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Sunday, August 05, 2007

Entre la erosión y la esperanza

SOCIEDAD
Entre la erosión y la esperanza

Miguel Iturria Savón

LA HABANA, Cuba - Agosto (www.cubanet.org) - Llegar a Nueva Paz, en el
sureste de La Habana, es más difícil que trasladarse a Güines. De la vía
férrea que comunicaba al territorio con la capital y con Matanzas, sólo
quedan las líneas enyerbadas y los paraderos de Vegas y Los Palos,
poblados que integran ese término municipal, fundado en 1802 por Don
Joaquín de Santa Cruz y Cárdenas, Conde de Mompox y Bejucal, quien fue
padre de la célebre Condesa de Merlín, y uno de los hacendados criollos
de mayor ascendencia en la vida insular y española durante el reinado de
Fernando VII.

Los viajeros que necesitan ir a ese pueblo de tierra roja y naturaleza
feraz e imponente, tienen que alquilar algún vehículo o arriesgarse en
"botella" por la autopista sur. La nueva promoción de ciudadanos nacidos
en Nueva Paz dependen de esa alternativa real o de un ómnibus casi
ficticio, que debe salir una o dos veces al día hacia La Habana. Como
casi nunca es "habilitado", la gente retorna al hogar o se lanza al
camino a pie, en caballo, tractor o en bicicleta. Llegar a Matanzas,
Güines o La Habana es una odisea.

Nueva Paz fue una zona de asentamientos aborígenes hasta mediados del
siglo XIX. Indios, "pardos" y "morenos" impulsaron la agricultura y la
industria azucarera en la región, bajo la mirada de hacendados blancos
que crearon comercios y estimularon el desarrollo urbano. Predominó la
agricultura en Vegas y Nueva Paz, pero la industria marcó la vida social
de Los Palos, donde aún existe un central y los restos de la
reconstructora de cloches y banda de frenos, además del hotel El Louvre,
expropiado a Humberto Castro.

En Nueva Paz surgió una de las primeras iglesias presbiterianas de Cuba,
lo cual revela la presencia de técnicos e inversionistas norteamericanos
en la zona. Hubo cierta rivalidad entre sus actividades y los rituales
de la iglesia católica de los pueblos colindantes, en los que
incidieron, además, los cultos sincréticos de origen africano.

Desde fines del siglo XIX, el Cabildo Congo de Nueva Paz difundió las
manifestaciones religiosas, danzarías y musicales traídas por los
esclavos. Aún es recordado Pablo Padilla Vigil, director del grupo
musical que actuaba en los toques de santos de Güines, Matanzas y Unión
de Reyes. La otra pata de esa mesa cultural radica en la música
campesina, de origen hispano y raíz criolla, pues los improvisadores
neopacinos sirvieron de contrapeso a lo foráneo y exaltaron lo autóctono.

La cultura de esta comarca habanera tiene figuras luminosas como Pedro
Ponce de León, maestro e historiador; Teófilo Urueta, profesor y mártir
independentista asesinado en 1876; la pedagoga Rosalina Cartaya,
directora de la antigua Academia Cartaya; el poeta y periodista Ramón
Rubiera, ex jefe de redacción de la revista Bohemia; el pintor Germán
Molina, quien recibió el Premio Internacional Wifredo Lam, y el
historiador y antropólogo Juan F. González Díaz, residente en Alamar,
fundador del museo municipal y del Centro de Investigación y Promoción
Literaria Ramón Rubiera, desde el cual legó una importantísima colección
bibliográfica y artística, venida a menos por la desidia oficial.

En Nueva Paz sobreviven tres cines, uno en cada poblado; la casa de la
cultura, en la antigua sociedad de blancos; el museo y parte de la vieja
biblioteca, pues la Fiscalía municipal ha sido instalada en sus salas
principales, sin reparar en el papel espiritual que brindan las
colecciones de libros. Los únicos servicios comunitarios que funcionan
sistemáticamente son la educación y la salud. Los Palos y Nueva Paz
poseen dos escuelas primarias, una secundaria básica y un policlínico;
mientras Vegas cuenta con una primaria, una secundaria y una posta
médica. Los centros de salud no cubren las expectativas por la carencia
de personal y de medicinas. Han muerto recientemente tres asmáticos de
Los Palos por la ausencia de ambulancia para su traslado al hospital de
Güines.

Los pobladores de los Palos y Nueva Paz hablan con orgullo del pasado,
sin ocultar su insatisfacción por la quietud niveladora del presente.
"Un presente detenido"-dice el historiador Juan González Díaz-, quien
agrega: "no hay hechos en la historia de Cuba desde mediados del XIX,
sin una respuesta local o sin la presencia de neopacinos, quienes
crearon, en febrero de 1896, el Regimiento Palos, uno de los cuatro del
Quinto cuerpo occidental del Ejército mambí. Aquí pelearon los generales
Máximo Gómez y Antonio Maceo. Nuestros jóvenes lucharon contra Machado y
ocuparon Los Palos al caer el tirano. Hubo un fuerte movimiento
sindicalista. La finca "Santa Elena", propiedad del ingeniero Mario
Hidalgo-Gato, fue el centro principal de entrenamiento de los
"moncadistas"; 6 neopacinos participaron en el asalto; 8 se incorporaron
a la lucha en la Sierra Maestra. El doctor Humberto Castelló fue uno de
los ocupantes de Radio Reloj…"
El historiador me habla de la marginalización social del presente. Evoca
con nostalgia hechos y personajes, algunos realmente folclóricos.
Recuerda cómo era el transporte en tiempos normales; las zafras
limitadas del central "Josefita", actual "Manuel Isla"; las sociedades
de "rotarios" y "leones", los partidos políticos, el Ayuntamiento y el
Patronato La esperanza para crear una playa a pesar del mangle de la
costa sur.

Le pregunto por un personaje actual oriundo de Los Palos: el Canciller
Felipe Pérez Roque, al cual conoció en sus años de formación.

-"Felipe era un muchacho inteligente, muy interesado en las cosas
históricas y en la figura de Fidel Castro. Su abuelo Vinicio Pérez era
dueño de la fonda de Los Palos, sus tíos tenían una finquita, la madre
fue gastronómica. Ninguno tuvo ambiciones políticas. El comenzó a
ascender en la estructura burocrática desde la secundaria básica, pero
no era tan burdo y soberbio como ahora, preguntaba mucho, se
relacionaba, no brillaba públicamente pero se mostraba astuto y
pueblerino. Ahora es el intérprete del pensamiento del Comandante en
Jefe; imagínate…"

Al recorrer las calles sucias y desoladas de Nueva Paz pienso en
Macondo, el pueblo de ficción de García Márquez. El polvo, los baches,
los borrachos y la atmósfera de incertidumbre, me transportan por
analogía a sitios y personajes de Juan Rulfo.

Nueva Paz, como Güines o Manzanillo, tendrán que esperar por tiempos
mejores para salir del túnel de la involución urbana.

http://www.cubanet.org/CNews/y07/ago07/03a9.htm

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