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Friday, November 23, 2012

Reclusos en uniforme azul

Reclusos en uniforme azul
Viernes, Noviembre 23, 2012 | Por Camilo Ernesto Olivera Peidro

LA HABANA, Cuba, noviembre, www.cubanet.org -Quien recorre las
carreteras o caminos fuera de las zonas urbanas en Cuba, todavía puede
apreciar las edificaciones que formaron parte de ese gran engendro
castrista denominado "Plan de becas en el campo". Estas edificaciones
consistían en dos estructuras, la de los dormitorios y la de las aulas
docentes, conectados entre sí por una especie de puente que, a su vez,
servía como techo a un tipo de pasillo denominado "central".

Durante los años setenta, del pasado siglo, en los más disímiles puntos
de las zonas rurales fueron erigidos estos centros, cuyo objetivo
declarado consistía en formar a los estudiantes bajo el principio de
combinar estudio y trabajo. Se ofrecía una imagen edulcorada y pulcra de
estas escuelas. La prensa publicaba fotos de los denominados pasillos
centrales con sus pisos de granito pulido, casi marmóreos, limpios y
brillantes. Los dormitorios- albergues, bien acondicionados, por
cubículos, con las camas- literas acolchonadas y confortables. Los baños
impecables. Las aulas equipadas, y el claustro de profesores eficiente y
preparado.

Todavía algunos recordarán aquel documental realizado por el ICAIC, a
inicios de los setenta, y el tema musical que le servía de título.
Cantaban Silvio Rodríguez y el Grupo de Experimentación Sonora: "Esta es
la nueva escuela, esta es la nueva casa, casa y escuela nueva, como cuna
de nueva raza…".

Hasta hace muy poco, estas escuelas fueron casi la única opción para la
mayoría de los jóvenes que pretendían alcanzar con sus estudios el grado
de Bachiller. Pero puertas adentro las cosas distaban mucho de ser tan
idílicas como nos quiso mostrar la propaganda oficial.

Solía y suele decirse que hay tres lugares donde resulta casi inevitable
adoptar el hábito de fumar. El primero, es la prisión; el segundo, es el
Servicio Militar; y el tercero, la beca. Como sistemas, la prisión y la
beca siempre tuvieron puntos de contacto. La diferencia consistió, en el
caso de las becas, en la ausencia de guardias armados y rejas. Sin
embargo, las normas de convivencia y supervivencia eran semejantes.
En todas las becas existía el denominado Jefe de disciplina y de vida
interna, llamado por los educandos simplemente "el vida interna". Esta
persona era la encargada de mantener el orden en el área de dormitorios,
y designaba a los alumnos que serían los jefes de estas áreas. Tales
alumnos gozaban de determinadas consideraciones y eran elegidos según su
capacidad de amedrentar al resto. Ellos, a su vez, nombraban a los jefes
de cubículo o segmento de camas, dentro del dormitorio, con ese mismo
criterio.

Generalmente, los "alumnos- jefes" tenían la tendencia a imponerse a los
demás sobre la base del abuso de poder. El propio "vida interna" les
conminaba a ejercer la autoridad de esa manera.

Las violaciones a los derechos humanos, cometidas por adolescentes en
contra de otros adolescentes, en estos centros de educación en el campo,
forman parte de la historia terrible, oscura y oculta de más de una
generación de cubanos.

Los eslabones más débiles eran aquellos muchachos que, por inadaptación
o falta de carácter, no lograban imponer una coraza de respeto. Como
resultado, eran sometidos a las más diversas clases de humillaciones por
parte de los envilecidos jefecillos o sus acólitos. Su situación era
semejante a la de los denominados "intocables" en el sistema de castas
hindú, y no exagero.

En diversas ocasiones, estos mismos jefecillos cometían robos de mayor o
menor envergadura dentro del dormitorio. El castigo para todos los
alumnos podía consistir en permanecer parados en filas en el área de
formación hasta altas horas de la madrugada. Este método también se
aplicaba en contra de las brigadas que incumplían la norma de
rendimiento del trabajo en el campo. También, tal y como quien esto
escribe lo presenció en la ESBEC "Camilo Cienfuegos"(Ceiba 3) durante el
curso 83-84, se obligaba a los estudiantes a largas sesiones de
ejercicios físicos, como castigo, que tenían lugar en el área deportiva,
después del horario de silencio y hasta la madrugada.

Un código de ocultación, basado en una combinación de terror psicológico
y ciertos conceptos de supuesto "honor" y "hombría", amordazaba a los
alumnos y ofrecía un manto de impunidad a estos esbirros con título de
profesores.

Desde hace un tiempo, el uniforme azul identifica a buena parte de los
alumnos de bachillerato en la Isla, ahora ubicados en centros de
enseñanza urbanos. Los edificios de las Escuelas Secundarias Básicas en
el Campo (ESBEC), y de los Institutos Pre-Universitarios en el Campo
(IPUEC), son hoy ruinas decadentes o refugios para damnificados por
huracanes. Sus paredes guardan los ecos de miles de historias alegres o
tristes. Son historias de quienes fueron, por la fuerza mayor de las
circunstancias, y quizás sin saberlo, reclusos en uniforme azul.

http://www.cubanet.org/articulos/reclusos-en-uniforme-azul/

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