2008-05-09.
Aimée Cabrera, Periodista Independiente
El año 2008 llega a Cuba, con una serie de reformas para satisfacer a
unos pocos y dar a entender al mundo que una serie de cambios positivos
están ocurriendo para el pleno beneficio de todos.
A la vez se observa un marcado interés gubernamental por promover
principios de educación formal y criticar, por primera vez,
comportamientos negativos, los cuales están tan arraigados, que son
parte de la idiosincrasia de parte del pueblo cubano.
Ninguno de los críticos parece recordar como en las primeras décadas de
este proceso que comenzó en 1959, se repelía toda actitud que mostrara a
las personas usando maneras y frases correctas. Hablar gritando y
gesticulando era un signo prometedor para las nuevas generaciones.
Los bien educados eran mal vistos, y catalogados de ridículos. Se
perdieron para siempre frases como "buenos días", "con su permiso", o
"gracias". Nadie podía usar los términos de "señora" o "señor", que eran
de los burgueses, y había que decirle compañero o compañera, a personas
desconocidas.
Cuidar, tratar de mantener lo bello, ser sistemático, perseverante,
disciplinado, era tener rasgos pequeño burgueses, y podía costar bien
caro al que fuera, lo mismo un estudiante, un trabajador que un simple
vecino de un barrio cualquiera.
Así comenzó un interminable catastrofismo de vulgaridades como ser
descuidados , negligentes , contribuir a la suciedad, romper, destruir,
hurtar, hablar en mala forma, incluir en el hablar cotidiano una serie
de frases y palabras obscenas, agredir por intolerancia, y en fin,
acabar con todo lo bueno.
Ahora que los cubanos comenzaron a debatir sus inquietudes, muchos se
han quejado de lo destruida que está la capital, del no cuidado de la
propiedad social, de la violencia que llega de forma repentina , lo
mismo a un ómnibus que a un hospital, en resumen de tanta mala educación.
Iraida vive en Alamar. Ella tiene que desandar el gran reparto para
poder llamar por teléfono a su familia que reside en otra provincia.
Desesperada comenta: "Hace tres días que no sé de los míos; a veces ni
la tarjeta me sirve para llamar, los teléfonos se ponen peores el fin de
semana, o de pronto aparecen todos rotos, a ETECSA, Empresa de
Telecomunicaciones, no le importa ponerle teléfono a la gente", concluye.
Otro tanto sucede con los parques sin césped ni bancos, las aceras y
calles rotas, la basura fuera de los depósitos, la suciedad y la falta
de calidad en todo servicio que no sea brindado en la moneda
convertible, son el resultado de un comportamiento que es como la
antítesis del amor al prójimo.
Fermín no soporta lo mal hecho, y alude como una noche que acompañaba a
una hermana de su Iglesia a su casa, fueron molestados por un grupo de
jóvenes, "cuando traté de imponer orden fui agredido por uno de ellos,
nos salvó que unos vecinos se pararon en la acera, y el grupo se fue,
como siempre no había ningún policía".
El fantasma del mal, se expande por todas partes y llega también a
escuelas y centros laborales. Aunque se han remozado una gran parte de
los centros escolares, los alumnos no cuidan lo que tienen para su
disfrute y aprendizaje, lo mismo ocurre en los centros de trabajo donde
es más importante llevarse algo, que cumplir con las normas establecidas.
Lo peor del caso es que todas estas personas cuyos comportamientos son
tan nocivos, son las mismas que, aferradas a su doble moral, enronquecen
de furor al gritar consignas a favor del Gobierno, éste conoce muy bien
el descalabro, por lo que todo parece indicar que tales reprobaciones
quedarán como frases que se las llevará el viento.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=15249
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