A La Habana en bicicleta

A La Habana en bicicleta
Miércoles, 24 de Abril de 2013 03:58
Escrito por Frank Correa

Cuba actualidad, Jaimanitas, La Habana, (PD) Fernando y Daniel son dos
guantanameros que hace unos años casi protagonizan la hazaña de ir de
Guantánamo a La Habana en bicicleta.

La idea fue de Fernando: salir del Guaso hasta la capital haciendo
paradas en los pueblos más importantes, donde los comités municipales de
la Unión de Jóvenes Comunistas les darían la bienvenida, comida,
hospedaje y los despedirían a la mañana siguiente en la línea de
partida, para acometer el próximo tramo y repetir ese cronograma hasta
finalizar en Punta Brava el 7 de Diciembre.

A Daniel le gustó la idea de conocer otros pueblos y tener comida y
hospedaje gratis. A Fernando le interesaba más la propaganda, resaltar
en la nomenclatura comunista, llegar a Punta Brava, la tumba del Titán
de Bronce, el general Antonio Maceo, el mismo día de su caída en
combate. El proyecto tuvo el apoyo del Partido y la Juventud Comunista
guantanamera.

El 27 de noviembre, una representación de las organizaciones políticas y
de masas acompañó a los dos jóvenes hasta El Redondel, una gasolinera a
la salida del pueblo. El secretario municipal de la juventud leyó un
comunicado de despedida. Cierto fotógrafo captó el instante antes de la
arrancada: el grupo aplaudiendo y los homenajeados con sus bicicletas
listas y la mirada en la autopista. Fernando, con cara feliz, pero
Daniel, profundamente preocupado.

Los ciclistas comenzaron la marcha. Debían llegar a Santiago de Cuba en
la primera etapa. Luego: Bayamo, Las Tunas, Camagüey, Ciego de Ávila,
Villa Clara, Santi Spíritus, Matanzas, La Habana... un conteo que estuvo
martillando la cabeza de Daniel durante los primeros diez kilómetros y
que se acentuaba a medida que aparecían las primeras ascensiones.

Pedaleaban en silencio, bajo el sol, que comenzó a anegarlos de sudor
por el kilómetro doce. El peso de las mochilas terciadas a la espalda
fue creciendo con cada metro. Daniel comenzó a rezagarse. Fernando
detenía la marcha para esperarlo.

En el kilómetro treinta, apareció la cafetería Granadillo, en la ribera
de la presa La Yaya, y Daniel propuso una parada. Fernando dijo que no
era necesario; el acuerdo era pedalear fuerte, a un ritmo sostenido,
hasta Yerba de Guinea, en el kilómetro sesenta, donde se detendrían a
orinar y descansar diez minutos, para luego seguir hasta Santiago, con
llegada en horas de la tarde. A Daniel de repente el kilómetro sesenta
le pareció horriblemente lejano.

- Vamos a coger un diez - dijo.

Sin hacer caso a la reprimenda de su compañero, se internó en la maleza.
Su tardanza comenzó a inquietar a Fernando, que lo llamó varias veces
sin resultados. Nada peor que la indisciplina para estropear sus planes
de entrar a La Habana el 7 de Diciembre, día de la caída del general
Antonio Maceo. Cuando Daniel salió por fin del matorral, le dijo:

- Viro aquí mismo... pero primero, ¡voy a darme un baño...!

Caminó en dirección a la presa mirando con desdén la autopista. Si Yerba
de Guinea, que estaba como se dice al doblar la esquina, le parecía
distante, La Habana era imposible de alcanzar. Se quitó la mochila, la
ropa, los zapatos, y se zambulló de cabeza en el agua.

Fernando lo siguió hasta la orilla, echándole una arenga patriótica y
una descarga moralista, pero Daniel le gritó:

- ¡Oye, mi hermano... es que La Habana está muy lejos!

Para Cuba actualidad: frankcorrea4@gmail.com

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