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Wednesday, May 31, 2006

Vidas rotas: El pintor de Lawton

CULTURA
Vidas rotas: El pintor de Lawton
Juan González Febles

LA HABANA, Cuba - Mayo (www.cubanet.org) - Norberto Palau pinta desnudo
de la cintura hacia arriba. Se siente mejor sin camisa. Hace mucho calor
en La Habana y un ventilador, además de que anda en falta, le resecaría
la pintura. Vive con muchas carencias, casi miserablemente, pero no le
importa. Fue el precio que decidió pagar hace años. Los tiempos
cambiaron, pero él prefirió mantenerse y esperar.

Entre tantos agravios y entre tantas roturas, no se percató del momento
en que dejó de escuchar al reloj interior. Vive con las aprensiones y
las cautelas de hace treinta y tantos años. Piensa que afuera, si cambió
algo, fue para que todo siguiera igual.

Palau estudió pintura en la Academia San Alejandro. Sus primeros
contratiempos datan de aquel tiempo. Desde entonces, no ha dejado de
pintar al erotismo. El problema es que Palau lo descubrió en obesas
matronas.

Sus modelos exhiben muslos como perniles rollizos, sus senos son ubres
de exposición vacuna. Excesos en la mesa y en la cama. Traseros
opulentos de señoras respetables y respetadas por la fantasía erótica
que alienta la cordura media masiva.

Palau dedicó su inspiración al arte erótico en los momentos en que los
comisarios lo vetaron. El hombre nuevo no se masturba, ni hace el amor
entre hombres, con penetración. Ellos se crearon una moralina artificial
que etiquetaron como proletaria.

En 1968, un 25 de septiembre en la noche, le sacaron de la cafetería del
Hotel Capri en La Habana. Fue a dar a un carro-jaula y de allí a Villa
Marista a empujones, palos, pitazos y campanazos: Era la noche de las
tres P.

Una recogida gigante contra las lacras de la sociedad justa, impulsada
por los varones verdeolivo. Palau cuenta sonriendo que fue el arroz
frito y la cerveza más caros de su vida. Los pagó con más de diez meses
de internamiento y trabajos forzados en El Sitio, en Pinar del Rio, muy
cerca de La Coloma.

Compartió aquella experiencia con rockeros melenudos, homosexuales,
católicos, testigos de Jehová y los jodedores que insistían en hacer
vida nocturna y ser la bohemia farandulera de la época.

Cuando lo liberaron, le impusieron consagrarse a la producción y dejar a
un lado los pinceles. A fin de cuentas, el trabajo ennoblece y el
trabajo forzado ajeno, ennoblece más.

Palau se les zafó esa vez y desde entonces ha pintado y vivido su
cimarronaje, eludiendo y zafándose una y otra vez.

Su casa, si es que puede llamarse así al espacio ruinoso que habita, es
su lugar de creación y donde recibe a los amigos. Puede verse el cielo
desde los amplios claros de un techo necesitado de reparación. Por pura
coincidencia, la casa está ubicada en la ladera de una de las lomas de
Lawton. La misma sirvió de locación al cineasta Humberto Solás para su
laureada "Barrio Cuba".

Palau y sus vecinos comparten una miseria material superior a la que
existe en las favelas brasileras. Si éstas no llegan a ser "ciudades de
Dios", si falta la violencia y la crueldad de la villa miseria carioca,
es porque se trata de la miseria de los cubanos. No sustento la
pretensión de que seamos humanamente mejores que los favelados cariocas,
sólo somos diferentes.

Palau, contra lo que pudiera deducirse, no está resentido y mucho menos
amargado. Pinta con delirio y con desesperación. Excluido de los salones
oficiales por inconveniente y políticamente incorrecto, persiste en lo
suyo. Aprendió mucho y hay verdades que nadie podrá arrebatarle. Pero
algo le faltó, enquistarse no es la mejor solución. Por ejemplo, no
aprendió aquello que recomendó alguien, cuando vivía como nosotros: "El
golpe revirao, duele menos".

Norberto Palau, con su vida rota pinta matronas en Lawton. Lo hace atado
a sus temores y aprensiones. Aún mantiene su sueño intacto.

http://www.cubanet.org/CNews/y06/may06/31a8.htm

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