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Wednesday, April 17, 2013

A la caza del cimarrón

A la caza del cimarrón
Miércoles, 17 de Abril de 2013 00:40
Escrito por Leonardo Calvo Cárdenas

Cuba actualidad, Boyeros, La Habana, (PD) Se ha calentado el debate
intelectual en Cuba a causa de los criterios planteados por el destacado
crítico y ensayista Roberto Zurbano en un artículo publicado en el
diario norteamericano The New York Times, en el cual hace certeras y
meridianas observaciones y valoraciones sobre el presente y el futuro de
los afrodescendientes cubanos en el marco de una muy compleja realidad
social.

Zurbano, intelectual de muy sólida formación quien hasta ahora dirigía
el Fondo Editorial de la Casa de las Américas causó conmoción al afirmar
que "para los negros cubanos la revolución no ha comenzado todavía,"
criticar la incapacidad del gobierno para revertir el racismo en la Isla
y las desventajas de los negros para beneficiarse de las reformas.

En su artículo, Zurbano expone de manera concreta y contundente las
esencias y manifestaciones de la compleja situación social que enfrentan
los afrodescendientes cubanos y que profundizan sin muchas expectativas
las desventajas históricas que hemos arrastrado durante siglos, sin que
los diseños y redimensionamientos actuales auguren mejores perspectivas.

Las reacciones iracundas del oficialismo no se han hecho esperar. Varios
intelectuales conocidos, algunos tradicionalmente preocupados por la
problemática racial, han emprendido una saga de impugnación contra los
planteamientos de Zurbano que dejan al descubierto la desesperación de
las autoridades ante cuestionamientos certeros en un tema tan delicado y
la orfandad de argumentos de los que pretenden liberar al alto liderazgo
de sus responsabilidades en los traumas y disfunciones sociales que ni
ellos mismos pueden negar.

Es verdad que Zurbano cambia la naturaleza de su lenguaje. Para la
congénita intolerancia institucionalizada, eso de que "la revolución no
ha comenzado para los negros", dicho además por un intelectual tan
reconocido que se mueve en el ámbito oficial, resulta en extremo
inquietante. Por otra parte mencionar a Raúl Castro a secas, sin más
investiduras que le antecedan o hablar sin sonrojo del final del
"gobierno de los Castro" significa sacrilegio y ha provocado inmediatos
ataques de personajes como Guillermo Rodríguez Rivera, Silvio Castro,
Esteban Morales Y.P. Fernández, que en principio utilizan las páginas
del sitio digital La Jiribilla para lanzar la voz de ataja a este
inesperado cimarrón que ha salido de sus propias filas.

Personalmente, discrepo conceptualmente con Zurbano, porque considero
que la revolución, con su carga de mentiras, violaciones, represiones,
degradación moral y estructural, desigualdades y privilegios, para quien
primero y más profundo llegó fue para los afrodescendientes.

Esta valoración esencial, que en nada contradice las innegables e
inquietantes realidades que analiza Zurbano, puede ser objeto de un
acercamiento posterior. Prefiero hacer un somero análisis de algunos de
los planteamientos de estos rancheadores cibernéticos del siglo XXI.

Llama la atención como algunos de los defensores de lo indefendible
achacan a Zurbano su "poca edad" para conocer y poder comparar el pasado
de Cuba y formarse un criterio objetivo y de paso favorable al gobierno
del tema que nos ocupa. Es tanto el nerviosismo que los agobia que son
incapaces de darse cuenta de que con argumentos tan absurdos están
resolviendo al revés uno de los elementos del problema fundamental de la
filosofía marxista, porque a su coyuntural conveniencia, ahora el mundo
no es cognoscible. Según estos ilustres señores no podemos hablar de la
Revolución Francesa o de la reconcentración de Weyler porque no fuimos
salpicados por sangre de guillotina o no tuvimos que degustar plantas de
bledo en el aciago 1897.

Los atacantes de Zurbano insisten en describir a los afrodescendientes
cubanos antes de la revolución como poco menos que esclavos o no
personas, sin desenvolvimiento y avance social alguno, imagen por cierto
muy cómoda para continuar reafirmando el criterio de que la revolución
nos hizo personas, desdeñar a conveniencia la contribución capital que
hemos hecho a la construcción nacional, los alcances sociales logrados
con mucho esfuerzo en un medio realmente hostil y de paso ocultar la
responsabilidad del gobierno cubano en la reafirmación de las
desventajas históricas.

El profesor Guillermo Rodríguez Rivera, uno de los detractores de
ocasión, afirma: "La revolución cubana no solo inició la lucha contra el
racismo y la discriminación, sino que puede decirse que nunca esa lucha
había sido tan a fondo como en ese momento de nuestra historia". Tal
idea es corroborada por otros atacantes que mencionan las comisiones e
instituciones creadas por el gobierno para "atender" el tema.

Como es natural, pierden de vista que la carencia trágica está en que
las victimas y principales interesados no tienen voz ni autonomía cívica
para participar como sujeto activo en esa lucha. Ese es el principal
cuestionamiento de los organismos de Naciones Unidas, pero ellos son
incapaces de asimilarlo, sencillamente porque no les conviene.

Provoca risa y lastima escuchar cosas como: "Pero el único poder en un
estado no es el central, ese que dicta layes, decretos y resoluciones.
Mucho más abajo, un director, un administrador, un jefe de personal,
ejercen un poder efectivo que puede pasar y a veces pasa por encima de
los criterios de ese poder central, claro que sin hacerlo explícito.
Finalmente, puede ejercerse incluso la discriminación privada, la que
dispone la sola persona en el ámbito que domina"...

De tal suerte habría que aceptar sin remedio que los ciudadanos
discriminen al diferente, roben o asesinen a quien les plazca.

El gobierno que estos señores defienden no ha dictado una sola medida
cultural para que luego de medio siglo los afrodescendientes dejemos de
ser percibidos como los seres inferiores de siempre. Los únicos
monumentos a personalidades afrodescendientes erigidos en la capital los
instauró el dictador Fulgencio Batista. Los gobernantes cubanos no han
dictado medidas judiciales para prevenir y castigar la posible
discriminación en las bases que describe el profesor Rodríguez Rivera en
su increíble análisis.

En respuesta a un planteamiento de Zurbano, el profesor rodríguez Rivera
afirma: "La utopía" socialista la vimos morir blancos, indios, mulatos,
negros, zambos y "jabaos" de todas las categorías. Nos pasó a médicos,
albañiles, arquitectos, obreros, maestros, deportistas, profesores,
peones agrícolas, ingenieros."

Rodríguez Rivera, con tal afirmación, ganó inobjetablemente el
campeonato mundial de la tontería interesada, porque ingenuamente
desconoce que aun en condiciones de crisis, sale mejor parado quien
mejores condiciones y ventajas tiene. Baste un ejemplo de lapidaria
actualidad. Ante el fracaso del modelo − que seguramente Rodríguez
Rivera dirá que es culpa del bloqueo, de la desaparición de la Unión
Soviética y hasta del fenómeno climático de "El Niño", pero jamás de los
gobernantes cubanos− todos los trabajadores se encuentran ante el
peligro de quedar disponibles, o sea, despedidos de sus empleos -y con
muy pocas garantías, por cierto- pero hasta el muy despistado Rodríguez
Rivera sabe que cuando un cubano blanco asume esa compleja situación,
tiene muchas más posibilidades que el afrodescendiente de ser
beneficiario de remesas, de contar con capacidades para insertarse en la
economía no estatal emergente, de tener algún miembro de la familia
insertado en la economía dolarizada o como cooperante en el exterior.
Esta realidad innegable vuelve a marcar la diferencia y la desventaja
sin que las autoridades la tomen en cuenta con el fin de tomar medidas
que atenúen tales desigualdades.

No alcanza el espacio para analizar en una sola entrega las desfasadas
impugnaciones de los voceros oficialistas. A estas alturas, no sabemos
cuál será el destino de Roberto Zurbano, culpable de describir alto y
claro una realidad palpable para todos, dolorosa para los de abajo e
incómoda para los de arriba.

El incidente demuestra una vez más la incapacidad de los gobernantes
cubanos de convivir con la crítica y el debate y sobre todo que frente a
los complejos problemas que agobian a la sociedad cubana, no tienen
voluntad positiva ni respuesta coherente.

Para Cuba actualidad: montesinos3788@gmail.com

*Historiador y politógrafo

http://primaveradigital.org/primavera/component/content/article/117-politica/7126-a-la-caza-del-cimarron.html

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