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Tuesday, November 13, 2012

Acerca del sufragio femenino en Cuba

Sociedad

Acerca del sufragio femenino en Cuba
Dimas Castellanos
La Habana 13-11-2012 - 9:53 am.

La Secretaria General de la castrista FMC afirma que las cubanas
pudieron hacer uso del derecho a voto gracias a 'la revolución'. ¿Fue así?

En el programa televisivo "Mesa Redonda" del jueves 18 de octubre, la
licenciada en Historia y Ciencias Sociales Teresa Amarelle Boué,
Secretaria General de la Federación de Mujeres Cubanas, expresó, más o
menos, que gracias a la revolución de 1959 la mujer cubana pudo hacer
uso del derecho al voto. Desde ese día he sido interrogado en varias
oportunidades acerca de tal afirmación, lo que motivó la decisión de
redactar las siguientes notas.

Desde el siglo XIX, varias intelectuales cubanas marcaron pautas acerca
de los derechos femeninos. La Condesa de Merlín reflejó en su obra
literaria los sentimientos femeninos, su raíz nacional y sus
perspectivas. Gertrudis Gómez de Avellaneda, editó Álbum cubano de lo
bueno y de lo bello, una revista femenina en la que desafió el dominio
masculino e instó a otras mujeres a que hicieran lo mismo. Marta Abreu,
encarnación sublime de la caridad y del patriotismo, cuando José Martí
puso en pie de guerra al pueblo cubano, extendió la caridad a los
sufridos por la patria. Sobre ella Máximo Gómez expresó: "Si se
sometiera a una deliberación en el Ejército Libertador el grado que a
dama tan generosa habrá de corresponder, yo me atrevo a afirmar que no
hubiese sido difícil se le consignara el mismo grado que yo ostento".

Durante las guerras de independencia, Ana Betancourt de Mora defendió la
emancipación femenina en la Asamblea Constituyente de Guáimaro. María
Hidalgo Santana se incorporó en 1895 al ejército insurreccional y en la
batalla de Jicarita, al morir el abanderado ocupó la enseña y la
enarboló, recibió siete heridas de bala y fue ascendida a capitán.
Edelmira Guerra de Dauval, fundadora y presidenta del club Esperanza del
Valle, ayudó a formular el manifiesto revolucionario del 19 de marzo de
1897, cuyo artículo 4 rezaba: "Queremos que las mujeres puedan ejercer
sus derechos naturales a través del voto a la mujer soltera o viuda
mayor de veinticinco años, divorciada por causa justa". En 1897 María
Luisa Dolz, profesora del colegio para alumnas Isabel la Católica,
asoció la reforma educativa al nacionalismo y al feminismo, por lo que
se le considera la primera feminista moderna de Cuba.

Al inicio de la República un grupo de mujeres fundaron asociaciones y
órganos de prensa para defender los intereses de la mujer. Entre ellos,
la Revista de la Asociación Femenina de Camagüey, primera revista
feminista de la Isla; Aspiraciones, revista cívica y patriota; el Comité
de Sufragio Femenino; el Club Femenino de Cuba; la Alianza Nacional
Feminista; el Lyceum, organización eminentemente cultural que
consideraba imposible el cambio sin contacto con la educación y la
cultura; y la Unión Laborista de Mujeres, una asociación radical que
puso la cuestión obrera por encima del derecho femenino al sufragio. En
1912, después del crimen contra los miembros del Partido Independiente
de Color, un grupo de mujeres negras iniciaron una campaña dirigida a la
aprobación de una ley de amnistía para los encarcelados, y en sus
reuniones y mítines se pronunciaban a favor de derechos femeninos como
el voto y el divorcio. En 1923, cuando se creó la Asociación de
Veteranos y Patriotas, entre sus firmantes estaban diez de las
dirigentes del Club Femenino de Cuba.

Entre las mujeres destacadas durante la República vale mencionar a Mari
Blanca Sabas Alomá, Ofelia Rodríguez Acosta, Ofelia Domínguez Navarro y
María Collado, quienes desempeñaron un importante papel en la lucha por
los derechos de las féminas. Estas y otras dirigentes feministas
celebraron congresos, hicieron peticiones a los políticos, establecieron
coaliciones con diversos grupos, se manifestaron en las calles, se
dirigieron al público a través de los periódicos y la radio,
construyeron clínicas de obstetricia, organizaron para mujeres escuelas
nocturnas, programas de salud y establecieron contactos con grupos
feministas de otros países.

Aunque la Constitución de 1901 reconocía la igualdad de todos los
cubanos ante la Ley, el Código Civil Español, aún vigente, establecía la
inferioridad de la mujer, que impedía su avance y cerraba el paso al
sufragio femenino. Sin embargo, gracias a la lucha cívica en 1914 se
iniciaron los debates acerca del divorcio, el 18 de julio de 1917 se
concedió a la mujer la patria potestad sobre sus hijos y la libre
administración de sus bienes, y en julio de 1918 se aprobó la Ley del
Divorcio.

En 1919 las cubanas ya habían alcanzado el mismo nivel de alfabetización
que los hombres y en los años 20, proporcionalmente, se graduaban tantas
mujeres en Cuba como en las universidades norteamericanas. Hechos que
debilitaron a los enemigos del voto femenino. En ese contexto tomó
fuerza la batalla por el derecho al sufragio.

En 1923 se celebró el Primer Congreso Nacional de Mujeres, al que
asistieron 31 asociaciones, y en 1925 tuvo lugar el Segundo Congreso
Nacional, con 71 asociaciones. Al decir de Pilar Morlón, fue éste "¡Un
Congreso de Mujeres, ideado por ellas, organizado por ellas, realizado
por ellas, sin ayuda oficial de ninguna clase!", a lo que yo añadiría y
sin ningún hombre presidiendo el evento. Este Congreso tuvo tal impacto,
que el presidente Gerardo Machado prometió que concedería el derecho al
voto, para lo cual, al designar una Asamblea Constituyente con el
objetivo de legalizar su reelección, incluyó en su propuesta el voto
femenino. Sin embargo, debido al incumplimiento de su promesa, después
de 1931 los grupos feministas se aliaron con los grupos políticos
existentes y al estallar la rebelión, el voto de la mujer se convirtió
en símbolo de la infidelidad de Machado a la democracia.

El 12 de agosto de 1933, cuando Machado fue derrocado y Carlos M. de
Céspedes (hijo) asumió la presidencia, la Alianza Nacional Feminista
apeló al mandatario para exigir el derecho al voto. Posteriormente,
durante el gobierno de Ramón Grau San Martín, se promulgó el Decreto No.
13 de 2 de enero de 1934, mediante el cual se convocó una Convención
Constituyente en la que se reconoció el derecho de la mujer a votar y
ser elegida. Para ese evento fueron electas siete mujeres por las
provincias de La Habana, Las Villas, Camagüey y Oriente.

En febrero de 1934, durante la presidencia del coronel Carlos Mendieta,
se aprobó una Constitución provisional, que en su artículo 38 extendió
formalmente el voto a la mujer. Y en febrero de 1939, previo a la
Asamblea Constituyente que redactó la Carta magna de 1940, las féminas
convocaron al Tercer Congreso Nacional de Mujeres, donde se aprobaron
varias resoluciones, una de ellas, la exigencia de "una garantía
constitucional para la igualdad de derechos de la mujer". En ese
reclamo, discutido en la Asamblea Constituyente, tomaron parte las
feministas Alicia Hernández de la Barca, de Santa Clara, y Esperanza
Sánchez Mastrapa, de Oriente.

La lucha iniciada en los años 20 del pasado siglo quedó refrendada en el
artículo 97 de la Constitución de 1940: "Se establece para todos los
ciudadanos cubanos, como derecho, deber y función, el sufragio
universal, igualitario y secreto". Gracias a ese resultado la mujer
cubana ejerció legalmente el derecho al voto en las elecciones de 1940,
1944, 1948, 1954 y 1958, antes de la toma del poder por los
revolucionarios en 1959.

http://www.diariodecuba.com/cuba/13942-acerca-del-sufragio-femenino-en-cuba

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