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Wednesday, January 17, 2007

Despues de Fidel

Después de Fidel
2007-01-16
El Nacional, Venezuela, Lunes 15 de Enero de 2007 A/6, Opinión
Rafael Arraiz Lucca

He terminado de leeruno de los mejores libros que se ha escrito sobre la
dictadura cubana. Acaba de ser publicado en español por la editorial
Norma y lleva por título el mismo que encabeza este artículo. Lo
escribió Brian Latell, un ex funcionario de la CIA a quien le asignaron
seguir el caso cubano desde los tempranos años sesenta, y naturalmente
es considerado el experto más autorizado sobre el tema.

Ya jubilado de la Central de Inteligencia estadounidense, ha decidido
escribir todo lo que sabe sobre el dictador, el régimen y,
particularmente, acerca de lo que vislumbra será el futuro de una
sociedad que perdió la libertad hace casi medio siglo.

Buena parte del libro está dedicada a la comprensión de la relación
entre Fidel y su hermano Raúl, y a distinguir entre uno y otro. El punto
álgido de esta trama fraterna tuvo lugar cuando Fidel ordenó el
fusilamiento del mejor amigo de su hermano, el más condecorado de los
militares cubanos, el general Arnaldo Ochoa.

Esta historia dolorosa para Raúl, imantada por una crueldad
inimaginable, también está estupendamente relatada por Norberto Fuentes
en Dulces guerreros cubanos.

Latell intenta con éxito una indagación psicológica de Fidel,
remontándose a situaciones de su infancia y de su cuadro familiar, y
también ubica con claridad el lugar de Raúl dentro del conjunto de los
Castro Ruz, así como el origen de la madre, tan distinto al del padre.
Sigue a pie, y despacio, la formación del carácter de uno y otro, y
distingue entre la sustancia del mayor y del menor, para inclinarse por
la hipótesis según la cual en Cuba al morir Fidel los cambios los podría
implementar Raúl, obligado, como está, por las circunstancias, a abrirle
espacio a expresiones de la libertad individual política y económica.
Intentaría hacerlo gradualmente, de manera de no repetir la experiencia
de Gorbachov, quien apenas abrió la ventana de la transparencia política
y de las libertades económicas, y la dictadura soviética se vino abajo
de la noche a la mañana.

En verdad, Raúl está en un dilema: sabe que el apoyo venezolano de cerca
de 100.000 barriles de petróleo diario durará el tiempo que Chávez esté
en el poder o el tiempo en que los precios del petróleo estén altos, que
es lo mismo. Y si quiere caminar hacia formas de subsistencia menos
aleatorias, no tiene otro camino que ir abriendo la economía
paulatinamente, como han hecho los chinos, con éxito.

Si alguien comprende que la economía socialista es insostenible, ese es
Raúl Castro, que conoció a fondo la Unión Soviética, y que sabe que el
pleito con Estados Unidos no puede sostenerse más en el tiempo, si en
verdad se quiere diseñar un sistema político y económico para Cuba que
no dependa de algún subsidio. En el fondo, el socialismo es un lujo que
alguien debe pagar.

Los soviéticos lo hicieron con Cuba durante años, hasta que ellos mismos
no pudieron sufragarse el propio, y ahora Venezuela le ha metido el
hombro, pero la verdad es que no es posible el sostenimiento en el
tiempo. Y la razón la conoce Raúl Castro de sobra: la economía
socialista no puede producir riqueza. El costo de privilegiar la
búsqueda de la igualdad por encima de la libertad, es el de instalar un
Estado policial y conculcar los derechos individuales. En otras
palabras: paredón y cárcel.

Dice Latell que toda la vida del hermano menor ha estado determinada por
la del mayor, y que este infierno portátil que ha sido la existencia de
Raúl (esto lo digo yo, no Latell) cambiará cuando la sombra castrante y
protectora, adorada y odiada de Fidel, desaparezca. Esto que escribo,
que tiene todos los ribetes de una tragedia griega o de una telenovela,
que son muy parecidas, es determinante para la vida de 12 millones de
cubanos que sueñan con que sus vidas cambien. Dice una hermana de los
Castro, Juanita, citada por Latell, que Raúl no está dominado por los
demonios que gobiernan a Fidel, y que con la muerte del mayor emergerá
el verdadero Raúl. Dios quiera y así sea, y el comienzo del fin de la
tragedia cubana comience cuando el sucesor abra paulatinamente las puertas.

No sé si me dejo llevar por una ilusión, pero ya son muchos años de
sufrimiento para un pueblo que no vive en condición de ciudadanía, con
sus libertades individuales en pie, sumergido en un mar de desesperanza,
cautivo de un mito sin futuro: "La isla pequeña que desafía a un
imperio", en la mayor pobreza, al margen de los bienes de la modernidad.

Estos cambios que se avecinan en Cuba incidirán en Venezuela, ya que el
propio Chávez ha confesado mil veces que su guía político y espiritual
es Fidel. Y se sabe que cuando un hombre influenciable en demasía, dada
su precaria educación, pierde a su principal consejero, las
posibilidades de que confunda las señales del camino son mayores. Veremos.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=8477

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