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Monday, April 08, 2013

Gotha a Gotha

Publicado el lunes, 04.08.13

Gotha a Gotha
Alejandro Armengol

El sitio desde el cual Mao Tse Tung proclamó el socialismo en China,
frente a la plaza de Tiananmen y antes de entrar o salir de la Ciudad
Prohibida, continúa en pie. Tanto si uno es chino como extranjero, se
debe parar y contemplarlo hasta con cierta reverencia. De lo contrario,
siempre un policía o agente de seguridad está dispuesto a recordárselo
al visitante. Poco importa si a unas cuantas cuadras hay tiendas
lujosas, de las más famosas marcas capitalistas. El maoísmo no ha
perdurado en China, pero algunos de sus símbolos sí. Al parecer los
cubanos tendrán mejor suerte: el escenario desde el cual Fidel Castro
declaró el carácter socialista de la revolución amenaza con derrumbarse.

Poco se ha hecho desde que el pasado año se desalojara a las familias
que habitaban el destartalado Edificio Sarrá, en la esquina de 12 y 23,
en El Vedado, informa en Cubanet el periodista independiente León Padrón
Azcuy.

Ni el "monumento" erigido para resaltar el nuevo destino de Cuba está a
la vista de los ciudadanos. Se ha tapiado con planchas de zinc, sin dar
explicaciones, escribe Azcuy.

Aunque hay planes para restaurar el inmueble, es difícil que éstos se
materialicen, debido tanto a la magnitud de la obra como a la
incapacidad del gobierno.

De acuerdo al periodista, el "proyecto incluiría la reparación o
sustitución de toda la parte hidráulica, sanitaria y eléctrica en todos
los apartamentos, sustitución del acero que esté en mal estado,
levantamiento del piso de todas las aéreas comunes, suplantar la caseta
del ascensor y poner uno nuevo, así como el levantamiento de la escalera
y caseta, entre otras acciones". Tarde, mal y nunca, agregaría cualquier
cubano de a pie.

Ese miedo al avance, a extender y profundizar unos cambios que son
inevitables, volvió a ponerse de manifiesto en la edición del jueves 4
de abril del diario oficial Granma, donde aparece en comentarios del
gobernante Raúl Castro, durante una reunión del Consejo de Ministros
celebrada el pasado martes, en que expresa: "Tenemos que resistir a las
presiones de quienes insisten en que debemos ir más rápido".

Consideraciones políticas a un lado, y dentro de su propia línea de
"actualización" del modelo, Castro se equivoca en asociar la lentitud
con algo bien hecho, cuando suele ocurrir lo contrario: la demora no es
más que un indicador de la torpeza.

Ese empeño en lentificar cualquier alternativa no es sinónimo de
triunfo, y más allá del pretexto de recurrir a un imaginario conflicto
entre fuerzas opuestas dentro del propio gobierno, cuando se sabe que
Castro tiene un control absoluto sobre el aparato militar, que es en
definitiva la garantía de control del país, solo se explica mediante un
afán irracional en dilatarlo todo con la esperanza de que todo quede
igual. También constituye una expresión de desprecio hacia las
necesidades de la población.

En este sentido, se elimina un centro de acopio aquí y otro allá, pero
el Estado continúa adquiriendo las cosechas a los campesinos, para luego
dejar que se pudran en los propios campos, por falta de transporte, ya
sea a causa del caos, la corrupción y la falta de camiones o
combustible. Se entregan tierras, pero no se logra aumentar de forma
notable la producción de alimentos.

En el mismo Consejo de Ministros se produjo el anuncio de que las
empresas estatales podrán crear fondos propios a partir de sus
utilidades para invertir, investigar y estimular a los trabajadores con
pagos por "resultados". La noticia aquí no es que se establezca esta
medida, sino el asombro de que no se hubiera hecho antes. Su anuncio
sólo indica lo apegado que continúa el régimen a un sistema caduco en
todo el mundo, y lo ridículas que pueden ser las normas anunciadas para
cambiarlas, no porque no sean necesarias, sino por sus limitaciones.

Esto es posible en un sistema totalitario donde se mantiene un control
férreo tanto político como económico, y en que solo a consecuencia del
desempleo y una carencia total de recursos ha sido posible una menor
centralización, pero limitada a renglones reducidos de una economía de
subsistencia.

Una nación donde, en la mayoría de los casos, la existencia de una
visión crítica sobre la situación del país, entre los todavía
intelectuales orgánicos que residen en la isla, se ve matizada por el
hecho de que se encuentran dentro de un fárrago dominado por la retórica
y las cortapisas ideológicas.

Ello es patente en el recurrir constante a las citas de autoridad, el no
olvidar los socorridos pretextos y justificaciones internacionales, las
alabanzas a Fidel Castro y Raúl regadas por las respuestas y el empleo
sistemático de esquemas, opiniones y análisis pasados de moda, pero de
ortodoxia comprobada: ¡Por favor, olvídense de la Crítica al Programa de
Gotha!

http://www.elnuevoherald.com/2013/04/08/v-fullstory/1447420/alejandro-armengol-gotha-a-gotha.html

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