo nivel de financiamiento de sus chulos
decrépitos de La Habana. Venezuela confronta una situación caótica de
miseria, criminalidad, reducida producción petrolera y devaluación
monetaria. Si a estas ominosas realidades añadimos su obvia carencia de
carisma para cautivar a los fanáticos seguidores del difunto santo
patrón del chavismo es altamente probable que no termine su mandato
presidencial.

Más temprano que tarde, hasta los mismos venezolanos que votaron por él
le van a exigir que anteponga la solución de los problemas nacionales a
su lealtad perruna a sus amos castristas. Podría muy bien verse en la
situación de esos jinetes de toros bravíos que cuentan en segundos sus
tiempos cabalgando a las bestias. Los venezolanos han demostrado que no
son un pueblo fácil de domesticar.

Venezuela, mientras tanto, sufre la dictadura de una chusma nativa
manejada por una chusma foránea. No es la dictadura del proletariado
predicada por Vladimir Lenin en la Rusia de 1917, ni el hombre nuevo
prometido por Castro en la Cuba de 1959, ni la fórmula descabellada del
Socialismo del Siglo XXI utilizada por Chávez para esconder su supina
ignorancia ideológica. Es una dictadura vulgar, rapaz y despiadada sin
otro objetivo que el poder absoluto puesto al servicio del
enriquecimiento personal de una casta de vagos que como Lenin, Castro y
Chávez jamás se han ganado el pan con el sudor de sus frentes.

Pero como soy un optimista incurable estoy convencido de que los mejores
días de la democracia venezolana están por delante. Este Capriles hábil,
enérgico y fogueado en lides políticas matizadas de peligros y retos no
parece un hombre dispuesto a levantar la bandera blanca de la derrota.

Él y sus compañeros de la Mesa de la Unidad Democrática son la mejor
esperanza de que la noche triste del 14 de abril no sea el prologo de
una larga tiranía como la cubana. Que sea, por el contrario, la antesala
de un amanecer de alegría donde reine una paz venezolana edificada sobre
sólidos cimientos de libertad, justicia y democracia."

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=39077

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