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Tuesday, May 06, 2008

Muertes y penas

Muertes y penas

El gobierno no ha hablado de Humberto Real, un cubanoamericano que lleva
12 años con la muerte a cuestas.

Raúl Rivero, Madrid | 05/05/2008

Los presos políticos que llegamos a la cárcel de Canaleta, en la
provincia de Ciego de Ávila, en marzo de 2003, lo tuvimos de vecino de
celda durante once meses. Se llama Edemir Torres Sifontes, alias El
Mecánico. En esa época llevaba cinco años a la espera de que lo
levantaran una mañana y lo sacaran al patio donde debían estar, contadas
y bruñidas, las balas de su muerte.

Estaba en su cuarta década de vida y era el único preso de esa prisión
que estaba condenado a la pena capital por fusilamiento por un delito de
asesinato. Un episodio de violencia —con una muchacha como víctima— que
había estremecido a la ciudadanía de esa región.

La mayoría de los reclusos y familiares creían que el reo merecía pagar
por su crimen, pero opinaban también que los años en solitario, en una
celda de aislamiento, sin conocer el día fijo en que lo llamarían al
amanecer, le habían añadido una cuota de crueldad suprema a la condena,
si se tienen en cuenta las condiciones de vida en esos sitios y la
realidad de no tener nunca ni idea de las horas que le quedaban por vivir.

En estos días nos hemos acordado de él. Pedro Pablo Álvarez Ramos y
Alejandro González Raga, dos de los prisioneros políticos llegados hace
poco a España, estuvieron en ese vecindario y lo conocieron. Debe ser
uno de los 30 ó 40 cubanos que se acaban de librar de la muerte por una
decisión del gobierno. Al mismo tiempo, este ratificó la permanencia de
la figura jurídica en el pavoroso código penal cubano y sus cañones, que
apuntan a todas partes.

Hay, sin embargo, un preso cubanoamericano, Humberto Real Suárez,
condenado a muerte desde 1996. El hombre fue integrante de un comando
armado que trató de infiltrarse en Cuba en 1993. Mató a un funcionario
del Partido Comunista en los momentos de entrar al territorio nacional
por la zona de Caibarién.

Real Suárez está en estos momentos en la franja de aislamiento de la
cárcel Kilo 7, de Camagüey. González Raga, que salió directamente de esa
prisión para Madrid, con una escala de horas en el Combinado del Este,
en La Habana, lo vio varias veces a lo lejos y en dos oportunidades pudo
saludarlo.

Entre los casos pendientes de apelación a la pena de muerte, se hizo
mención a dos salvadoreños acusados de terrorismo, pero el nombre del
cubanoamericano ni se mencionó.

Real Suárez lleva 12 años con la muerte desnuda en el baño turco. Y en
otros puntos de la celda, en los pasillos, el cepo y la enfermería,
porque tiene que convivir con los reos más peligrosos de esa prisión. O
de cualquier centro penitenciario al que lo trasladen.

En realidad, son tres lustros los que ha pasado en esos calabozos
creyendo que escucha, en el sueño y en el desvelo, un ruido de metales y
unas voces de mando. La verdad es que sin que haya estallado la pólvora,
ni se pueda ver un lamparón de sangre en la pared, hay mucha muerte ahí.
Mucha muerte y mucha pena.

http://www.cubaencuentro.com/es/cuba/articulos/muertes-y-penas-81801

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