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Sunday, October 16, 2011

Cuba tiene hoy la causa más verdadera y profunda para indignarse, la del asesinato de Laura Pollán, Líder de las Damas de Blanco, Premio Sajarov.

Cuba tiene hoy la causa más verdadera y profunda para indignarse, la del
asesinato de Laura Pollán, Líder de las Damas de Blanco, Premio Sajarov.
octubre 15, 2011
por Zoé Valdés ¡Libertad y Vida!

Esta madrugada mientras me preparaba para tomar el tren pensaba que los
cubanos tenemos hoy la causa más verdadera y profunda para indignarnos,
el asesinato premeditado, durante más de siete años, de la líder de las
Damas de Blanco, Laura Pollán. No sólo han abusado de ella y de las
demás, también las han torturado física y psicológicamente, y podemos
sospechar, que en el peor estilo castrocomunista, algún virus mortal fue
inoculado en el cuerpo de esta luchadora por la libertad, además de que
quién sabe lo que ha podido suceder en el extrañísimo desenvolvimiento
de su enfermedad. ¿Valdría de algo un parte médico y un acta de
defunción entregado de manos de los médicos intimidados por la
dictadura, o posiblemente miembros gustosos de ella, a los que no les
importa la ética médica, pero sí antes que nada obedecer sin remilgos de
mancharse las manos de sangre? No, no me valen; me importa un comino
cualquier informe que venga de un hospital castrista, desgraciadamente
en Cuba no existen clínicas ni consultas ni hospitales privados, todo,
absolutamente todo, está controlado por el mayor enemigo del pueblo y de
los enfermos: el régimen.

A Laura Pollán la asesinaron, día a día, segundo a segundo. Ella no ha
sido la única. La primera de esos asesinatos recientes fue Gloria Sigler
Amaya. El segundo, Orlando Zapato Tamayo. Hubo otros muchos antes, pero
los más recientes son ellos. Añado a Juan Wilfredo Soto García muerto
apaleado en el Parque de Santa Clara y al periodista Adriám Leyva, que
murió extrañamente en su intento de regresar a Cuba (gracias a
Chocolatico Pérez por recordarme estos dos nombres) ¿O es que tenemos la
memoria corta y somos ciegos? ¿Cuántos videos no han sido divulgados en
internet en donde podemos apreciar cómo han ido cruelmente acabando con
la existencia de estas personas?

¿Debemos esperar por la protesta de Silvio Rodríguez, de algún otro
músico cubano? ¿Cantará finalmente en las calles Pablo Milanés su
canción dedicada a las Damas de Blanco? ¿Escribirá Sting una canción
similar a la que dedicó a las Madres de la Plaza de Mayo en Argentina?
¿Ha enviado algún mensaje de solidaridad o un gemido siquiera alguna de
esas madres argentinas? ¿Algún presidente habrá hecho algo parecido?
¿Qué escritor latinoamericano o europeo ha dicho algo? ¿Dónde anda Susan
Sarandón con su tetámen compasivo sólo apuntando piadosa al espía
terrorista? ¿Y los demás, dónde? Brillan por su ausencia. Estamos solos,
aislados, y entre las garras de una las dictaduras más cruentas del planeta.

Conocí a Laura Pollán desde antes de que le tocara ser Dama de Blanco,
pero ya ella y su esposo habían ingresado las filas de la disidencia. Le
agradeceré toda la vida que fuera hasta el último minuto la enfermera de
cabecera de Poncito, mi querido amigo, el hijo del pintor Fidelio Ponce
de León, pintor él también, y disidente. No sólo fue la enfermera, se
comportó como una madre, y todo eso lo supe, no a través de ella, sino
por terceros amigos. Cuando Héctor Maseda cayó preso en la Primavera
Negra del 2003, y que entonces ella se hiciera Dama de Blanco y
co-creara el movimiento, empezamos a comunicarnos bastante más seguido.
Hablábamos telefónicamente de la disidencia, de los proyectos de las
Damas de Blanco, e intercambiábamos opiniones. Siempre que le pedí una
carta de agradecimiento, dirigida a alguien que había hecho o haría algo
por ellas, sin falta, la recibía el mismo día que lo prometía, lo mismo
fuera dirigida a un presidente como a un profesor de un liceo en Francia
al que le habíamos pedido que hablara de Cuba y de las Damas de Blanco.

Laura Pollán era una líder, se fue haciendo líder a fuerza de
padecimiento, pero sobre todo era una mujer de un gran valor y entereza.
A veces me permitía darle un consejo, y ella lo acogía con extrema
atención, nunca dejó de responder a un email mío, y para colmo tenía un
sentido de humor de una gran justeza y fineza. Fue ella quien en
múltiples ocasiones calmó mi apasionado carácter, y me hizo comprender
que las Furias no eran buenas consejeras, y eso sin querer meterme el
pie, sin imponerme ningún criterio, oía mis críticas y a veces me daba
la razón y exponía sus criterios, en otras ocasiones la oía respirar con
dificultad, y me confiaba con pesar que los lejanos viajes a la prisión
la tumbaban en una cama, sin vida apenas, para rogarme enseguida que no
dijera nada a nadie. Nunca dije nada a nadie, nunca violé esa mínima
complicidad que establecimos. Como buena líder pienso que se comportó
del mismo modo con todo el mundo, nos hizo sentir a todos privilegiados
de su confianza, y lidió con todos nosotros con igual y envidiable
paciencia, y por eso triunfó en su propósito: ella, a mi juicio, fue una
de las pocas que conseguía unir a varios sectores de la disidencia, y
cuidado no haya sido la única.

La triste noticia de su muerte la recibí ayer por Martha Beatriz Roque,
otra disidente, otra líder a la que Laura respetaba, porque me lo dijo,
y la firmeza de Martha Beatriz se quebró por unos imperceptibles
segundos cuando anunció el fallecimiento. Ni llantén, ni espectáculo, ni
apropiación del cadáver, puesto que Laura tiene familia, hija y marido.
Martha dio la noticia sin ningún tipo de alharaca y cumplió con su deber
de opositora y de compañera. Es de agradecer. Y es de agradecer porque
así era también Laura, sus testimonios concisos, calmados, ensordecidos
por los escándalos que le armaban los esbirros de la dictadura frente a
su casa, dan fe de su serenidad, claridad y buena educación. Laura
Pollán, al igual que el resto del grupo de las Damas de Blanco, también
cometía errores, como todos, pero creo que ha sido en los últimos años,
el único grupo capaz de unir de manera entrañable y pacífica a la
opinión pública internacional, y si no lo consiguieron -o no lo han
conseguido todavía, porque esto no se queda aquí- con el pueblo cubano,
no es culpa de ellas, es la de ese pueblo.

Mi crítica siempre fue dirigida a la relación de las Damas de Blanco con
la iglesia castrista y la ingenuidad ante algunos falsos disidentes, a
su dependencia del Cardenal Ortega y Alamino, aún después que sus
maridos fueron liberados, lo que antes estaba más que justificado. Sin
embargo, poco a poco las Damas fueron ganando en independencia, y el
último llamado de Laura Pollán al pueblo cubano, al día siguiente de la
violenta represión a la que fueron sometidas, justo el Día de la Merced,
comprueba cuánto había comprendido ella cuán solos estamos, y que lo
único que nos queda es dirigirnos al pueblo. Copio un fragmento del
email que le envié felicitándola:

"Querida Laura…, quiero felicitarte personalmente por lo que lograron
este 24 de septiembre. En primer lugar, tus palabras, las que cito en mi
blog, en la cabecera, han sido extraordinarias. Encuentro muy
inteligente que te dirijas al pueblo, como lo hiciste, espontáneamente,
me gustó mucho que dijeras que ustedes eran la seguridad del pueblo, eso
llegará hondo. Creo que siempre que tengan la oportunidad de hablarle a
la televisión y a la radio del mundo, tanto tú como Berta, deben
dirigirse directamente al pueblo, diciendo que ustedes sólo quieren su
seguridad, su libertad, y que en Cuba se viva en paz, en libertad, en
democracia, eso rebotará… "

Ha sido el único email del que no recibí respuesta, poco después supe
que había enfermado, pero jamás imaginé que sería de gravedad y de muerte.

Toda esta vasta introducción para decirles que lo que nos queda a los
cubanos, tal como ya sabía Laura Pollán, es solamente la acción por
parte de nosotros mismos, que no debemos esperar nada de nadie, y que
habrá entonces que indignarse y aglutinar al pueblo de a pie para que
desafíen al régimen en las calles, de manera pacífica, con gladiolos en
las manos. No nos queda más que eso ya.

Y si bien me cuesta solidarizarme con los indignados de camisetitas
recochinas del Che, si que me indigno junto a los que hoy piden
justicia, mejorías sociales, trabajo, salarios decentes, libertad y
vida. Los cubanos, desde hace más de 52 años, poseen estos argumentos y
otros más poderosos para indignarse de verdad y que nuestra indignación
sea reconocida y apoyada por los presidentes de las naciones del mundo,
y por el mundo entero, porque son muchos años ya de ignorar el
sufrimiento del pueblo cubano, esclavizado y sojuzgado.

Yoani Sánchez pidió hoy que los cubanos se indignaran; estoy con ella, y
ojalá ella y su grupo decidan indignarse, ser los primeros como mismo
fue la primera en anunciar la muerte de Laura Pollán en twitter, ojalá
consigan liderar al pueblo en las calles, junto a las Damas de Blanco y
que se unan los militares decentes, los que saben que un país debe ser
defendido por sus fuerzas armadas y no reprimido y abandonardo por
ellas, ni contribuyendo a asesinar a los ciudadanos valientes como lo
han hecho hasta ahora. Desde el exilio, estoy segura, que la
movilización sería mayor.

Espero que tengamos suficiente memoria para recordar toda la vida y
mucho más a personas como Laura Pollán, como Gloria Sigler Amaya, como
Orlando Zapata Tamayo, y tantos otros, porque es un ejercicio necesario
que nos mejoraría mucho, aunque como saben no espero nada ni creo en
nada ni en nadie, porque lo peor que hemos hecho los cubanos es inventar
y colocar en un pedestal a un falso ídolo, y de falsos ídolos y de
dioses nalgudos ya deberíamos estar hartos.

Dicho esto, creo en el élan vital que le insufla la muerte a la vida,
creo en la fuerza del Espíritu Santo, que es el verdadero dilema de la
iglesia católica: ¿Cuál es el sexo del espíritu santo? ¿Hombre, mujer,
híbrido, mariquita? De ninguna manera mujer ni mariquita para la
iglesia, por supuesto.

La fuerza de Laura Pollán, sin querer endiosar ni idealizar a nadie, y
reconociendo sus virtudes y defectos, era precisamente la de una fuerza
espiritual insuflada de eso que se nombra cultura, de sus lecturas, y de
su conocimiento de la historia, que en ella, lejos de ser pedantería,
sucedía de
la forma más natural, legítima y sabia posible.

Hoy más que nunca me queda claro que el Espíritu Santo está de nuestra
parte, el libertario, el sincero, el real. Sin ningún tipo de
oscurantismo ni perversión religiosa, sino desde el sentido martiano y
lezamiano, desde la libertad y la vida, desde la tormentosa soledad de
nuestros pensadores y escritores, desde ese Monte de Lydia Cabrera que
cobijó a los esclavos africanos reconociéndole sus mitos y leyendas, y
desde Guillermo Cabrera Infante, Reinaldo Arenas, Carlos Victoria,
Reinaldo Bragado Bretaña, recordando a los grandes que hicieron de
nuestro país una tierra digna, dentro, y desde su exilio, hasta personas
tan capaces y sensibles como Laura Pollán.

El pueblo cubano tiene que despertar. Cuba entera deberá despertar e
indignarse. Entonces será cuando el mundo comprenda que los cubanos
somos también seres humanos, que sentimos, discernimos, amamos, y
aspiramos a vivir como el resto de la humanidad, libres y en paz.

Hoy llegué temprano al Salón del Libro, pero antes de entrar compré
gladiolos en la florería más cercana; en silencio puse uno en cada mesa.
Lo hice en nombre de esa mujer, que además de Dama de Blanco fue
profesora de literatura, amante de la poesía y del arte. Gracias, Laura
Pollán, Dama de Blanco, mujer verdadera.

Zoé Valdés.

http://zoevaldes.net/2011/10/15/cuba-tiene-hoy-la-causa-mas-verdadera-y-profunda-para-indignarse-la-del-asesinato-de-laura-pollan-lider-de-las-damas-de-blanco-premio-sajarov/

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