2007-01-16
Hugo Araña, Bibliotecario y Periodista Independiente, Corresponsal en la
isla de Misceláneas de Cuba
La revuelta que produjo entre los intelectuales de la Isla el programa
televisivo Impronta, donde se ensalzó la figura de Luis Pavón Tamayo,
parece que las autoridades competentes del Ministerio de Cultura, no
quieren que trascienda a la población, con el propósito que sea agua
pasada.
Anotamos esto, porque en la prensa radial, plana o televisiva, el
silencio es absoluto. Ni en la página web de Cubadebate ha hecho
mención. Como si no hubiera sucedido.
Un asunto como este, que trascendió nuestras fronteras, donde no pocos
artistas cubanos fueron obligados a optar por el exilio debido a la
política sectarista de este dirigente revolucionario, quieren tapiarlo y
que no trascienda.
Por una fuente que trabaja en la sede principal de la Unión de
Escritores y Artistas de Cuba, nos comunicó que se han realizado
encuentros y reuniones con el propósito de paliar la incomodidad creada
desde que apareció en la pantalla chica los elogios para Pavón Tamayo,
junto a otros no menos intolerantes como Serguera y Quesada.
Todo un período negro en el ámbito cultural cubano, donde cientos de
artistas fueron despojados de sus funciones, y trasladados a trabajar en
almacenes, fábricas, y otras labores que nada tenían que ver con sus
profesiones. Como tampoco podemos olvidar, los que cogieron la vía del
suicidio o del insilio.
El clima de unión y confraternidad que preconizado por el Ministro de
Cultura Abel Prieto ha sufrido una brecha, donde viejas heridas han
vuelto a abrirse. Por lo cual, esos intolerantes años ni han sido
olvidados como pretendió el Ministro, y sí están muy latentes todavía.
Esto nos obliga a llegar a una conclusión quizás algo premesurada, pero
no nos queda otro remedio que aceptarla: todo no es tan pero tan como
nos quieren hacer creer que la intelectualidad de la Isla está tan unida.
El sentimiento hacia esos tres dirigentes con rasgos stalinistas está
vigente. Y según por comentarios oídos, muchos añoran que fueran
llevados a juicios. Cuestión imposible. Porque en Cuba, para que un
dirigente de alto rango como ellos sea juzgado en los tribunales por los
males que hizo, es cosa no tan solo inusual, sino imposible por las
características impuestas por el Régimen, ya que la categoría de
inmaculados los rodea.
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