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Thursday, May 10, 2012

Esclavos del castrismo

Publicado el jueves, 05.10.12

Esclavos del castrismo
Daniel Morcate

Es el destino peripatético del castrismo. Mientras más lo excusan,
defienden y maquillan cómplices y pusilánimes, más impresentable se
vuelve. Si a algunos curas se les ocurre bendecirlo a cambio de espacio
político en la isla, el castrismo responde con la mayor ola represiva
contra opositores en años. Si gobernantes latinoamericanos se confabulan
para legitimarlo, con el inconfesable propósito de imitar su mano dura
llegado el caso, la familia Castro los pone a temblar con su espaldarazo
a la nueva ola de expropiaciones de empresas extranjeras en la región. Y
si los cantamañanas de turno ensalzan los "cambios" del raulato y
arremeten contra el embargo, estalla algún que otro escandalillo que los
pone en ridículo. Así sucede ahora con la revelación, en plena ofensiva
contra las sanciones norteamericanas, de que esa familia con suerte
entregó a presos cubanos, políticos y comunes, para que IKEA los usara
como trabajadores esclavos.

Que el famoso fabricante sueco de muebles haya usado esclavos cubanos,
alemanes orientales y norcoreanos en los 80, según denuncian medios
europeos, no debería sorprender a nadie. A medida que van apareciendo
documentos secretos en los países descomunizados, el breviario de
podredumbre aumenta de manera exponencial y da una idea más precisa de
lo que han sido y son los horrores del comunismo. El infame hallazgo se
hizo en los anales de la temible Stasi. Y aún falta por hurgar en los de
dos de las más antiguas tiranías leninistas que apadrinó sin saberlo el
viejo Marx: China y Cuba. Lo sorprendente y lamentable es el escaso
interés que han generado los archivos comunistas en el mundo libre,
especialmente entre los medios e intelectuales de las democracias.

Sorprendente resulta, además, que tanta gente se indigne ahora por el
uso de esclavos del castrismo hace 25 años y se oponga al embargo a
Cuba, uno de los pocos mecanismos que combaten la esclavitud que hoy
padecen millones de trabajadores cubanos. En efecto, en sus versiones
recientes el embargo norteamericano penaliza a empresas que tienen
negocios en Estados Unidos y en Cuba, donde utilizan mano de obra
esclavizada. Esas compañías depredadoras explotan el hecho de que el
único empleador oficial en la isla es el régimen castrista, dueño de por
lo menos el 51% de todas las empresas mixtas; que el único sindicato al
que pueden pertenecer los trabajadores cubanos también es el propio
régimen; que carecen del derecho a la huelga o a cualquier otra forma de
protesta laboral; que trabajan las horas que se les exijan –hasta 15
diarias en muchos casos– sin que se les pague tiempo extra; y que están
obligados a pertenecer a organizaciones de masa y a participar en los
eventos oficiales de la tiranía, incluyendo las misas que oficia el Papa
de turno, esas mismas misas que ponen en blanco los ojos de los
calambucos de Miami.

Un portavoz dice que IKEA investiga las denuncias que hicieran
Franfurter Allgemeine Zeitung y el canal sueco de televisión SVT. Y
asegura que la empresa coteja las denuncias con sus archivos de la
época. Esperemos que así sea. Sentados. Pero por si acaso exijamos con
firmeza que IKEA haga públicos esos expedientes. Y que ofrezca la debida
indemnización a los esclavos o a sus familiares sobrevivientes, si se
comprueba la validez de las denuncias. Estas revelaciones, de hecho,
deberían estimular la creación de un banco de datos sobre los abusos
laborales que cometen los gobiernos y empresas extranjeros que se
asocian con el castrismo, no solo contra trabajadores en la isla, sino
también contra los que el régimen ha bautizado con el eufemismo de
"internacionalistas".

La representante republicana de la Florida, Ileana Ros-Lehtinen, ha
prometido investigar las denuncias contra IKEA en la Cámara baja. Ese
esfuerzo merece apoyo bipartidista. Y debería ampliarse para incluir
otros testimonios sobre la vil explotación de los trabajadores cubanos.
Un buen punto de partida sería mostrar en el Congreso dos documentales
recientes que tratan el tema con elocuencia: Cubriendo Cuba 6: Curazao,
de Agustín Blázquez, y Bajo el cielo cubano: El trabajador y sus
derechos, de Carlos Montaner. Ambos ponen en evidencia uno de los más
detestables legados del castrismo: la creación de una nueva modalidad de
esclavo en pleno siglo XXI.

www.twitter.com/dmorca

http://www.elnuevoherald.com/2012/05/10/1199073/daniel-morcate-esclavos-del-castrismo.html

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