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Thursday, November 15, 2012

El otro 'cuento chino'

Salud Pública

El otro 'cuento chino'
Fernando Dámaso
La Habana 15-11-2012 - 6:48 am.

¿Es el sistema de salud cubano tan bueno como se dice?

El tema de la salud en Cuba resulta controvertido. Si hacemos caso a la
propaganda oficial —repetida hasta el aburrimiento por autoridades y
medios de comunicación—, los servicios de salud cubren a todos los
ciudadanos de forma gratuita, tanto en los dispensarios de los médicos
de la familia como en policlínicos y hospitales. Existen programas de
vacunación y campañas profilácticas para evitar y combatir las epidemias
y, cuando éstas se producen, se emplean todos los recursos humanos y
materiales necesarios para erradicarlas.

Por otra parte, en clínicas y hospitales especializados, previo pago en
divisas, se ofrece atención médica a extranjeros. Miles de profesionales
de la salud prestan servicios en el exterior, tanto en misiones
humanitarias como de otras índoles, obteniendo por ello una remuneración
que, en gran porciento, termina en las arcas estatales habaneras.

Analizado el conjunto, todo resulta maravilloso. Deberíamos sentir
orgullo… si no fuera porque aquí hay mucho de "cuento chino".

En realidad el sistema de salud, aunque masivo, deja mucho que desear,
debido a la sobreexplotación del personal médico y de enfermería, la
escasez de equipamiento tecnológico, la carencia de medicamentos y el
estado deplorable y antihigiénico de los hospitales, donde el enfermo,
al ingresar, debe prácticamente realizar una mudada, trasladando desde
su hogar ropa de cama, toallas, útiles de limpieza y aseo, bombillos
eléctricos, ventilador, cubo, palangana y, a veces, hasta el agua para
beber y asearse. A esto hay que agregar los alimentos, pues los que
ofrecen en los hospitales por lo regular están mal elaborados y no
poseen diversidad.

Aunque el médico que presta el servicio sea responsable y preocupado, al
no disponer de equipos o solo poder hacer uso de ellos en casos
extremos, además de carecer de los fármacos necesarios, es poco lo que
puede hacer, como no sea dar un buen consejo o recomendar la búsqueda de
algún familiar o amigo que resida en el extranjero y que le envíe lo
necesario.

No debe confundirse la atención y el trato de los que prestan sus
servicios en el extranjero (mejor estimulados materialmente), con el de
quienes los prestan aquí (peor pagados, mal atendidos y con demasiados
problemas), tan preocupados como cualquier cubano de a pie por la
sobrevivencia diaria. Debido a ello, aunque no sea ético, no es raro que
a veces sea necesario ofrecer algún "obsequio", para lograr una buena
atención, un tratamiento efectivo.

Por supuesto, existen dispensarios del médico de la familia,
policlínicos y áreas en hospitales escogidos que resultan muy diferentes
a los que corresponden a los cubanos. Sirven, entre otras cosas, para
ser mostrados a visitantes y delegaciones extranjeras que aceptan lo que
se les muestra sin intentar siquiera comprobar el total de la realidad,
cooperando de esta forma al mantenimiento del mito del sistema de salud
cubano.

Al cese del poder español en Cuba, este era un país de elevada
mortalidad. El paludismo, la viruela, el tétanos infantil, la tifoidea,
la fiebre amarilla, etcétera, diezmaban a la población. Iniciada durante
la primera intervención norteamericana la labor de saneamiento e
higienización en las ciudades más importantes, ésta continuó con otras
medidas en las cuales participaron eminentes médicos cubanos y
norteamericanos, logrando erradicar del país el azote de las
enfermedades endémicas que, a veces, se convertían en epidemias.

Durante la República se desarrolló y perfeccionó el sistema creado,
incorporándose las casas de socorro, que prestaban servicios de
emergencias, y una amplia red de hospitales municipales, provinciales y
nacionales, así como algunos dedicados a especialidades médicas. A ellos
se sumaban las clínicas privadas y los centros mutualistas de las
sociedades españolas, establecidos en la mayoría de los pueblos y
ciudades, que prestaban servicios completos por módicas cuotas mensuales
(dos pesos con cincuenta centavos, la mayoría).

A pesar de la existencia de este sistema, aún no se habían logrado
cubrir todas las regiones del país, principalmente las más apartadas y
sin vías de comunicación, lo que hacía que sus residentes pasaran
grandes trabajos para recibir atención médica, teniendo que trasladarse
enormes distancias para ello.

En realidad, la infraestructura creada y desarrollada durante la
República, bastante deteriorada y abandonada durante los últimos años,
es la que sirve aún de principal sostén al actual sistema de salud, con
algunos agregados y adecuaciones, pero no con mayor calidad que la que
existía entonces, en correspondencia con los adelantos y medios de la época.

Esta situación, sufrida por los cubanos que tienen la desgracia de
enfermarse, demuestra que la "salud para todos", como reza la consigna
oficial, deja bastante que desear. Ahí están, como malos ejemplos, las
repetidas equivocaciones en los diagnósticos, los errores en las
intervenciones quirúrgicas, las infecciones, los virus en los salones de
cirugía, las hemodiálisis con filtros reciclados y hepatitis B
asegurada, las confusiones en los análisis, la colocación de cristalinos
incorrectos en operaciones masivas de cataratas, la utilización de
prótesis inadecuadas en operaciones de cadera, etc.

Dado que la atención es "gratuita", se carece del derecho a
indemnización, y los "errores médicos", como se dice en la calle,
"siempre se tapan con tierra o se incineran".

http://www.diariodecuba.com/cuba/14009-el-otro-cuento-chino

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