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Sunday, April 14, 2013

Hatuey y Guamá son los padres de la disidencia

Hatuey y Guamá son los padres de la disidencia
Lunes, Abril 15, 2013 | Por Miriam Celaya

LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -El pasado lunes 8 de abril fue
publicado en Cubanet un artículo del colega Jorge Olivera Castillo
(Equilibrar la balanza), tan sorprendente como lamentable. Un compañero
de ruta que ha probado su valor y entereza en la lucha contra la
dictadura y que ha compartido espacios con numerosos miembros de la
blogósfera independiente cubana debería ser más serio y cuidadoso al
expresarse.

Quizás Olivera haya tenido un mal momento y alguna vez comprenda que los
infundios y criterios velados no sustituyen las opiniones y los
argumentos, pero tampoco creo sano callar ante lo que considero cuando
menos injusto e inexacto, por así llamarlo. Soy bloguera y antes ya era
periodista independiente, por eso me siento aludida en su artículo y
hago pública mi inconformidad.

El optimismo no debe ser confundido con "triunfalismo", como denomina el
colega Olivera a la expectativa desatada por la actividad bloguera desde
hace más de cinco años, y también resulta desafortunada su pregunta
acerca de "cuál podría ser la incidencia (de los blogs) dentro de las
fronteras nacionales, si la gran mayoría de los cubanos no tiene
computadora, ni posibilidades de conectarse a internet".

Doblemente desafortunada dicha observación porque, en primer lugar, si
bien la mayoría de los cubanos no tenemos libre acceso a Internet y eso
obstaculiza una completa difusión de nuestros trabajos, tampoco veo que
ningún otro sector disidente tenga mejores posibilidades de dar a
conocer sus propuestas de manera rápida y efectiva. En segundo lugar,
porque un significativo número de blogueros hemos sido la voz de muchos
cubanos, lo que ha demostrado su utilidad a la hora de denunciar los
atropellos y de movilizar la solidaridad para todos los reprimidos,
incluidos los presos políticos, y muy especialmente los prisioneros de
la Primavera Negra.

Olivera se pregunta "cuántos cubanos estarían en capacidad de
convertirse en twitteros, si cada envío cuesta poco más de un dólar, en
un país donde el salario promedio es de alrededor de 20 dólares al mes",
y yo le preguntaría cuántos cree él que estarían dispuestos a marchar
por las calles, siguiendo a los líderes opositores, en reclamo de
derechos o contra los desmanes del gobierno. Le preguntaría también por
qué no son tuiteros todos aquellos opositores cuyos teléfonos móviles
son regularmente recargados por amigos solidarios desde el exterior de
Cuba, y qué impide que un periodista independiente abra su propia
bitácora, una cuenta en twitter y acreciente su voz y la de otros en la
medida en que esté dispuesto a hacerlo.

Posiblemente la ignorancia de las complejidades del fenómeno blogger
sigue produciendo algunos temores ante la sensación de que se trata de
una casta de privilegiados. Muchos desconocen que mantener un blog desde
Cuba ha sido para nosotros una fuente de gasto y no de ingresos: no
cobramos por publicar nuestras ideas en un blog; en cambio, hemos tenido
que gastar dinero propio en tarjetas para conectarnos desde los espacios
públicos de la ciudad y en lo posible mantener actualizados nuestros
sitios personales. Nuestro esfuerzo despertó la simpatía y el apoyo de
numerosos amigos que comenzaron a regalarnos tarjetas, ayudó a abrirnos
muchas puertas y hasta aparecieron quienes se entrenaron para subir
nuestros post cuando no podíamos hacerlo nosotros mismos. Curiosamente,
antes de que la famosa bloguera Yoani Sánchez obtuviera su primer
premio, el Ortega y Gasset, a nadie parecía molestarle que hubiese al
menos cinco blogs independientes activos dentro de Cuba, ni preocuparle
cómo nos las arreglábamos para publicar regularmente en nuestra
plataforma web. De hecho, casi nadie acá dentro sabía qué era un blog y
todavía hay quienes desconocen por completo el uso de esa herramienta y
quizás por eso prefieren difamarla que aprender a utilizarla.

Otro error es considerar que la blogósfera independiente constituye "la
culminación de un proceso que abarca más de tres décadas de esfuerzos
sostenidos por parte de centenares de activistas pro derechos humanos,
opositores políticos, bibliotecarios y periodistas independientes…", no
solo porque todo proceso social o político es heredero de la acumulación
de múltiples experiencias anteriores y factores coyunturales, sino
también porque el fenómeno blogger no marca una culminación propiamente
dicha, sino que porta un dinamismo propio, apenas una fase que
necesariamente seguirá transformándose en la evolución de la lucha
cívica contra el régimen.

De hecho, varios blogueros venían desarrollando desde antes una intensa
actividad disidente, ya fuera como periodistas independientes (como son
los casos de Yoani Sánchez, Reinaldo Escobar, Dimas Castellanos y la
propia escribidora de este artículo, entre otros), o como editores de la
primera revista digital escrita, editada y dirigida desde la Isla, la
cual –por cierto– no pagaba por las colaboraciones porque carecía
absolutamente de fondos o de financiamiento alguno, razón por la cual
muchos periodistas independientes que hoy atacan a los blogueros se
rehusaban a colaborar en ella.

No se trata, pues, de que "los blogueros llegaron a la disidencia", sino
exactamente al revés: muchos disidentes –algunos hasta entonces
desconocidos– se hicieron blogueros.

Por supuesto, todo tiene antecedentes –aunque no necesariamente los que
señala el colega Olivera–, pero el punto neurálgico estriba en entender
quién se considera suficientemente calificado o autorizado para acotar
los márgenes históricos y las inferencias e influencias de cada
fenómeno. A ese tenor, habría que reconocer a los indios Hatuey y Guamá
como los padres de la actual disidencia interna cubana, que a fin de
cuentas fueron "los primeros" en insubordinarse… Hace falta un poco de
contención, ¿no creen?

De entre los blogueros que ahora son motivo de tantos quebrantos, –y por
lo visto no solo para las autoridades–, se encuentran algunos que
incluso habían pertenecido desde antes a partidos de oposición. No se
trata tan solo de "nuevas generaciones" de disidentes. Aprovecho aquí
para hacer una acotación oportuna: no existe un pedigrí disidente que
otorgue méritos especiales a quienes hayan estado presos o hayan
"llegado antes", tal como se aplica por el gobierno en dependencia de si
alguien vino o no en el Granma, estuvo o no en la Sierra Maestra, etc.

Hasta donde conozco, ningún opositor ha sido encarcelado por voluntad
propia sino por la arbitrariedad y el signo represivo de un gobierno al
que combatimos todos y que se atribuye la prerrogativa de seleccionar a
quiénes, cómo y cuándo aplicarlo, sin que nadie –antes, ahora o después–
pueda considerarse una suerte de elegido o magister supremo por ello.
Por mi parte, no aspiro a un "mérito" que ni siquiera depende de mi
desempeño político, sino de las jugarretas siniestras de los Castro. La
meta es alcanzar la democracia, no los calabozos.

El alarmismo que rezuma el referido artículo de Olivera parece derivarse
más de una mezcla de animosidad y frustración que de alguna
preocupación sincera, cuando se refiere a un supuesto
"sobredimensionamiento" en cuanto al uso de Internet como herramienta
anti-dictatorial, o cuando –cayendo en el extremo opuesto, la
subvaloración de este tipo de activismo– desliza la frase "que la
cuestión principal radica en influir en intramuros y esa probabilidad
está lejos de concretarse mediante el uso de la red de redes".

Con todo respeto, resulta más hilarante que ofensivo, pero es preciso
ser realistas: la existencia de los blogs no niega la trayectoria
opositora de nadie ni los blogueros hemos considerado que el simple uso
de la Internet constituya una especie de arma secreta suficiente para
influir por sí misma en la conciencia colectiva al interior de Cuba. Sin
embargo, sí me atrevería a afirmar que, al ser capaz de crear redes de
solidaridad, corrientes de información underground y establecer puentes
entre las diferentes formas y "entidades políticas y civilistas", como
las llama el colega Olivera, la blogósfera ha demostrado amplia
capacidad y eficacia. No por gusto han surgido incluso programas
especiales dedicados a la actividad bloguera y tuitera en la radio
cubana en el exterior, que encuentran un gran número de radioescuchas al
interior de Cuba. Quizás el periodista debió informarse previamente con
las decenas de tuiteros de toda nuestra geografía cuya mejor arma de
denuncia y de defensa personal ha sido justamente un teléfono celular
con una cuenta en Twitter.

Creo firmemente que si Olivera ha escuchado "rumores que podrían ser el
germen de lamentables rupturas en un futuro mediato", debió detenerlos.
Los rumores solo prosperan cuando hay oídos receptivos y personas
dispuestas a reproducirlos. Seguramente por eso nadie viene a "rumorear"
nada conmigo. Yo no permitiría que alguien hablara mal del esfuerzo de
mis compañeros de ruta, ya sea de periodistas, figuras de los partidos
de oposición, bibliotecarios, blogueros o tuiteros. De cualquier forma,
las "razones" para un chanchullo nunca son tan "obvias", como pretende
el colega; simplemente los enredos no son racionales, sino emocionales,
y en todos los casos, contraproducentes.

Podríamos extendernos en un debate que, lejos de dañino, resultaría útil
para acabar de desterrar tanto resabio, pero quizás lo mejor sea
convocar a los "preocupados" a una discusión de frente, sin "rumores".
Baste recordar al colega y a quienes no se hayan enterado todavía, que
desde su surgimiento hasta la fecha la blogósfera no solo se ha
consolidado, sino que hay dentro de ella personas lo suficientemente
generosas como para compartir gratuitamente sus conocimientos y
multiplicarlos en una comunidad que hace crecer la voz de numerosos
sectores de cubanos de todos los pensamientos y tendencias, formando así
a muchos que son ahora capaces de difundir todo un espectro de opinión e
informaciones que de otra manera no se podría lograr en tan corto tiempo.

En lo personal, jamás se me ocurriría poner en una "balanza" el trabajo
de ningún grupo disidente ni de ningún hermano contestatario: todo
esfuerzo de los cubanos de cualquier orilla y posición por alcanzar la
democracia para Cuba me parece invaluable. Sería en verdad más
productivo que no nos preocupásemos tanto por la visibilidad o los
premios que reciban nuestros colegas; alegrémonos juntos por los éxitos,
que sin dudas han merecido, y encarguémonos, eso sí, de equilibrar las
bajas pasiones.

http://www.cubanet.org/articulos/hatuey-y-guama-son-los-padres-de-la-disidencia/

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