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Monday, May 14, 2012

Diáspora y destierro

Diáspora, Exilio

Diáspora y destierro

La aplastante mayoría de la diáspora cubana es de hecho desterrada,
según las leyes cubanas, ya que sus miembros no puede regresar a
asentarse al país donde nacieron y requieren de autorización para visitarlo

Juan Antonio Blanco, Miami | 14/05/2012 9:42 am

Agradezco la contribución hecha por Alejandro Armengol al actual debate
sobre el concepto que mejor identifica a la masa de cubanos que hoy vive
en el exterior. Sin duda este es un tema central y a menudo mal tratado
que genera continuos debates que a veces hacen olvidar hacia dónde hay
que dirigir las pasiones que levanta. Voy a permitirme, apenas a título
complementario, agregar algo a lo ya dicho por el autor en su artículo
Diáspora y exilio.

Los conceptos no son estáticos, sino evolucionan según el uso que se les
da, y con ello cambian también quienes los abrazan o desechan.

El termino de diáspora efectivamente fue empleado en su origen para
calificar la dispersión masiva que supuso el éxodo judío para escapar a
sus opresores (cruzar el Mar Rojo para escapar la esclavitud en Egipto
era en aquel tiempo una opción desesperada, como lo fue después escapar
de Europa ante el avance nazi). También fue usado el concepto para
describir otras circunstancias en las que la opción personal no jugaba
un papel en el desplazamiento físico, como fue la captura y exportación
forzada y masiva de africanos como esclavos a las Américas.

Pero en 1986 Gabriel Sheffer publicó su libro Un nuevo campo de
estudios: las diásporas modernas en las relaciones políticas
internacionales y desde entonces el término se emplea para calificar a
grupos étnicos de origen migrante que residen y actúan en sus países de
acogida, pero mantienen fuertes lazos sentimentales y materiales con sus
países de origen. Visto desde esa perspectiva, hoy predominante en la
literatura académica sobre migraciones, el concepto se ajusta mejor para
describir la actual realidad de una masa significativa de cubanos que
por muy diversas razones se marchan de su país pero mantienen fluidas
relaciones con la Isla.

Todos los cubanos que migran —o sea, que se desplazan físicamente de un
país a otro— son emigrados. Migrar es un concepto que describe un
desplazamiento en espacio y no alude a la motivación detrás de ese acto.
Hay infinitas razones para migrar. Las causas que motivan ese
desplazamiento y el status legal que usan para ser acogidos en el nuevo
país es el que decide si son exiliados (personas que por razones de
conciencia deciden irse de Cuba) y de entre ellos si son asilados o
refugiados (si temerosos de ser devueltos a Cuba solicitaron el asilo
como refugio político). La contraposición entre los conceptos exilio y
emigración es propia de debates ideológicos, pero no se aviene al
contenido real de esas categorías, las cuales no son contradictorias y
pueden resultar complementarias según el caso. El debate sobre ese punto
terminológico se ha politizado porque unos y otros desean reflejar que
la inmensa mayoría o totalidad de esa masa de migrantes lo hace por
razones políticas o económicas. Ese es un debate válido y necesario,
pero que no invalida el hecho de que migrantes son todos.

Tiene razón Armengol cuando recuerda que La Habana, en su ignorancia
habitual, usó en algún momento el término de diáspora, para evitar
emplear el de exilio, sin percatarse de que el origen de ese concepto
estaba vinculado a masas de personas que escapaban de la opresión
(judíos) o eran forzados a salir de su territorio (africanos). Al
parecer alguien les llamó la atención porque ahora critican y sospechan
de todos aquellos que usamos ese concepto e insisten en que solamente se
hable de comunidad cubana en el exterior que es el único políticamente
correcto a su entender.

Los que hoy usamos el concepto de diáspora para referirnos a los cubanos
lo hacemos precisando que al interior de esa masa de personas hay una
zona significativa de exiliados, o sea de personas que han emigrado por
razones de conciencia. Entre ellos muchos se acogieron al asilo y
refugio políticos en otros países para asegurarse de no ser devueltos y
poder legalizar su status si arribaron sin visa. También hay personas
—estén conscientes o no de ello— que salieron forzados por el creciente
deterioro de la vida cotidiana generado por un régimen de gobernabilidad
que bloquea su creatividad y proyectos de vida. Al no ver con claridad
esa conexión se consideran a sí mismas emigrados económicos, pero es
debatible si en realidad pueden ser considerados como tales por el
simple hecho de que no tengan conciencia de la conexión que existe entre
el sistema político y económico con la miseria de la que intentaban escapar.

Lo curioso es que, sea cual sea el motivo de su partida de Cuba, el
grado de conciencia que tengan sobre la relación entre las causas
políticas y las económicas que los empujaron a salir, el país que
eligieran para asentarse, el status legal con el que entraron al nuevo
país (en el caso de EEUU pudiera ser un emigrado beneficiado con las
20.000 visas anuales de migrantes, haberse acogido al ajuste cubano o
haber solicitado asilo político), la aplastante mayoría de esa diáspora
es de hecho desterrada según las leyes cubanas vigentes. Son desterrados
que no pueden regresar a asentarse al país donde nacieron y requieren de
autorización para visitarlo, la cual puede ser negada en cualquier
momento y sin que medie explicación alguna.

En conclusión: las actuales leyes migratorias cubanas son ante todo
leyes de destierro para aquellos que optan por asentarse en EEUU u otro
país. Los permisos de residencia en el exterior son —por muchas que sean
las personas que hoy ya lo reciban— otorgados a discreción del Estado y
junto a los permisos de entrada son dádivas gubernamentales para
incentivar el comportamiento apolítico y acrítico de los emigrados.

Este y no otro debería ser hoy el centro del debate.

Para quienes anden en busca de un concepto que resulte ampliamente
aglutinador y albergue dudas sobre aquellos términos que usualmente se
manejan —diáspora, exilio, emigración, comunidad en el exterior o
cualquier otro— el de destierro podría resultarles bastante abarcador.
El destierro es una condición que se aplica por igual a todos los
cubanos, por muy simpatizantes que sean del Gobierno en la Isla, porque
la llamada habilitación del pasaporte no es sino un salvoconducto
revocable para visitar el país en que se nació.

Exigir el fin de las leyes de destierro es el meollo de la cuestión que
distingue a los abolicionistas que exigimos su fin —con la aplicación de
los artículos 9 y del 13 de la Declaración Universal de Derechos
Humanos— de los reformistas que promueven una legislación más flexible
con diezmos más baratos.

http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/diaspora-y-destierro-276702

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