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Monday, January 11, 2010

La Habana, ciudad prohibida para muchos cubanos

La Habana, ciudad prohibida para muchos cubanos
Iván García y Laritza Diversent | La Habana
Actualizado domingo 10/01/2010 11:33 horas

¿Puede un francés ser ilegal en París, un inglés en Londres o un español
en Madrid? La respuesta parece obvia y estúpida. Sin embargo, pregunte
si un santiaguero, tunero o guantanamero puede ser un ilegal en Ciudad
de La Habana. Sí, es posible. Es que Cuba es el país de los absurdos y
su capital, la madre de la ilegalidad.

Es pretencioso, pero se debe llamar la atención sobre las vidas
frustradas, los sueños imposibles y deseos reprimidos de los que han
nacido en Cuba. Una isla que apenas de divisa en el mapamundi. Sobre
todo en estos tiempos, cuando la humanidad vive azotada por desgracias
de diversa índole.

Pero en Cuba hay miles de historias que merecen ser contadas. Voces
silenciadas por la imagen de un gobierno que oculta la verdad, para no
reconocer que el sistema político, económico y social impuesto a sus
ciudadanos por más de cincuenta años, es un completo fracaso. Repasemos
una historia.
Un santiaguero en La Habana

Once de la noche del 22 de diciembre de 2009. El ciudadano Ibrahim Alayo
Meriño comparece ante el teniente José García Brón, oficial actuante en
la unidad policial del Capri, en el municipio habanero de Arroyo
Naranjo. Luego de identificarse, tiene que firmar el acta de detención.

Alayo es un joven negro de 36 años. Su carnet de identidad dice que es
natural de Ciudad de La Habana, pero en la actualidad es vecino de
Campamento número 140, entre 20 y 22, Santiago de Cuba. Ibrahim sabe que
es inútil explicar por qué está en la capital. La ley lo declara ilegal,
y como tal, debe ser detenido y deportado a su lugar de residencia.

Así lo ordena el Decreto-Ley 217 de 22 de abril de 1997, que establece
"Regulaciones Migratorias Internas para la Ciudad de La Habana". Dicha
disposición prohíbe a los cubanos, provenientes de otros territorios del
país, residir, domiciliarse o convivir con carácter permanente en la
capital sin autorización.
¿Una solución a la migración interna o represión?

El problema de la emigración del campo hacia la ciudad comenzó a
agudizarse, en Cuba, en los años 80. "La Habana no aguanta más", dice el
estribillo de uno de los más sonidos éxitos de los Van Van, orquesta
número 1 de la música popular en la isla. Incluso, a los oriundos de las
regiones orientales del país, en la capital les llaman "palestinos".

A las migraciones internas se les buscó la solución más fácil: prohibir
y sancionar. El gobierno cubano, al poner en vigor el referido
decreto-ley, limitó los derechos humanos y constitucionales de los
ciudadanos que no residen en la capital del país. Supuestamente para
asegurar el derecho a la higiene de los habaneros.

La historia de Ibrahim es de las más sencillas. Nadie se imagina hasta
dónde pueden llegar los tentáculos de una disposición jurídica,
ampliamente aplicada por todos y cada unos de los órganos e
instituciones del Estado.

La norma también se le aplica a los habaneros, provenientes de otros
municipios de la capital, que sin la correspondiente licencia, se
domicilien en una vivienda ubicada en los municipio de La Habana Vieja,
Centro Habana, Cerro y Diez de Octubre.

Y hasta se llega al extremo de multar por ilegal, a un ciudadano que
tenga la dirección reconocida en un municipio capitalino, pero resida en
otro, aunque éste no sea de los clasificados como "zonas congeladas".

La contradicción mayor en la Constitución de la República, que en su
artículo 43, reconoce que los cubanos pueden "domiciliarse en cualquier
zona o sector". Derecho, que según el precepto, fue "conquistado por la
Revolución". De lo que se deduce que si ella te lo da, también tiene la
facultad de restringírtelo o quitártelo.

Tampoco importa si la violación de un derecho, implica la vulneración de
otros. Los centros laborales no contratan, las escuelas no matriculan y
las farmacias no expiden los medicamentos regulados por tarjeta, si el
ciudadano, sea niño o adulto, no tiene la dirección que le corresponde.

Los órganos policiales, las direcciones municipales de la vivienda y las
oficinas del registro de direcciones, se encargan de ejecutar al pie de
la letra la norma. Se ha dado el caso de ciudadanos que han sido
multados varias veces por "ilegal".

Sin embargo, la ley no se aplica a todos por igual. El 99,9 por ciento
de los miembros de los órganos policiales son de las regiones orientales
del país. El gobierno a ellos si les da licencia para residir en la
capital, aún sin tener domicilio reconocido.
La hipocresía del gobierno cubano

La Declaración Universal de Derechos Humanos establece que "Toda persona
tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el
territorio de un Estado". El gobierno cubano dice que defiende los
derechos humanos. Pero prohíbe y sanciona a los ciudadanos que osan
ejercer sus derechos.

¿Puede un Estado limitar las facultades humanas de un grupo de sus
gobernados, para garantizar supuestamente el derecho de otros? ¿Acaso
todos no disfrutamos de los mismos derechos y somos iguales ante la ley?

La Declaración Universal es clara en ese sentido. Ningún precepto puede
interpretarse en el sentido de que confiere derecho alguno al Estado,
para emprender y desarrollar actividades o realizar actos tendientes a
la supresión de cualquiera de los derechos y libertades proclamados en
la misma.

Un gobierno que hipócritamente critica a la Unión Europea y a Estados
Unidos, por tomar medidas para controlar el flujo migratorio proveniente
de otras naciones. Sin embargo, castiga con multas y deportación, a un
cubano que permanezca en la capital sin su permiso.
Una historia entre miles

La historia de Ibrahim Alayo Meriño es sólo un ejemplo de los miles que
a diario sufren los cubanos dentro de su país. Desde 1997 está en vigor
un decreto que violenta los derechos de casi 12 millones de personas.
Ningún tribunal o autoridad se atreve a declararlo inconstitucional.

Hacía cuatro años que Ibrahim se había mudado a Santiago de Cuba, donde
reside su nueva familia. Viajó a La Habana para pasar los días de
Navidad y fin de año con sus padres, que viven en la capital. Pero a las
autoridades eso no les interesó y consideraron que había desobedecido la
ley. Por ello durmió en un calabozo y a la mañana siguiente fue deportado.

Son algunas de las voces silenciadas y las historias de las cuales no se
habla. Pero que están ahí. Ciudadanos indefensos antes los excesos de
poder de un gobierno que no sólo ha convertido la capital de todos los
cubanos, en una ciudad prohibida para muchos, si no también en cuna de
la ilegalidad.

El gobierno tiene un modo muy particular de aplicar las leyes. Cerrando
a cal y canto La Habana es una de esas maneras. Aunque para la justicia
cubana no todos son iguales. Los hermanos Castros también son
orientales. Por supuesto, a nadie se le ocurriría pensar que son ilegales.

La Habana, ciudad prohibida para muchos cubanos | Cuba | elmundo.es (10
January 2010)
http://www.elmundo.es/america/2010/01/09/cuba/1263066511.html

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