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Thursday, April 25, 2013

Elogio al moderado

Exilio, Intransigencia

Elogio al moderado
Queda aún por superar el dejarse amedrentar por quienes a diario
intentan imponer sus criterios apelando al insulto y los ataques personales
Alejandro Armengol, Miami | 23/04/2013 11:10 am

Practicar la moderación y la cordura en nuestras discusiones políticas
no nos libra del exilio. No contribuye, de forma sustancial, al fin del
castrismo o al mejoramiento de las condiciones de vida en Cuba. Tampoco
ayuda a la permanencia del régimen. Simplemente facilita el entendernos
mejor.

Contra este ideal de entendimiento, hay en Miami quienes a diario se
declaran opositores al gobierno castrista, pero manifiestan una actitud
similar a la existente en La Habana: "con nosotros o contra nosotros".
Las opiniones e informaciones contrarias a sus puntos de vista son
consideradas un ataque y no un criterio divergente. Estas
manifestaciones de intransigencia de un sector de la comunidad exiliada
reflejan el ideal totalitario: no se trata de rebatir una idea, sino de
suprimirla. Apelando al argumento del respeto a la comunidad, el "dolor
del exilio" y la necesidad de no "hacerle el juego" a Castro, ciertos
personajes de esta comunidad intentan imponer un código de lo que se
debe o no se debe informar; lo que es correcto y no es correcto hacer;
definir la estrategia a adoptar por Washington respecto a la relación
con el gobierno cubano y excluir o santificar a priori cualquier
actividad que una persona cualquiera —con independencia de su
nacionalidad—intente desarrollar en suelo cubano.

La buena noticia es que esta actitud —esta bandera de lucha por
demasiados años en el exilio— en la actualidad sólo refleja el pensar y
la forma de comportarse de una minoría.

Hasta hace pocos años, el mejor recurso con que contaban quienes se
oponían a dejarse doblegar en la práctica de un pensamiento
independiente, era el apoyo que brindan las leyes y el Estado de Derecho
que caracteriza a un país democrático, con independencia de sus
limitaciones. Ahora se cuenta además con el respaldo de practicar un
derecho que es respetado y compartido por la mayoría del exilio.

Queda aún por superar el dejarse amedrentar por quienes a diario
intentan imponer sus criterios apelando al insulto y los ataques personales.

Por demasiado tiempo, en cualquier debate relacionado con Cuba, los
recursos empleados se repiten una y otra vez: la vejación como arma; la
divulgación de mentiras, que en ocasiones se apoyan en elementos
aislados de verdad pero que en su totalidad presentan un panorama falso;
el enfoque demasiado estrecho, que impide una visión de conjunto y la
demonización del enemigo.

Participantes catalogados de "castristas" y "anticastristas",
"dialogueros" y "verticales" se han enfrascado en batallas verbales,
sustentadas en la utilización de un lenguaje deformado que impide una
verdadera comunicación.

Esta deformación verbal se produce de dos formas. La abstracción, como
un medio para despersonalizar y tergiversar las intenciones, y el
deshumanizar a los opositores.

Lo que debe preocupar es que esta deformación tiene su origen en una
manipulación del lenguaje, propia de los regímenes totalitarios. La
supervivencia de este mecanismo, en una sociedad donde pueden expresarse
las ideas sin el peligro de ir a la cárcel, es deprimente.

Tanto en el exilio como en Cuba se ha utilizado el argumento de que
recurrir a éstos y otros mecanismos similares forma parte de un
mecanismo de defensa, frente a la hostilidad que rodea a quienes
defienden una causa. La justificación no es válida en caso alguno.

En lo que respecta al exiliado, está presente una doble agresividad, que
lo convierte al mismo tiempo en víctima y victimario: hostilidad que se
sufre por vivir una existencia anómala, al estar fuera de la patria;
agresión que al igual éste genera, al concentrar sus pasiones y soledad
en objetivos limitados, fuera de proporción y consecuencia cuando se
miran desde una óptica ligeramente distante, y al mismo tiempo practicar
un orgullo nacional exagerado y en muchas ocasiones cursi.

http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/elogio-al-moderado-283920

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